CAPÍTULO XXI-RICARDO

25 2 0
                                    


Raised pegó su tentáculo a la cabeza del robot y se impulsó hacia nosotros. Belfegor quiso agarrarlo en el aire, pero el muchacho, si es que se lo podía llamar así, dio un giro en pleno vuelo para evitar su mano gigantesca y acabó posándose en mi cabeza. Deseé poder ver lo que hacía; ahora me encontraba en un punto ciego.

⸺¿Estás ahí, papá?

Le contestaría si aún conservase cierto dominio sobre mi boca. Belfegor levantó el brazo para, de nuevo, intentar hacerse con él. No supe cómo, pero Raised acabó colgando frente a mí.

⸺¿Puedes responderme? No puedes hacerme nada en esta forma y lo sabes. ¿Por qué escogiste algo tan lento?

Para que pudieses vencerme. Vamos, es más fácil de lo que crees.

Pero Raised había escogido divertirse un rato conmigo. A Belfegor le ponía de muy mal humor que una de mis creaciones quisiera eliminar a la otra. Le dije que era un traidor y que tenía que morir para convencerla de luchar contra él. Había aceptado, sin embargo, nada me aseguraba que todo fuese como yo lo quería. Raised no reaccionaba como esperaba.

⸺¿Cuánta gente has matado? Más que yo, eso seguro. Dime, ¿piensas tomar mi lugar?

Lo que habría dado por poder tragar saliva.

Belfegor volvió a intentar agarrar a Raised... Y acertó. Sus dedos se cerraron en torno a su abdomen. Raised abrió mucho los ojos y pataleó para liberarse. Levantó una mano para convocar algún tipo de magia (no me dediqué a pensar en cuál). Belfegor lo arrojó a las ventanas de un colegio a más de cincuenta metros de nosotros. El robot se quedó quieto lo suficiente como para escuchar cómo los cristales se rompían. Avanzó hasta detenerse junto a la ventana. Se asomó a ella para comprobar que Raised estuviese muerto.

Por supuesto, continuaba con vida, tal como sucedía de acuerdo a las reglas que diseñé para él. No moría y, por si fuera poco, sus heridas sanaban a una velocidad impresionante, habilidad de la que Vleick carecía. Por eso no me extrañé al hallarlo de pie, furioso. Agitaba los tentáculos y los pedazos de vidrio clavados en su cara no parecían generarle ninguna molestia.

⸺Creo que ya me cansé de jugar.

Raised desapareció. Me quedé estupefacto. ¿Qué mierda acababa de ocurrir? Cuando dos hoces de sangre pasaron junto al robot y dejaron tras de sí un par de cortes en su rostro de los que salieron chispas, recordé las habilidades de camuflaje e invisibilidad de un hechicero de sangre. Raised había reunido a diez acólitos y eso significaba que poseía todos los poderes que estos le otorgaban.

Por fin, Raised estaba dispuesto a jugarse el todo por el todo en este enfrentamiento contra mí. Lo que no sabía era que yo intentaba perder.

Belfegor se tambaleó hacia atrás. Imaginé a Raised volando alrededor de nosotros preguntándose cuál sería la manera de derrotar a ese miserable robot de veinte metros de altura. Belfegor, por el contrario, no paraba de mover la cabeza, preguntándose dónde se habría metido el traidor al que tanto detestaba.

⸺¡Ayúdenme! ⸺bramó Raised.

No identifiqué de dónde provenía su voz, pero sí cuáles eran sus intenciones: recurrir a la policía y al ejército para luchar contra el robot. Eso sí que podía ser un problema: acabaríamos con Raised, aun así, ¿qué sucedería con los refuerzos que trajo? Confiaba en que Belfegor los hiciera papilla.

El robot dejó de buscar, consciente de que no daría resultados. Raised había pedido refuerzos y no tardarían en llegar.

Eché un vistazo por debajo de mí. La mayor parte de las construcciones en varios metros a la redonda se habían convertido en gigantescas montañas de escombros, debajo de las que yacían cadáveres enterrados por mi culpa. Me alegré de que fuese de noche y no hubiese estudiantes en el colegio, pues, de lo contrario, habría sumado muchas víctimas más a mi lista de asesinatos; aun así, ¿qué diferencia real había si, de todos modos, ya varios habían muerto?

MetaficciónWhere stories live. Discover now