CAPÍTULO I-RICARDO

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⸺Sí, oyeron bien, voy a dejarla. ⸺Me di la vuelta y caminé tan rápido como pude hacia el mostrador para pedir un plato de pollo frito. No quise mirar las reacciones de Joseph y Daniela; sabía que me reprocharían mi decisión. Era imposible evitarlos demasiado tiempo, sin embargo, prefería ahorrarme sus escandalizadas expresiones de asombro iniciales. Experimentaba cierto enfado porque nada de lo que ellos sintieran era comparable a la vorágine de pensamientos que se acumulaba en mi interior.

Pedí mi comida con el tono más neutral que logré reunir. Cuando la mujer del bar se marchó para cumplir con mi pedido, recibí un empujón tal que estuvo a punto de hacerme caer. Recuperé el equilibrio y miré a mi alrededor con tanta dignidad como pude. Un par de chicas me miraron con atención, pero el resto del bar permaneció indiferente. Me regañé por preocuparme por si aquello me hacía quedar en ridículo; sucesos como ese ocurrían en todo momento. Por supuesto, no con tanta violencia, pero ¿qué se podía esperar de un tipo como Joseph? Era alto y su masa corporal era considerable. Supongo que también debería mencionar que, por lo general, emplea más fuerza de la que desea.

Me volví hacia él, con mi ligero enfado sufriendo un incremento exponencial. A pesar de que Joseph era quince centímetros más alto que yo, levanté el cuello para hacer contacto visual. A su lado, Daniela se reía.

⸺¿Por qué te afecta tanto? ⸺repliqué⸺. Es mi historia y yo decido qué hacer con ella.

Joseph se cruzó de brazos.

⸺Exacto. El problema es que no vas a hacer nada con ella.

⸺Disculpe, joven, su pollo. ⸺La voz de la mujer sonaba algo nerviosa, como si temiera que la interrupción del conflicto pudiese acarrear consecuencias para ella. Le sonreí con amabilidad, recibí el plato y me apresuré a sentarme. Discutir era mucho más práctico estando sentado; así no te cansabas tanto.

Joseph y Daniela me acompañaron: se sentaron a mi lado y yo le di el primer mordisco a mi pollo. En otras circunstancias, habría disfrutado aquello como si fuese la primera vez; pero Joseph estaba decidido a arruinarme el día.

⸺Bueno ⸺dije⸺, ¿me puedes explicar por qué estás enojado? Sólo dije que ya no escribiré nada sobre Vleick y los Hechiceros.

El título provisional de mi obra me resultaba un tanto ridículo y me sonrojé tras pronunciarlo.

⸺Porque está muy buena, te lo digo en serio. Y a la gente le gustan esas historias. Digo, es muy Harry Potter y a la gente le encanta Harry Potter.

⸺Les gustan los héroes nobles o los antihéroes poderosos. Vleick es un antihéroe porque todo le sale mal. Además, ya te dije que no pienso publicarla; en el futuro tendré trabajos mucho mejores.

⸺¿Sí? ¿Como cuáles?

No contesté. Varias ideas rondaban por mi cabeza, pero ninguna era lo suficientemente concreta como para ponerme a escribir ahora. Eso no me preocupaba: los exámenes finales se acercaban y, tras dos años de escritura intensa, no me vendría mal descansar unos meses. El siguiente año era mi último de colegio antes de entrar a la universidad y tendría que prepararme mucho si quería ingresar. Alejarme un tiempo de la escritura no estaría mal. Se lo expliqué a Joseph y, tal como esperaba, no lo comprendió:

⸺Pero es de lo que quieres trabajar. Te digo yo que puede tener mucho éxito. ¿Cuántos años tenías desde que empezaste a escribir? ¿Diez? Ya hasta tienes experiencia. Y Vleick es genial y... y quiero descubrir cómo va a vencer a Raised...

¿Cómo le explicaba que allí radicaba mi imposibilidad de continuar? Dejando de lado que había perdido el interés, el final no me parecía el apropiado y, a pesar de ello, era el único posible; cada pieza del rompecabezas la puse allí para llegar a ese punto. Por si fuera poco, yo mismo encontraba mi propio final como decepcionante y anticlimático. Conociendo a Joseph, lo encontraría espectacular; era demasiado gentil como para ver qué estaba mal en lo que hacían sus amigos. Le hacía falta un poco de frialdad.

MetaficciónWhere stories live. Discover now