Como aún quedaba una media hora para la gran hoguera, Mikey salió diciendo que tenía una cosa pendiente. A todos les dio igual, menos a Draken, que le miró sabiendo a donde iba realmente, por lo que le siguió a escondidas, poniendo la excusa de que seguramente Mikey se perdía si iba solo. Le pudo divisar tras cruzar unos cuantos pasillos y esquinas. Estaba hablando y adivinó de lleno con quien; con la sombra. Pero, una de las frases que dijo en ese momento, hizo que se quedase helado, y la dijo bien alto.
Mikey: ¡Izana...! ¡¿Qué está haciendo Senju?!
Draken: ¿Izana...?
No pretendía decirlo alto, pero los dos le escucharon. La sombra se volvió visible y un cuerpo transparente pero a la vez moreno apareció frente a él con los ojos abiertos como platos. Mikey miró primero a su amigo y luego a su hermano. Tras eso, saltó para que Draken no le viesen visiblemente. Pero, ya era tarde.
Izana: ¡Draken...!
Draken: ¿Eras... Izana desde el principio...? No puede ser... ¡¿Mikey tenía razón?!
Mikey: Ya ves, Ken-Chin, soy listo como tu... O más que tú porque yo lo adiviné primero.
Sonrió, pero los otros no estaban para reírse. Izana empezó a temblar para ponerse detrás de Mikey escondido. Otra persona sabía de su existencia, ¿qué pasaría ahora? Entonces, detrás de Izana, otra voz conocida empezó a hablar de la nada.
Inui: Izana, no tengas miedo... Si Mikey no ha sido capaz de contárselo a Senju sabiendo por todo lo que ha pasado y todo lo que ha mentido para protegerte, Draken menos. ¿No, Draken?
Lo dijo mientras le ponía una mano en los hombros. Notó un escalofrío a pesar de ser un fantasma. En cuanto a Inui, miró a los ojos de Draken esperando su respuesta. Asintió aún con muchas preguntas. Tras eso, se acercó por fin. Le puso una mano a Izana, que hizo que se asustase más, pero sonrió.
Draken: ¡Cuánto tiempo... Izana...!
Inui: ¿Y yo no o qué...?
Draken: A ti te vi ayer... Pero no materializado como ahora.
Claro, ahora hablaba con su cuerpo de verdad, no con el de Emma. Le sonrió tras la mirada de juzgar que le había puesto, pero desvió su mirada al otro fantasma.
Inui: Izana, sé que no quieres arriesgarte a que Senju le cuenta a los otros lo que estás haciendo, pero en la gran hoguera pueden pasar cosas terribles y tenemos que estar todos, ¿lo entiendes?
Mikey: Un momento, un momento...
Draken: Eso, ¡un momento...!
Mikey: Me habías dicho que no querías que Senju lo supiese porque ella era una destructora, ¿no es así?
Izana: Em... ¿Sí?
Inui: ¡¿Destructora...?!
Draken: ¿Qué es una destructora...?
Se giraron a él ya que era el único que no sabía de lo que hablaban. Aún así, no tenían tiempo. Inui miró con los ojos abiertos a Izana, esperando una explicación.
Inui: ¿Cómo que una destructora, Izana...? ¿Me he perdido en algo?
Izana: No... Pero... Ah... Lo siento, Mikey. Te mentí.
Mikey: No lo entiendo.
Draken: Yo menos.
Izana: Existen, aparte de los tres tipos de fantasma, derivaciones de cada uno... Senju no es una destructora, eso era antes... Pero cambió al volverse humana.
Mikey: ¿Entonces qué es?
Izana: Senju es una derivación de los esclavos llamada el fantasma alerta...
Inui: Sí, y este sigue unas órdenes de que debe vigilar que todos los fantasmas cumplan con su deber en todo momento. Si descubriese lo que Izana, o bien yo, estamos haciendo ahora mismo con vosotros, se lo chivaría a los destructores y sería el fin...
Los dos bajaron la cabeza al mismo tiempo. Los dos que no eran fantasmas se miraron sin saber qué decir. Bueno, Draken asintió.
Draken: Vale. No sé lo que está pasando en verdad, pero habrá que prepararse para la hoguera, ¿no?
Izana: Algo grande va a venir, Draken... Y no aseguro que todos sobreviváis.
Lo dijo mirando a Mikey, que se quedó con cara de tonto y sorpresa. Se señaló con lástima.
Mikey: ¿No voy a sobrevivir o qué...?
Izana: Ojalá.
En ese momento, los dos se giraron. Tras eso, se despidieron mirándoles con una sonrisa y desaparecieron. Ellos volvieron a la realidad cuando se dieron cuenta de que alguien les hablaba y zarandeaba a la vez.
Emma: ¿Os encontráis bien...?
Sanzu: ¿Os habíais muerto o qué...? Ojalá.
Sonrió pero los otros suspiraron. Miraron a los lados. Solo estaban ellos dos allí en el pasillo mientras les llamaban chasqueando los dedos. Reaccionaron con una sonrisilla.
Draken: Sí, sí... Estamos bien...
Mikey: ¿Adónde vais con esa ropa?
Lo dijo cuando se dio cuenta de que Emma llevaba un abrigo y la bufanda, aparte de las botas y los guantes mientras que Sanzu llevaba casi lo mismo, pero con la manta. Este último fue el que respondió con un soplido e irónicamente.
Sanzu: Vaya... Nos vamos a ver la increíble y emocionante gran hoguera que se celebra en algún lugar interesante... Vaya... Que ganas tengo de ir...
Draken: ¿Ya es la hora?
Emma: Casi, casi. Os veníamos a buscar hasta que os hemos encontrado así parados.
Sanzu: ¿Habéis entrado en la realidad alternativa o qué?
Los dos se miraron al momento. Podría ser, pero los ojos azules no habían aparecido. Miraron a Sanzu que estaba esperando perder cuanto más tiempo mejor. Negaron.
Sanzu: Jo, podíais haber metido alguna conversación más... No me importaría llegar tarde, es lo que prefiero de hecho.
Mikey: ¿Y Senju? ¿Y Takemichi?
Emma: Senju ha desaparecido...
Sanzu: ¡Sí! Estaba en el cuarto y de repente ¡ya no estaba! Increíble...
Emma: ¡No me interumpas, imbécil! Sí, en cuanto a Takemichi, se ha bajado para ver si puede encontrar alguna pastilla que le quite el malestar y demás.
Se quedaron callados, esperando a que los otros dos, los que no estaban con nada puesto, se moviesen o tomasen la decisión de ir a prepararse. A Emma no parecía molestarle ir, a Sanzu se le notaba más que a nadie el entusiasmo que llevaba; bajo cero.
Sanzu: ¿Para qué quiero ver que queman un árbol de Navidad...? Aunque... Ahora que lo dices... ¡Es interesante! A lo mejor se quema Senju también.
Emma: Que malo eres...
Sanzu: No, si ese es mi deseo de Navidad, oye.
Draken: Pues nosotros nos vamos, nos vestimos y volvemos. Id bajando, nos vemos abajo.
Mikey: ¡Adiós...!
Les dejaron solos. Los otros dos se miraron, pero Emma sonrió. Bueno, pues irían bajando. Mientras le ayudaba a bajar por las escaleras, le susurró algo.
Emma: Senju suele meterse ahí, en ese cuarto. A lo mejor, ahora que puedes ver y hablar con fantasmas, puedes ver qué hace.
Sanzu: No me interesa nada de nada, hazlo tú.
Emma: Ya te vale...
Por lo menos, abajo estaba la chimenea y hacía calor. Decidieron disfrutar de él todo lo que pudieran ya que estarían fuera mucho tiempo, según decía Senju. En la recepción, pudieron ver a Takemichi con algo en la mano. Tenía mal aspecto, normal, ¿a quién se le ocurre meterse en agua con hielo en pleno invierno y en una montaña helada?
Sanzu: A la idiota de mi hermana.
Emma: Vale, no te muevas. Voy a verle.
Sanzu: Tampoco puedo. Las pruebas de esa maldita me han dejado más muerto que nunca. Prefiero no moverme mientras pueda usar mi arma secreta; la silla.
Emma: Que sí. Ahora vuelvo.
Vio como se dirigía a él dejándole solo. Suspiró pero, al desviar la mirada hacia el otro lado, notó un dolor punzante en el ojo. Alguien le arrancó el parche con fuerza y le hizo muchísimo daño. Se mordió los labios para no gritar. Miró para ver quién había sido el responsable y pudo divisar la figura de su hermano tras él. Cuando le fue a gritar, le puso una mano en la boca y se acercó para susurrarle.
Takeomi: Ten cuidado... Que la presión no pueda contigo.
Sanzu: ¡¿Qué maldita presión...?!
Takeomi: ¿Para qué te estoy tapando la boca si aún así gritas...? Ah, mira. Si la presión puede contigo, estás acabado.
Sanzu: ¡Tsk...! ¿Cuál presión...?
Takeomi: La fantasmal.
Se desvaneció al momento. Se tapó corriendo el ojo izquierdo y buscó desesperado su parche. Nada por el suelo, nada por la silla... De pronto, algo hizo que mirase la chimenea de manera involuntaria. Entre las rocas, el carbón y los troncos, pudo distinguir algo que se estaba quemando y había sido recientemente. Lo reconoció, era el parche. Se mordió los labios y, cuando fue a decir una palabra, notó que la silla se movía. Se giró hacia atrás buscando al autor de la idea, y lo encontró...
Emma: ¿Qué te pasa ahora...? Siempre tienes que estar enfadado por algo, Sanzu.
Al verla, suspiró. Se dio cuenta de que seguía con la mano puesta. Emma se la quitó del ojo para comprobar su ojo azul. Cuando preguntó por él, solo subió los hombros. Takemichi, a su lado, le sonrió.
Takemichi: ¿Cuántos fantasmas ves ahora...?
Sanzu: Ninguno... Ah, sí, uno. ¡A ti!
Takemichi: Yo no soy un fantasma.
Sanzu: Lo sé, pero eres igual de pesado que ellos.
Emma suspiró, pero a Takemichi le dio igual su comentario. Unos minutos después, bajaron los otros dos por las escaleras hasta posicionarse donde estaban todos. Senju apareció otro segundo después con una sonrisa. Era la primera vez que llevaba el gorro, la bufanda y los guantes, y por eso sorprendió.
Senju: ¿Nos vamos?
Asintieron aún un poco en blanco. Sin preguntar, cogió el manillar de la silla y decidió llevarla ella. No era seguro que pudiese ir por la nieve, pero por probar... Senju les llevó justo al centro, unos metros lejos de su hostal y del resto. Había un árbol de muchos metros de alto cubierto de madera de arriba a abajo. Incluso llevaba pintada una carita sonriente. Hacía más frío que de costumbre ya que nunca habían salido tan tarde afuera. Por no añadir que era de noche y las únicas iluminaciones venían de dentro de los hostales y de los lejanos faros de las pistas de esquí. Senju les posicionó en la parte más cercana a ellos, incluida la silla de ruedas que, sorprendentemente, había aceptado ir por la nieve. Había mucha gente alrededor y de todas las edades y tipos mirando. Todos esperaban con ganas que la gran hoguera diese comienzo y se incendiase todo el árbol. Aún así, ni con todo el equipamiento que llevaban para no pasar frío había forma de librarse del aire del norte. Les estaba congelando.
Senju: Tranquilos, cuando se encienda, ya no pasaréis tanto...
Mikey: Ah... ¿Falta mucho...?
Senju: Un par de minutos o así, ¿por qué?
Mikey: Pues porque tengo hambre... ¡Jo...!
Todos se rieron menos Mikey. Levantaron de nuevo la vista al árbol. Era enorme en todos los aspectos, pero estaba tan oscuro todo que no se apreciaba. De hecho, estaba todo tan oscuro que Sanzu no veía si había o no fantasmas. Pero, de repente, notó un dolor punzante en la cabeza. La agachó con los dientes apretados. Nadie se dio cuenta en un principio, pero él sí que lo notó. Había algo allí que le estaba poniendo nervioso, le faltaba el aire y le dolía la cabeza. Miró para ver lo que era, pero no logró ver nada. Estaba seguro de que esa sensación ya la había tenido alguna vez. Le pasó por la cabeza una vez que ocurrió algo similar en el cuarto y, al salir, se encontraba mucho mejor. A lo mejor, si se alejaba de allí, se encontraría mejor. Se levantó de la silla temblando.
Senju: Oye, ¿qué haces?
Sanzu: Tengo que salir de aquí...
Mikey: ¡Sanzu, si te vas, tráeme comida!
Sin despegar sus dientes de los labios o los párpados y sin parar de temblar, fue capaz de levantarse del todo para ir por detrás del árbol para irse dentro de nuevo. Tal vez el frío o así... Entonces, abrió los ojos para ver por donde iba, pero algo hizo que dudase de su propio plan. Tampoco veía, lo hacía pero borroso. Por primera vez, el pinchazo hizo su efecto más poderoso de todos en su cabeza y, sin poder gritar del dolor, su cuerpo actuó de otra forma la cual él no quería. Se desmayó. Antes de hacerlo, Draken le llegó a coger pensando que había perdido el control en las piernas. Pero, al ver que ya no reaccionaba, miró a los otros.
Draken: Senju, tú hermano...
Senju: ¡No...! ¡No se puede desmayar ahora...! ¡Despierta, Sanzu!
Mikey: ¿Por qué se ha desmayado...?
Takemichi: Seguro que por el frío, yo también estoy apunto...
Izana: Mikey...
El susurro le vino de imprevisto por la espalda. Se dio la vuelta, pero estaba tan oscuro que no se veía nada. Bueno, más o menos. Alcanzó a ver una pupila morada bastante transparente. Supo de inmediato que allí estaba Izana, pero no le podía ver por su invisibilidad.
Izana: Mikey, ¿recuerdas lo que te dije...?
Mikey: ¡Me has dicho tantas cosas que ya no sé ni de cual me hablas...!
Emma: ¡Mikey, deja de hablar sólo...!
Mikey: Está bien...
Aunque, le hizo una señal para que siguiese hablando. Su hermano voló hasta ponerse en su oreja para hablar en susurros.
Izana: Lo de la presión que hacen los fantasmas, llamada la presión fantasmal.
Mikey: No te piensas mucho los nombres, ¿verdad?
Izana: ¡Mira, Mikey...! Me estoy arriesgando a que me vea Senju y cualquier destructor para ayudarte, así que o te lo tomas enserio o me voy de aquí.
Mikey: Vale, vale...
Sin que le dijese nada Izana, recordó la última vez que habían hablado de eso. Si había una cantidad exacta de fantasmas, a Sanzu le empezaba a doler la cabeza y, si Izana cruzaba el marco de la puerta, podía matarlo. Miró a Sanzu ahora. Si estaba inconsciente, quería decir que había más fantasmas allí. No sólo más, muchos, muchos más. Por lo que, miró a Izana.
Mikey: ¿Qué podemos hacer para que se despierte?
Izana: Puedo irme yo, pero estar alerta... Aunque no creo que surja efecto. Hay tantísimos que, si solo desaparece uno, sería lo mismo que no hacer nada...
Mikey: ¿Entonces...?
Izana: ¡Llévatelo de aquí...! Mientras la gran hoguera no empiece, tienes tiempo de...
De repente, se quedó callado al notar que alguien más estaba poniendo atención a su conversación. Unos ojos azules en la oscuridad les miraban a los dos, sobretodo al fantasma. Casi se le para el corazón, el cual no tiene, al verla.
Izana: ¡Senju...!
Senju: Izana... ¿Estás teniendo contacto con Mikey...?
Izana: ¡No...! ¡Yo no...!
Senju: Oye, Mikey... ¿Estás hablando tu solo...?
Le miró esperando su respuesta con los ojos demasiado abiertos. Daba miedo. Izana sí que lo tenía. Si le decía la verdad, adiós. Moriría si Senju se lo decía a un destructor. Se materializó y se sentó en la nieve mientras Mikey se ponía una mano en la cabeza.
Mikey: Lo siento... Estaba pensando en alto...
Senju: Ah, ya veo, ya...
Miró a Izana con cara de estar juzgando, pero lo dejó pasar. Se acercó a Mikey con expresión de miedo hasta que le soltó el plan.
Senju: ¡Mikey, tenemos que sacar de aquí a Sanzu como sea antes de que el árbol empiece a...!
Mikey: ¿El árbol...? ¿Por qué...?
Al mirar arriba, se dio cuenta de que la gente empezaba a gritar, y no era precisamente del terror, sino de la alegría. El árbol se empezó a incendiar de arriba a abajo. No sólo Senju, también Izana se pusieron nerviosos. Corrió hacia su hermano.
Senju: ¡Despierta, Sanzu...! ¡No es hora de echarse la siesta...! ¡Tenemos que pelear...!
No funcionaba, solo conseguía mover el cuerpo de su hermano de arriba a abajo sin resultado. Miró al árbol. El fuego bajaba lentamente pero era violento. Entonces, hizo lo primero que se le ocurrió; cogió, agarrándolo del hombro, a su hermano. Lo llevaría ella si hacía falta, pero no se podían quedar parados. Pero claro, Senju era bastante bajita y pequeña, por lo que no podía llevarlo sola.
Draken: Déjamelo a mi... Yo ya lo he llevado varias veces.
Le cogió a caballito mientras Senju no le dejaba de meter prisa. Entonces, al echar a correr, una rama del árbol gigante y ardiente cayó frente a ellos. Draken se quedó paralizado y Senju miró arriba. Una figura negra, una sombra que sacaba la lengua y tenía ojos de serpiente les miraba sonriendo. La saludó desde lo alto, donde estaba volando. Senju se horrorizó.
《¿Qué hay, Senju...? ¿Vas a intentar protegerlos?》
Senju: ¡Haré lo que haga falta por ellos...! ¡Así es como trato de erradicar mi error, idiota...!
《Ya veremos. 》
![](https://img.wattpad.com/cover/333843867-288-k667048.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Viaje fantasmal (Senju 4)
Paranormal¡Senju ha vuelto...! Pero esta vez, más humana que nunca. La culpa de perder a todos sus amigos mientras ella era una fantasma asesina la reconcome por dentro. Usando sus técnicas especiales y varios contactos, Senju trata de hacerlos volver. En cam...