Mi Devoción #4

Capítulo 3: No somos primos de sangre.

LEVI

El instituto Royal es uno de los colegios más privilegiados de Beverly Hills, en donde estudian los hijos de las personas más adineradas, aunque claro, también hay becarios por los pasillos que les dan la oportunidad de pertenecer al campus.

Mis padres son parte del consejo del instituto, y son grandes influencers aquí dentro. Mi papá es un gran arquitecto, famoso y reconocido por sus grandes trabajos, y mi madre es la dueña de toda una academia de baile la cual es la número uno aquí en California. Así que mi hermana, mis primos y yo, estudiamos todos aquí. Mis tíos son parte del taller mecánico de mi abuelo y mi padre y todos son socios activos del negocio, es el taller más privilegiado de la ciudad, son realmente buenos.

Nuestras familias eran bien conocidas a donde sea que nos moviéramos, así que era difícil pasar desapercibido por las calles, y más por en el instituto.

Era costumbre caminar por los pasillos y escuchar los alaridos y los comentarios de las chicas refiriéndose a mí como un trozo de pastel. Yo no era egocéntrico ni mucho menos, pero cuando se trataba de mis dos primos, Archie y Trevor las cosas cambiaban. Esos dos eran pura diversión, no había algo que no se lo tomaran a chiste, a juego o a simplemente burla. Muchas veces tenía que desaparecerme de ambos para lograr un poco de tranquilidad, porque la verdad eran imparables.

Mi aspecto no era la gran cosa, pero las chicas no parecían compartir esa opinión. Era rubio, igual que papá, y los mechones de mi cabello siempre salían a flote hacia mi cara y tenía una manía absoluta por culpa de eso de estar lanzándolo hacia atrás, causando los suspiros de las chicas del instituto cuando me veían. Cualquiera creería que lo hago para llamar su atención, pero no, ya era parte de un hábito.

Mis ojos eran grises, pero muchas veces tomaban un color azulado, y no le encontraba explicación a eso. Mi abuelo dice que es porque tengo ambos ojos de él y los de mi abuela, que en paz descanse. Ava y yo no la conocimos, incluso mi madre tampoco, cuando conoció a mi papá ya ella había muerto, pero la verdad es como si no lo hubiera hecho. En la casa siempre se habla de ella, y hay fotografías de ella por todas partes. Papá la amaba y la admiraba mucho, y siempre nos cuenta las anécdotas vividas con ella para que siempre la recordemos como la gran mujer que fue.

Desde que entré en la pubertad he estado en el gimnasio así que tengo un cuerpo decente, y un tamaño un poco más elevado para un chico de mi edad, eso era porque jugaba al basketball, aunque lo que más me gustaba era el fútbol.

Era hora del almuerzo y me encontraba en la enorme cafetería sentado en una mesa con mis dos primos idiotas. Archie y Trevor no paraban de jugar con la comida y de lanzarles piropos a todas las chicas que entraban y salían de la cafetería.

Es mi diario vivir con estos dos.

—¡Guau Mariana, tantas curvas y yo sin frenos, mamasita!—Le suelta Archie a una chica de primer año.

Le doy un bocado a mi ensalada.

—¿Sabes que Mariana tiene novio, no?—Le digo y él me mira.

Archie se encoge de hombros.

—¿Y?—Pregunta sin culpa alguna.

—Pues que su novio es Tayler Mason, el chico de último año que practica boxeo.—Le recuerdo.

—Yo también practico boxeo, defensa personal, karate, esgrima, natación, fútbol, Krav Maga, soy un crack primo, somos un crack.—Termina de decir.—Ese Taylor "que practica boxeo" no me asusta.

Trevor se ríe y yo lo hago igual.

Es cierto, desde que entramos en la adolescencia nuestros padres, sin excepción, nos obligaron a tomar clases de todo tipo de defensa personal, según ellos de que era súper importantísimo tener técnicas de defenderse en caso de algún peligro. Así que desde que cumplimos más o menos los trece años, tenemos habilidad en estas cosas, es por eso que aunque seamos muy jóvenes muchas veces parecemos de más edad, porque nuestros cuerpos están bien esculpidos gracias a todos estos deportes que venimos practicando desde mucho tiempo atrás.