Me quedo contigo

21- Dylan - Un secreto sale a la luz

Un secreto sale a la luz

Salí corriendo tomando a Kelly de la mano. Me sentía demasiado estúpido en ese momento, pero tampoco me podía quedar ahí parado con los cientos de periodistas y cámaras asofocándome.

—Aquí —entramos a una tienda —. Aquí ya no nos verán —inhalé profundamente.

—Dylan, ¿qué fue eso?

—Perdón —miré a Kelly —, en serio perdóname. Pero…, yo solo quería salvar a alguien.

No has salvado a nadie, estúpido.

—No te preguntaré nada al respecto —sonrió —. Y no te preocupes, son cosas que pasan así de la nada. Y si dices que fue por salvar a alguien, pues fue un verdadero placer ayudar.

No sé cómo es que Kelly no se enojó ni nada, parece que no le afectó que la besara. Y espero siga siendo así, porque no pienso tenerla detrás de mí.

—Bienvenidos, ¿los puedo ayudar en algo? —nos preguntó una vendedora.

—¿Eh? —jalé una camisa —. Andamos viendo, gracias.

—Está bien, cualquier cosa me pueden preguntar, permiso.

Volví a poner la camisa en su lugar y vi a Kelly riendo.

—¿Qué tienes? —le pregunté con el ceño fruncido.

—Tienes la capacidad de armar planes en cuestión de segundos.

—Pues ya aprendiste algo de mí —caminé por el local.

—Interesante eso. Yo no soy capaz de hacer planes así porque siempre me salen al revés.

—Es el premio de haber vivido solo desde los dieciocho años. He tenido que rebuscarme desde ese entonces.

—¡Vaya! Eres un ser independiente, por lo visto.

Y bien estúpido también.

Concuerdo.

—Sí, bueno… —miré hacia el frente, topándome con una señorita que captó bastante mi atención, porque sabía que la había visto antes —, es normal —le sonreí a Kelly, pero dirigí la vista de nuevo hacia el frente, hasta que caí en cuentas de quién se trataba la persona que tanto veía —: ¿Ginny? —murmuré.

—¿Quién? —dijo Kelly.

—No, nada —la miré de nuevo y tragué grueso —. Habló solo —susurré.

En eso, la jovencita se giró y me vio también, abriendo en grande sus ojos y entrando como en cortocircuito al no saber cómo actuar normal ya.

—Hola, Dios, soy yo, en serio te agradezco por todo, pero ¿de verdad me tienes que poner a cada una de las personas de mi pasado cada día? —Susurré —. Kelly, ¿no te quieres ir?

—Claro, ¿a dónde?

—Primero que nada, al hotel, porque soy el hada madrina de una boda y necesito una tarjeta de crédito nueva.

—Está bien, vamos. —Tomó un vestido cualquiera —. Pero, antes de todo, llevaré esto para que nadie piense que robamos algo. Todos los vendedores de esta zona siempre se piensan eso, no importa quién sea —rio y fue hasta la caja.

Intenté concentrarme en algo más que no fuese la chica enana que tengo a unos centímetros de mí, pero fue demasiado difícil eso porque ahora hablaba demasiado fuerte sobre mí.

—Sí, es él —sonó lo más irritada posible.

—¿Estás segura? —escuché hablar a alguien más, la cual no supe de quién se trataba a las primeras porque la ropa la tapaba —. No... No puede ser él... —Ginny la jaló del brazo y ahora vi a Lina de frente —. Oh, oh. Sí es.