Capítulo 19: Santa paloma.

463 31 12
                                    

Damon

Las ganas de correr detrás de ella y estamparla entre el matorral de la esquina fueron enormes, pero lo que me esperaba era algo importante que no podía dejar pasar.

Me quedo embobado unos segundos por su figura y su caminar y tengo que estrujarme la cara unas cuantas veces para no moverme tras de ella. Cuando la veo cruzar el umbral de la esquina en contra de mi voluntad me subo a la moto y salgo pitando de aquí antes de que cambie de opinión.

Ahora tenía un asunto que resolver.

Me adentro a la ciudad y vuelvo a perderme en el pueblo tan rápido como puedo llegando al almacén de los Alfas. La sangre me hierve, y la cabeza me empieza a armar una y mil razones de la foto y el mensaje que Ellie me envió hace minutos atrás.

Estaciono la moto a toda velocidad y corro hacia la entrada del almacén buscando a Jason como loco. Me encuentro a todos en círculos de chismes y murmurando cosas cuando llego. Comparto una mala mirada con todos que me miran esperando mi reacción.

—¿Dónde está Jason?—pregunto con rabia evidente. Todos se mantienen en silencio y se miran entre ellos como si estuvieran viendo quién va a ser el valiente en responder.—Mi paciencia se agota. ¿¡Dónde diablos está Jason!? ¿Nadie va a tener los cojones de responderme? Ya veo que quieren terminar con la cabeza entre las piernas.

Al fondo escucho que alguien se aclara la voz.

—Está en el almacén de armas—me dice uno de ellos con algo de miedo.

Ruedo los ojos y les paso a todos como bala. Son unos ineptos, solo sirven para chismorrear y perder el tiempo. Abro y cierro puertas hasta dar con el jardín de atrás y doy grandes zancadas hacia el almacén de armas que se encuentra cerca del campo de entrenamiento. La adrenalina me carcome y la rabia me inunda cuando abro la puerta y me encuentro semejante escena.

Ellie y Lola rodean a Jason mientras este tiene el peor aspecto en el que lo he podido ver jamás. Está sentado en un sillón con la cabeza recostada en el respaldo, y su semblante no me parece bueno. Su cara está toda magullada, tiene golpes por todo el rostro, y moretones en sus pectorales. Su nariz no para de sangrar y uno de sus ojos ni siquiera puede abrirse.

Maldito sea el canijo que le hizo esto.

Me acerco totalmente.

—¡Carajo! ¿Qué diablos pasó, Jay?—le pregunto arrodillándome frente a él.

Con trabajo me mira con uno de sus ojos y Ellie tiene los mocos hacia abajo llena de preocupación, mientras le limpia las heridas. Lola hace lo mismo limpiando unas gazas que se exprime toda la sangre en un balde que parece más un baño de sangre que agua limpia.

—Damon. ¿Qué haces aquí?—me pregunta Jason con voz rasposa.

—¿Qué pregunta es esa, Jason? ¡Estoy aquí por ti! ¿Qué diablos ocurrió?

—Se metió en una pelea y...

—Cierra la boca, Lola—le advierte Jason.

Mi confusión aumenta más.

—No, no te calles, Lola. ¿Qué ha pasado? Y quiero la puta verdad.

Mi Devoción #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora