CAPÍTULO XVIII-VLEICK

18 1 0
                                    

⸺Miren a estos dos. Ya no son tan atrevidos cuando están perdiendo, ¿o sí? Intentan hacernos algo y se muere su amiguito.

Estaba harto de los golpes. Yacía boca arriba sobre un charco de agua mientras luces diminutas llevaban a cabo una danza confusa frente a mí. Los policías se reían al colocar a Joseph boca abajo sobre un inodoro sin agua. Uno de ellos, de pelo canoso y enmarañado a pesar de su edad (como mucho me llevaba cuatro años) se reía más que el resto. Se llamaba Miguel Cáceres.

Cáceres agarraba el cabello de Joseph y otros dos policías le sujetaban los brazos y las piernas. Joseph había dejado de poner resistencia varios minutos atrás. Los policías se habían olvidado de mí. Eso no me servía de mucho: a duras penas no perdía el conocimiento.

Cáceres golpeó la espalda de Joseph, que emitió un gemido de dolor.

⸺Vamos, vomita. ¿O es que ya sacaste todo? Este gordo imbécil, tiene que tener más en el estómago que yo. ⸺Tomó un trago de su cerveza (nadie sabía de dónde la había sacado) y volvió a dejarla en la caja junto a él⸺. Te me haces familiar, ¿sabes? Muy familiar.

Joseph bufó. Su valentía ya no existía: obedecía cada una de las reglas de los oficiales, quienes parecían haber olvidado que Raised les ordenó no dañarnos. Estaba seguro de que, si se enterase de que lo desobedecieron, se pondría furioso; aunque comenzaba a sospechar que esa orden sólo había sido una tapadera para que Ricardo no se negara a hablar con él.

⸺Creo que te vi en algún lado... ⸺continuó Cáceres arrastrando las palabras⸺. Fue hace un tiempo. Todavía no me graduaba, creo.

⸺¿Pudo haber sido el que se te escapó esa tarde? ⸺dijo uno de sus compañeros llamado Franco⸺. Dijiste que uno se te había esfumado y tuviste que ir por el otro...

⸺Sí, puede que tengas razón. ⸺Agarró el mentón de Joseph y le obligó a mantener contacto visual. La coincidencia no me sorprendió. Raised era capaz de saberlo todo de alguien con una mirada y no desaprovecharía la oportunidad de hacer algo que, a sus ojos, sería graciosísimo⸺. Dime, ¿tú eras ese marica que se me escapó? Estabas cerca, pero te diste cuenta y saliste corriendo. ¿Por qué no corres ahora? ¿Eh? ⸺Le dio una bofetada y manchas de sangre salpicaron el suelo⸺. Dime, maldito enfermo, ¿por qué no corres?

⸺Me tienes atado, ¿cómo quieres que corra?

⸺Tu noviecito por lo menos hizo el intento de detenerme. Fue muy gracioso si lo piensas bien, pero supongo que otros lo vieron como un acto de valentía. ⸺Presionó las mejillas de Joseph entre sus dedos⸺. Te mataría ahora si no estuviera tan seguro de que me aburriría. ¿Sabes qué sería emocionante? ⸺Su carcajada hizo que mi sangre hirviera⸺. Que tú y yo peleemos. Dime, ¿aceptas el reto? ¿Vas a morir como el marica que eres o vas a fingir que eres hombres?

⸺Tú... eres un... miserable... asesino. ¡Hijo de puta!

Los ojos de Cáceres brillaron

⸺Vaya, eso sí que fue rudo. Lo interpretaré como una aceptación. ¿Me equivoco?

⸺No.

⸺¡Ja! Pues me alegra; va a ser muy divertido. Suéltenlo, ahora.

Los oficiales que tenían aprisionado a Joseph no tardaron en cumplir con la orden que les había dado. En cuanto quedó libre, Joseph se colocó a gatas y empezó a jadear como si acabase de correr varios metros.

⸺¿Qué pasa? ¿No te puedes levantar? El otro tampoco podía, ¿puedes creerlo?

Joseph levantó la cabeza.

MetaficciónWhere stories live. Discover now