Esta historia principalmente no comienza con Sesshomaru, mas bien, este es el inicio antes de su llegada al mundo, así es, esta historia comienza con sus padres, y no es una historia de amor como quieres creer.
Parado nuevamente sobre aquella orilla, con el viento ondeando la ropa y desordenando su cabello. Da una honda calada al cigarrillo, maldiciendo no haber llevado una cerveza para acompañar. Mira al cielo, imaginando que su madre lo ve desde lo alto, esperando, anhelando su reencuentro. Hace años que ya no recuerda su rostro, el único obsequio que tenia de ella, hace mucho que se había perdido sin dejar ningún rastro. Sabia que era una mujer hermosa, joven, de largo cabello blanco, como el suyo.
Pero no podía ver su rostro, ni siquiera en sueños. Los dibujos que aun guardaba no le decían mucho, solo los recuerdos de aquella época, cuando todo estaba bien, cuando todo era perfecto y eran felices... y ella vivía.
Suspiro, sintiendo una fuerte opresión en su pecho. El dolor nunca se iría.
Da un paso al frente y escucha un ruido a sus espaldas, mas no le toma demasiada importancia. Pisadas suaves, cautelosas. Alguien más estaba con él y ha osado en invadir su privacidad, en interrumpir su tranquilidad. Lo ignoraría, mas es una voz quien lo detiene.
Era suave y melodiosa, aniñada y un poco temblorosa. La voz de una chica.
Apenas y voltea la mirada, no lo suficiente para verla, pero con un movimiento notorio, para hacerle saber que la escuchaba.
Repitió aquellas palabras, creyendo que no le había escuchado.
-Por favor... No lo hagas- podía escuchar el miedo en su voz.
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Finalmente se dio la vuelta, encarando a quien osa interrumpir su momento, encontrándose quien a su parecer, seguía siendo una niña.
Era pequeña; no más alta que sus codos, menudita. Sus ojos eran grandes, de color del cobre y su cabello oscuro como la noche. De labios rosados y piel blanca, con un suave tono sonrosado. No pudo evitar pensar que era tierna y pequeña... sobre todo pequeña. Así, tan preocupada y asustada ¿A qué le temía?
-N-no lo hagas- repite una vez más, con sus ojos fijos en él.
¿Acaso quiere detenerme? Pensó.
Volteo nuevamente hacia el atardecer, da un paso más al frente y escucha como ella se sobresalta.
Que adorable. Pensó.
Le hace una única pregunta, la cual no recibe respuesta, pues ella no parece haber oído su voz debido al ruido. Él aún espera, pues no le agrada tener que repetirse, sin embargo, esta nunca llega. Lleva el cigarrillo hacia su boca y lo deja reposando entre sus labios, necesita de ambas manos para lo que haría a continuación.
Con su mano libre toma los pétalos de las flores que llevaba consigo, se asegura de tomarlos todos y, aplicando un poco de fuerza, los arranca todos de su tallo. No son muchos en realidad, pero no importaba, solo servirían para una cosa.