Preludio

360 30 20
                                    


Capítulo 18


Miraban la televisión, recostados y acurrucados sobre la comodidad del sillón. La película no siempre era vista con atención, pues los amantes aprovechaban cualquier momento, para acariciar sus bocas una con la otra, sin llegar a lo apasionado. Tenían toda la noche y nada que los interrumpiese.

Una noche perfecta.

Iban a mitad de la película, cuando abruptamente es interrumpida por una noticia de último minuto.

Noticia que deja a la pareja en un mutismo incomodo.

El silencio se cierne sobre ellos, cada uno con distintos sentimientos. Las caricias y los mimos se han ido, para dar paso a la incomodidad y a una mente llena de preguntas.

Ella fue la primera en hablar.

Solo fue una pregunta, la cual desencadeno en una discusión llena de mentiras y verdades disfrazadas. Ella le creyó.

Una llamada los tomo por sorpresa, y la persona tras la línea lo dejo sin más que decir. Dijo algo que él no esperaba, ni siquiera imaginaba.

Miro a la mujer que amaba, y con solo ver su rostro lo entendió.

Aun si él no estaba de acuerdo en aquella decisión, aun si estaba completamente en contra.

Acepto.

...

Se sentía agotado, tan cansado, devastado. No había dormido, no había comido, no se había separado de su lado.

Escuchaba el irritante sonido de aquel aparato, tan constante, tan molesto. Pero no importaba, aun si se tratase del sonido más agónico y estridente de la tierra, lo soportaría, lo soportaría por el simple hecho, de que eso indicaba que el pequeño corazoncito del infante seguía latiendo.

No se había separado de su lado.

Estaba hambriento, el cuerpo le dolía por permanecer en la misma posición por más de 24 horas y extrañaba a su hija. No la había visto, ni hablado con ella, y estaba seguro de que ella también lo echaba de menos, seguramente preguntándose donde estaba, preocupándola.

Pero sabía que estaba en buenas manos, su hermana había comprendido la situación, y no había dicho nada en cuanto le pidió que cuidara de Rion. Sabía que, de algún modo, no estaba haciendo las cosas bien, la Sra. Yuno ya le había dicho en reiteradas veces que no era necesario que se quedara, que ella podía quedarse con el pequeño, que el necesitaba ver a su hija.

Era cierto. Tenía razón, claro que la tenía... pero ¿Cómo podría hacerlo? El tan solo pensar, alejarse de ese pequeño, que aún no despertaba, hacia que la culpa lo carcomiera por completo.

Si, se sentía culpable.

Jodidamente culpable.

No paraba de recordar, una y otra vez, la cara de esos sujetos. Como, con cada golpe, con cada grito, con toda su rabia, su puño se había impactado contra sus rostros, deformando, ensangrentando, moliendo sus caras, hasta ya no verlas más.

¿Cómo no hiso nada por evitarlo?

Dejo que se fueran, sin tomarles realmente la importancia, sin pensar en las posibles consecuencias.

No imaginaba que las cosas podrían terminar así.

Así que, escuchar los latidos del pequeño, de alguna manera lo calmaba. Saber que aún seguía con vida, que estaría a su lado hasta que despertase y ver esos brillantes e inocentes ojos otra vez...

Kill MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora