Capítulo 17: Es solo una misión.

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DAMON

—Deberíamos adelantar el plan—le digo a Marcelo con insistencia desde que llegué al almacén.

Su confusión se hace notar al instante.

—¿Te estás volviendo loco, Damon? Es imposible hacer eso.

—¿Por qué?—le pregunto como si no fuera obvio.

¿Estoy mal? Sí, lo estoy.

Desde anoche no paro de atormentarme con el momento que viví con Ava. Esa mujer es una explosión de pecado difícil de abandonar. Simplemente perdí la cabeza cuando la vi irse con Volkov en su auto de carrera. ¿Qué estaba pensando? Ni siquiera lo conocía yo totalmente y ella iba después de apenas cruzar varias palabras en unas horas y se marcha con él como si nada.

Me decía a mí mismo que lo hice por la misión, porque no podía dejar que otro se atravesara en el camino que llevo zanjando, pero algo dentro de mí que nunca antes había sentido me hizo arder el pecho.

"El estafador resultó estafado" recuerdo sus palabras después de que con mis dedos tuviera un orgasmo explosivo. Sí, al parecer intenté castigarla y el que resultó perdiendo la poca cordura fui yo.

Es que ponerle una mano encima a Ava termina acabando con la consciencia de cualquiera, y yo no sería la excepción. No podía, simplemente no podía mantener mis manos lejos de ella cuando la tenía cerca, y era una locura como ella se dejaba tocar así por mí.

Soy consciente de que esto no es una buena señal, así que tuve que recurrir como un cobarde a Marcelo para agilizar el plan. Terminar con Ava y con su familia ahora sería lo mejor que podríamos hacer. Esperar por ello sería un error.

Y lo digo en serio.

—¿En serio me haces esa pregunta? Es obvio, Damon. No estamos preparados aún. Los muchachos necesitan más entrenamiento, estamos haciendo lo que podemos pero a nuestro tiempo. ¿Qué te crees? ¿Qué vamos a levantar una guerra con cualquier enemigo? Pues no, se trata de los más fuertes, nos harían papilla en un segundo si adelantamos todo.

Eso también lo sabía, pero no perdía nada con intentarlo.

—Al parecer tu protegido no sabe entrenar muy bien a los demás.

Él suspira.

—Antoni lo hace muy bien, y lo sabes. ¿Qué tú lo harías mejor? Claro que sí, pero te empeñas en llevarme la contraria siempre. Deberías estar ayudándolo a entrenar a los demás, pero no quieres hacerlo.

—No soporto estar cerca de él un segundo, menos entrenando a los demás que nos ocupa todo el santo día.

—No deberían llevarse tan mal, somos del mismo equipo.

—Será él de tu equipo, pero no del mío, y mejor no hablemos de él ahora, estoy agotado—le respondo con la cabeza en otro lugar menos aquí.

Marcelo apaga la colilla de su cigarrillo aplastándolo contra el cenicero y desvía la atención de unos documentos sobre el escritorio a mí. Me siento observado por él de manera psicoanalítica así que intento no dejarme leer la cabeza con mi tensión muscular.

Mi Devoción #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora