6. "Cazadores de demonios"

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Glicinias. Las flores más bellas y escasas de la primavera, pero las más abundantes en todo el archipiélago Japonés. A pesar de verse menos, la primavera había comenzado, la época perfecta para ver crecer este tipo de flor. El enorme campo de estas se extendía más allá de los exteriores del bosque frondoso. Los cerezos marcaban el limite, sirviendo de utilidad como una clara frontera.

Aquel lugar está exactamente igual a como estaba justo antes de empezar la prueba. Con una pequeña diferencia. Las personas que ahora estaban allí reunidas no eran ni una cuarta parte de todas las docenas de aprendices que se presentaron para completar la prueba.

Eran un total de seis personas. Esas seis eran las únicas en haber superado los peligros del bosque. Bennet examinaba con la mirada a todos ellos, al estar ahí presente. Fue la primera en llegar, queriendo decir que su nivel como futura cazadora de demonios será único y espléndido.

Las hermanas de la primera noche también se encontraban allí, sólo que permanecían en silencio y apartadas de los aprendices, observando  el lugar del que llegaban todos los cazadores que lograban sobrevivir con una sonrisa hueca e inexpresiva. Era una sorpresa que fuesen tan pocos los que lo habían logrado.

Parecía que más cazadores llegaban. Bennet abrió más los ojos para tratar de ver mejor en la oscuridad, observando con atención los límites del campo de cerezos. Se escucharon voces y pasos al otro lado, y finalmente salieron de la vegetación no uno, ni dos, mucho menos tres. Siete cazadores atravesaron los límites, y se detuvieron, exaltados y cansados al ver que lo habían conseguido.

Todos habían pasado por alto una enorme mesa de madera, que destacaba por su longitud. Estaba cubierta por un mantel rojo, que lo decoraba. Encima, había lo que parecía ser una gran caja de madera abierta, pero que el contenido estaba cubierto por otro pequeño mantel del mismo color, que estaba colocado por encima.

Bennet reconoció al instante a un par de ellos. Más bien a Katherine y Hanya, aquellos que había ayudado hace unas noches. Se alegró de verlos sanos y salvos, pero no se acercó para recibirlos, mucho menos para felicitarlos.

-¿Lo..conseguimos? -preguntó Aria, algo estúpido al verse claramente como habían cruzado. Pensó que el demonio que se encontraron a última hora les alcanzaría, y que no lo contarían.

-Eso parece -contestó Soul

El joven Evangelion examinó el lugar con detalle. Se dio cuenta de las pocas personas que habían logrado llegar, se esperaba que por lo menos la mitad de todos sus compañeros llegasen hasta el final. Se sintió estúpido al saber que se equivocaba.

Todos tenían los ropajes destrozados, echos picadillo. Algunos estaban ensangrentados, otros estaban heridos. Soul se implicó simplemente en saber el estado del grupo en el que estuvo. Los únicos heridos eran Keisuke y Hanya, pero ya estaban tratados y se curarian. Ya no tenía de qué preocuparse. ¿Verdad?

Keisuke, en cambio, lo primero que hizo al saber que ya estaba a salvo fue agacharse por el repentino dolor que le empezó a arder en la zona abdominal. Se llevó la mano ahí, y trató de respirar con regularidad. Aria se fijó en las hermanas, que casi parecian estatuas al apenas moverse. Kiyoshi aún seguía mentalmente en el encuentro con aquel demonio, y Ein pudo notarlo. Trató de tranquilizarlo acariciando su cabello.

Hanya aún permanecía alerta. Su instinto le decía que aún no podía relajarse, que aún no estaba a salvo. Y Katherine se agachó junto a Keisuke para comprobar su estado, algo preocupada.

-¿Qué sucede? -Katherine agarró a Keisuke por el hombro, para hacer que se centrara en ella

-Nada, nada. -Keisuke se limitó a morderse el labio inferior- Dolores repentinos, nada más.

Kimetsu no Yaiba SDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora