27- Dylan - Hacer lo correcto

244 34 55
                                    

Hacer lo correcto

En todo el camino hacia el hotel ninguna persona fue amable conmigo al dejarme en paz, sino que, más bien estuvieron acosándome con cámaras y jaloneándome para que les dijera lo que había pasado en el accidente.

De mi mente no podía sacarme nada de lo que había pasado, y menos que Kyrre estuvo a punto de irse del mundo únicamente por salvarme… Y, por otro lado, estaba Claire diciéndome claramente que nosotros ya no seríamos nada nunca más. 

Claramente soy un estúpido, porque nada de esto estaría pasando, si yo la hubiera dejado hablar desde un principio. 

¡Pero cómo no!

Éste de acá tenía que comportarse como un completo imbécil.

Ahora la perdí por mi culpa.

Estoy tirado en mi cama con la cara hundida en una almohada, la verdad no me apetece ponerme de pie y mucho menos hacer nada. Estoy bastante cómodo acá, como para ponerme de pie para… —tocaron la puerta — ir a abrir la estúpida puerta, por ejemplo.

—¡Maldición! ¿Ahora qué? —dije de lo más perezoso posible.

Aparte de que me sentía como Tristeza de Intensa-Mente, me habían sacado demasiada sangre para donarle a Kyrre, lo que me hacía sentir como Desagrado de la misma película, porque mareado me siento y más porque ni he comido nada.

No quiero morir tan joven, Dylan.

Volvieron a tocar la puerta.

—¡No estoy! —grité levantando la cabeza, para luego volver a caer encima de la almohada.

En eso, escuché que alguien metía la llave para poder abrirla, por lo que me preocupé un tantito, pero después recordé que comparto habitación con Sage, así que me pasó el sustito.

—Despierta, bello durmiente —habló.

No le contesté y tampoco iba a andar levantándome ni por eso, no me iba a levantar por nada…

—Oye, Dylan —exclamó la dulce y chillona voz de Genevieve. 

Retiro lo dicho.

—¿En serio, Gen? —me levanté de golpe, mareándome otra vez —. Qué descarada eres al entrar aquí.

—Hey, no le hables así tampoco —Sage arrugó su ceño.

—Ten, bebe esto, te va a ayudar —Gen me extendió un suero.

—Ponla ahí —le indiqué con la cabeza la mesa — y sal de aquí ya.

—No —la miré seria —. No me voy de aquí hasta que me disculpes por todo lo que te ocasioné hace tres años.

—Y lo más gracioso es que lo dices cómo si nada todavía —reí sin ánimos —. Claro, es demasiado fácil para ti decirlo cuando fuiste la culpable. Es cierto que la villana no va a tener ni una pizca de arrepentimiento nunca.

—Claro que me arrepiento, sino, no estaría aquí frente a ti diciéndolo. Y sí. Admito que fui la villana, pero a veces hasta la persona más mala del mundo puede llegar a cambiar mucho. Y en aquel entonces yo te quería de regreso conmigo, por lo que no acepté que tuvieras a alguien más… Una persona, que, hasta el día de hoy, sigue siendo mil veces mejor que yo.

Miré un momento a Gen con los ojos entrecerrados, en serio que hablaba en serio, y lo sé porque la conozco como la palma de mi mano: siempre he sabido cuando está feliz, enojada, triste y hasta cuando miente.

—Qué bueno saber de que te arrepientes, Gen. Me alegra la persona en la que te convertiste. Ahora lárgate —le hice una seña con la cabeza en dirección a la puerta.

Me quedo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora