Otro día en el que despierto sin ti
Cuando cierro mis ojos comienzo a desear que nada de esto sea verdad, pero los abro y me doy cuenta de que esta pesadilla es en la que me tocará vivir quizás para siempre.
"Seguir adelante". Mi mente repite día, tarde y noche esas mismas palabras, pero, yo simplemente no puedo hacerlo. Y, es que, a veces tu mente se vuelve tu enemiga; por más que quieres superar algo, ella no te deja y te lo recuerda siempre que puede.
Mis ojos se enfocaron en mi piano, ya que lo metí a mi habitación, al igual que el sofá. Todo lo que tenía en mi antigua casa en Illinois está aquí, bueno, quizás no todo..., porque ella no.
Este diciembre se cumplirán cuatro años desde que Claire decidió irse sin decirme nada, y en todo este tiempo jamás supe el por qué lo hizo. Nunca me di cuenta el por qué me dejó. Para mí que un día despertó y se aburrió de mí, por eso tomó el primer avión y huyó.
Se fue antes de que pudiéramos crearlo todo.
Ni tan siquiera volví a encontrarla nunca en ninguna red social. El único perfil que encontré un día fue el de Kyrre, pero él no posteaba nada, a no ser de medicina, supongo que ha de ser donde comparte tareas o cosas relacionadas a la carrera que estudia.
Me puse de pie y me metí a la ducha. El agua helada cae sobre mí de manera pesada. Nada se siente como antes. Todo es diferente. Todo me recuerda a ella. Por un momento, me quedé viendo en el espejo: todo en mí es diferente; es curioso cómo puede llegar a cambiar una persona cuando extraña a otra —suspiré —. Miré mis brazos, me hice unos cuantos tatuajes; todos tienen su historia, pero hay uno en específico que es bastante real y triste a la vez: Tengo una nube en mi brazo izquierdo. Ya sabrán ustedes por qué lo hice y quién me hacía sentir de esa forma.
Cuando terminé de cambiarme, bajé para ir al comedor. No vi a mi padre por ningún lado, supongo que ya se habrá ido a la alcaldía, porque sí, mi padre ahora es el alcalde de toda Tennessee. A la otra que no vi fue a Happy, esta mansión es grande y siempre se anda perdiendo.
Llegué para desayunar... Bueno, si tomar jugo de naranja cuenta como comer, porque desde hace años que me da nauseas hacerlo.
—Joven, Dylan —la trabajadora doméstica llegó —, lo buscan sus amigos.
No saben la felicidad que me dio escuchar eso, porque ya llevo ratos de no verlos. El trabajo ahora nos mantiene siempre ocupados y reunirnos se vuelve un completo caos, pero el simple hecho de saber que están aquí me hace sentir bien.
—Voy ahorita —me puse de pie y le pasé dando un beso en la cabeza —. Gracias, Berta, linda.
Berta me ha visto crecer prácticamente; ha trabajado aquí desde que mis padres se casaron y nos ha cuidado a Gideon y a mí desde ese entonces. Es un amor de persona, ya está mayor, pero su encanto y carisma no se han ido. Ella es la única de esta casa con la que no me he desquitado por el enojo acumulado en estos años, porque es imposible pelear con un alma tan pura como ella.
Me fui corriendo por todo el pasillo para poder ver al fin a mis amigos, que cuando llegué sonreí; sonreí después de tanto tiempo sin poder hacerlo. Y sentir una sonrisa real dibujada sobre mi rostro fue una hermosa sensación.
—¡Dyl! —gritó Audrey cuando me vio y corrió a abrazarme. Y los demás la siguieron por eso.
—¡Vaya, hermano! Apenas me voy por un año y pareces otra persona —Sage me abrazó igual —. Has cambiado mucho.
Mi cabello está un poco más largo de lo normal y me he dejado crecer la barba igual. Por no decir nada sobre mi aspecto, es que sí, sin duda ya no soy el mismo físicamente, aunque mi humor de persona molestona sigue intacto. Eso jamás lo cambiaré, claro. Pero por lo demás, no sé ni cómo explicarles.
Aunque, estos tres años me sirvieron para reflexionar, más no para sanar.
Es muy difícil intentar olvidar a una persona que te lo dio todo en tan poco tiempo.
—Yo digo que hay que ir a algún lugar a desayunar o a beber. —Ray pasó su brazo por mis hombros y me sonrió. Esa sonrisa Colgate siempre lo ha caracterizado, ya que Raymond es moreno, bastante moreno, por lo que cuando sonríe su dentadura resplandeciente sobresale mucho.
—¿No es demasiado temprano para beber? —preguntó Sage.
—¿Alguien dijo beber? —La voz fina de Genevieve se hizo presente al momento en el que iba bajando las escaleras con esa elegancia que ha tenido desde pequeña.
Los tres me miraron al mismo tiempo impactados.
—¿Qué carajos pasa acá? —me preguntó en voz baja Audrey.
—Nada —le respondí. Porque mentira no era.
Genevieve se la pasa metida aquí en la mansión día y noche... Pero, no, ella no es más que mi amiga, a pesar de que ha intentado de todo para que yo le vuelva a hacer caso, claro. Ella siempre será mi amiga y solo eso, porque yo a nadie más he podido amar otra vez.
—Qué elegancia —le dijo Sage.
—Eso siempre, cielo —le contestó ella —. Entonces, ¿salidita o no? —preguntó y puso sus manos en la cintura.
—Sí, vamos ya. —Dijo Ray y salimos de la casa.
En el camino todos se fueron contando lo que habían hecho. Quise involucrarme en la plática, pero me fue imposible. No me puedo concentrar mucho en nada, siempre me distraigo fácilmente y pienso en ya saben quién.
Llegamos a un restaurante bastante conocido de por acá. Subimos a la terraza y los demás pidieron de comer, a excepción de mí, que solo pedí un agua mineral. Me resistí en pedir una bebida alcohólica, porque es lo único que siempre me hace olvidar mi desastroso pasado.
—¡Eso fue épico! ¿Verdad, Dylan? —volví a la realidad cuando Audrey me dio un codazo.
—¿Qué? —le pregunté todo embobado.
—¿Te pasa algo? —Sage me analizaba con su ceño fruncido.
—No, no..., nada —parpadeé muchas veces —. ¿Qué me preguntaste? —vi a Audrey.
—Que tu caída de aquel árbol de manzanas fue épica.
—Ah..., ah, sí —asentí muchas veces. Ni tan siquiera me acordaba, pero dije que sí.
—A ver, Dyl, ¿qué te pasa? —Sage me miró fijamente y yo aparté mis ojos de los suyos rápido. Él es psicólogo y ya veo que ahorita me da un diagnóstico y me internan fácilmente.
—De seguro piensa en alguien —respondió Ray por mí —. Cuéntanos, ¿te gusta una mujer? —sacudió sus cejas — o ¿te gusta un hombre? Mira que para gustos los colores y no te veremos mal y tampoco te juzgaremos si sientes algo así.
—¡No! —le contesté secamente —. No me gusta nadie.
Se quedaron murmurando mucho de que no me creían, hasta que Genevieve respondió por mí al darse cuenta de que mi paciencia se estaba agotando poco a poco, y que, probablemente en cualquier momento explotaría..., como siempre.
—Dylan está soltero desde hace casi cuatro años y los que faltan. Y no quiere saber nada sobre otra mujer.
Bueno, eso que dijo no me había ayudado para nada. Cada estúpido y doloroso recuerdo invadieron mi mente y me daban ganas de pararme e irme a encerrar a mi cuarto.
—Mal de amores —dijo Sage en modo achicopalado —. Así ando yo también...
Le agradecí con mi mirada a Sage por haber cambiado la plática, ya que ahora Audrey y Raymond solo le sacaban información a él nada más.
Me giré para ver a Genevieve y le sonreí a medias, por lo que ella me tomó la mano y me la apretó. Pero, ninguna caricia me haría sentir bien si no era la de ella, la del amor de mi vida. Porque sí, a pesar de que no estaba ya conmigo, lo seguía siendo para mí. Y nadie más iba a poder reemplazarla. Nadie.
![](https://img.wattpad.com/cover/326787755-288-k361601.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Me quedo contigo
Romance(LIBRO COMPLETO) (Parte dos de la trilogía Entre las nubes) Dylan Harper, ya no es universitario, ahora él es animador digital y vive en la mansión de su padre en Nashville. Claire Avery, está en su último año universitario para convertirse en una d...