La propuesta de Senju

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Después de la comida, Mikey y Sanzu se fueron al cuarto del primero para poner la televisión. Al final, a Emma le había tocado de nuevo hacer las mismas tareas, incluyendo la compra, mientras los otros no ayudaban en nada. Senju había desaparecido en su cuarto y los otros dos ya se habían puesto a mirar la televisión con la tripa llena. No había nada demasiado interesante pero tampoco apetecía mucho hablar.
Mikey: Oye, Sanzu. ¿Vemos la tele dados la vuelta?
Sanzu: ¿Cómo...?
Mikey: Con la cabeza fuera de la cama y boca arriba. Así no es tan aburrido todo, ¿no?
Sanzu: ¿Pretendes que la sangre se nos vaya a la cabeza?
Mikey: Sí.
Sanzu suspiró, no se iba a mover. Ni lo intentó siquiera. En cambio, a su lado, Mikey ya estaba haciendo el bruto con la cabeza como había dicho. Los dos siguieron viendo la televisión pero cada uno a su modo. De nuevo, seguía sin haber nada interesante en ella, por lo que se ponían a mirar a otras parte y demás. En ese momento, unos golpes sonaron al otro lado de la puerta. Los dos desviaron la vista lo más rápido posible, como si acabasen de presenciar su salvación. Sin decir nada, abrió la puerta. Las dos personas al otro lado pasaron sin más, sonriendo, más la primera que la segunda. Mikey abrió los ojos, Sanzu suspiró. Draken y Takemichi acababan de entrar en la habitación y, el primero de los dos, fue andando hasta tocar el pelo a Mikey. Los dos sonrieron.
Draken: ¡Tú! Deja de ver la tele ya y vamos a movernos un poco.
Mikey: ¡Anda ya...! Ya me podrías dejar dormir un poco, ¿no crees?
Takemichi: ¡No, Mikey! ¡Hemos venido a jugar...!
Sanzu: Será a molestar...
Los dos recién llegados miraron mal a Sanzu que no tenía su cara de pillo de siempre, sino una más seria. Mikey se movió lo suficiente para dejar espacio a los otros dos y se sentaron todos juntos en la cama. De hecho, cogieron las cartas para jugar mientras hablaban, empezando por Takemichi.
Takemichi: Esta noche me pasó algo muy extraño. Bueno, a ver... No estoy muy seguro porque ayer me dolía la cabeza después de la película y tal pero... Bueno, aún así...
Sanzu: ¡¿Pero quieres arrancar ya?!
Takemichi: Que te calles, Sanzu... Que sí, volviendo al tema... Cuando volvía a casa, pude ver como una silueta me seguía por detrás. Al girarme, no era capaz de ver quien era o si seguía detrás de mí. Me quedé detrás de una esquina y vi como seguía hasta cruzar por donde estaba y...
Mikey: ¡Pleno!
Draken: Mikey, eso es de bolos...
Mikey: Ah, pues, cuatro sotas juntas.
Draken: Tampoco son sotas... Pero da igual. Takemichi, ¿qué pasó entonces?
Takemichi: Desapareció.
Todos, menos Sanzu, se giraron a mirar a Takemichi después de su afirmación. Tenía los ojos bajos, pero no siguió contando. Lo dejó en esa frase, en esa palabra. Tras eso, Sanzu devolvió una mirada de asesino a Draken. Lo hizo mientras resoplaba.
Sanzu: Sabes que te toca, ¿verdad?
Draken: Ah, voy, voy... Pero, Takemichi, sigue, por favor.
Takemichi: No puedo. No recuerdo nada más a partir de ahí.
Sanzu: ¡¿Y cómo demonios llegaste hasta tu casa, idiota?!
Draken: Sanzu, cálmate, oye.
Takemichi: Bueno, a tu pregunta, Sanzu... Em... Me he despertado en mi cama, pero no recuerdo regresar.
Mikey: Ah, pues a nosotros casi nos atropellan.
Takemichi y Draken: ¡¿Qué?!
Los dos miraron con los ojos abiertos no, lo siguiente, a su amigo. Mikey lo había dicho tan normal que incluso el cuarto jugador, Sanzu, echó la cabeza hacia atrás. Mientras echaban las cartas, quisieron más detalles, aún con su cara de sorpresa.
Mikey: Sí, y se ha quedado sin silla de ruedas.
Sanzu: Para tu información, Mikey, Senju me ha dado una silla. Bueno, dice que me la ha "devuelto", pero no sé a qué se refiere con eso.
Mikey: Por cierto, hace mucho frío, ¿no?
Los tres le miraron. Por una vez, tenía razón, hacía frío. Y ese frío se intensificó en cuanto Senju entró por la puerta sin decir nada. Sanzu suspiró más fuerte mientras se ponía la almohada de Mikey en la cabeza y lanzaba su carta. Su hermana traía noticias y se notó por su gran sonrisa. Se puso ella también sentada en una esquinita de la cama mientras saludaba a los invitados.
Senju: Me han dicho que si cogemos el próximo autobús que pase por aquí en eso de dos horas o así podemos llegar a un sitio bueno para celebrar nuestra Navidad. ¿Os hace?
Takemichi: ¿Nosotros también estamos invitados?
Senju: Sí, claro.
Sanzu: ¿Quién te ha dicho qué...?
Senju: Ellos.
Sanzu: ¿Ellos? ¿Los mismos que supuestamente me han dado la silla de nuevo?
Senju: Exactamente.
Se miraron sin entender a quien se refería. Nadie lo sabía, en verdad. Pero, no la iba a forzar a hablar. Volviendo al tema, ¿a qué lugar se refería?
Senju: No lo sé, pero por probar no se pierde nada, ¿no?
Sanzu: Tiempo.
Senju: Que te calles, aguafiestas... ¿Por qué no probamos y miramos a dónde nos lleva y tal...?
Mikey: No convence, Senju. Y mira que te lo dice el más inocente de la sala.
Senju suspiró. ¿No habría forma de atraparlos en su trampa a esos cuatro? A ver, no era una trampa, pero sí intentaba persuadirlos para poder irse todos juntos. Tal vez, si conseguía que Emma le diese la razón, el resto aceptarían. Cuatro chicos no son capaces de cuidarse unos a otros ellos solos, y menos estos cuatro chicos... Por lo que, fue corriendo a la cocina, donde estaba Emma. Le contó su plan.
Emma: ¿Eso es seguro?
Senju: ¿Por qué no?
Emma: No sé... Coger un autobús a ciegas es un poco arriesgado, ¿no crees?
Senju: No. ¿Por qué?
Emma: ¿Y, entonces, para qué les haces caso a ellos? Quienes quieran que sean ellos...
Senju: ¿Y si tienen razón?
Emma: ¿Puedes dejar de responder a mis preguntas con más preguntas?
Senju: ¿Y si no quiero?
A la respuesta de su amiga, Emma la miró con cara de estar juzgando en silencio. Terminó de limpiar con el trapo la encimera y se lo pasó a Senju. Ella lo agarró al aire mientras no la perdía de vista. Salpicó, nadie lo negó. Pero ese era el primer paso de Emma para negociar. Sus ojos amarillos la miraron con una sonrisa juguetona de acompañamiento. Tanto, que le recorrió un escalofrío por la espalda.
Emma: Veamos... Si eres capaz de recogerme la cocina, el baño y vuestro cuarto, iré. Y, como yo voy, Mikey vendrá. Y, resulta que Sanzu no se puede quedar solo por sus condiciones, por lo que también cogerá el autobús. ¿Te parece?
Senju: ¡Sí! Pero... ¡Jope! ¿El baño también...?
Emma: Sí, quiero verlo más blanco que la nieve.
Senju: Tsk... ¿Y la parte del cuarto de Sanzu también...?
Emma: No me rechistes... ¡Corre, que se va el bus!
A su frase, Senju cogió el trapo mejor y echó a correr a su cuarto. Empezaría por lo fácil. Mientras tanto, Emma sonrió de nuevo, mirándola de reojo. Entonces, cuando cruzó el marco de la puerta de la cocina, un ruido se escuchó por detrás. Y no fue un ruido simple, fue más como cristales rotos y demás. Al girarse comprobó que tenía razón. La encimera que estaba limpiando se usaba para guardar los vasos de cristal y alguna que otra copa. Al haber cruzado la puerta, todos esos aparatos de cristal se habían desparramado por el suelo, convirtiendo la cocina en un infierno de pinchos. Se quedó congelada, pero suspiró, cogiendo la escoba. De nuevo, miró de reojo a Senju. Había algo raro en ella...

Viaje fantasmal (Senju 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora