La montaña helada

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El viaje transcurrió esta vez con tanta normalidad que era inesperado. El problema de este, era eterno. Bueno, ¿cuánto se tardaría en llegar realmente? A ver, las montañas heladas suelen estar muy lejos de las rurales. Fácilmente, podría haber pasado ya un día o así. Aprovecharon los momentos en el que el autobús paraba para bajar a comprar comida e ir al baño y los momentos en el que todo el autobús se tranquilizaba para poder dormir. Senju no hizo ninguna de las actividades dichas anteriormente. Ni comió, ni durmió, ni fue al baño en todo el tiempo. Solo miró por la ventana.
En un momento, estaban subiendo de nuevo al autobús con su comida nueva para hacer algo parecido a cenar, ya que no les llenaría ni la mitad. En la que subieron, se quedaron congelados viendo como Senju estaba hablando completamente sola con el asiento de detrás. Se quedaron más que congelados al verla así y, cuando se dio cuenta de sus presencias, volvió la cabeza a la ventana sin dar mucha más importancia. Los otros pasaron y se volvieron a sentar en sus sitios, Sanzu guardado la distancia.
Emma: Eh... Vale. Draken, ¿qué tenemos de comida?
Draken: Entre nada y menos. Senju, ¿comes?
Senju: No, gracias...
Sanzu: Pues más para mi, já.
Cenaron más bollos y bolsas de comida que en cualquier fiesta que hubiesen estado. Claro, lo hicieron sin ganas y masticando lentamente, como con asco. Senju lo miró con una sonrisilla.
Senju: Vaya cara tenéis, eh. Que ganas tenéis de cenar...
Takemichi: Ya no me apetece más, muchas gracias...
Emma: Si apenas has comido, Takemichi...
Takemichi: Es que hemos cenado lo mismo que hemos comido. No entra...
La cena no fue lo mejor. La noche hacía rato que había entrado, pero no tenían sueño puesto que ya habían dormido antes. Mikey y Takemichi iban detrás de Sanzu y Senju y miraban el asiento con miedo y curiosidad a la vez. ¿Con qué hablaba Senju? O, mejor dicho... ¿Con quién...?
Senju: No es necesario decirlo a cada rato, siempre son los mismos, ¡ellos!
Sanzu: Yo ya paso. Me da igual haber dormido antes, cualquier cosa antes que escucharla...
Mikey: A mi me da miedo, y eso que soy capaz de dormir.
Los dos se miraron, dándose la vuelta al asiento, claro. Luego, miraron a Emma y a Draken, los cuales negaron. Tal vez, como Senju había sido tanto tiempo un espíritu y demás, ahora le pasaba factura con la esquizofrenia. Pero, mejor no mencionar... Sanzu suspiró, mirando a Draken como si pidiese ayuda, la cual Draken le devolvió con una más pilla.
Draken: ¿Qué le vamos a hacer? Ya iremos al hospital cuando volvamos.
Sanzu: Te odio...
Draken: Muchas gracias. Que me digas eso de tu parte me da completamente igual...
Sanzu: ¡Te odio!
Draken: Ya me he enterado, pesado...
Volvió a suspirar, mirando ahora para el lado de Senju. No podría hacer nada por ella, ni quería. Cerró los ojos mientras bajaba la cabeza, antes de que sintiese una colleja en la parte superior de ella. Supo exactamente de donde vino, provenía de Mikey, justo detrás de él. Al mirarlo, le puso una sonrisa de oreja a oreja. Al momento, no sólo fue a Sanzu, ya que gritó de la emoción por todo el autobús. De hecho, se bajó de su asiento y echó a correr por todo el pasillo.
Mikey: ¡Sanzu, Sanzu! ¡Ken-Chin, Takemichi, Emma! ¡Hemos llegado, hemos llegado! ¡Por fin!
Senju: ¿Ya? ¿Sí? Ya veo, Mikey se ha adelantado. Bien visto, Mikey.
Primero miraron mal a Senju, luego a Mikey. El autobús se detuvo al segundo y Mikey cayó rodando hasta el principio. Se empezó a reír tras el golpe mientras se levantaba. Takemichi fue en su ayuda mientras cogía la mochila llena de comida basura y golosinas. Los otros salieron con la mayor calma del mundo. Bajaron los escalones y la silla hasta tocar suelo. Era hielo al completo. De hecho, eso trajo problemas incluso antes de mirar el resto de la montaña.
Sanzu: ¡Ostras, que me mato...! ¡Maldita silla, como resbala...!
Draken: Si no podemos usar la silla, vas a tener que andar.
Sanzu: No puedo ¡andar!
Mikey: ¡Ken-Chin, Ken-Chin! ¡Mira, mira, mira! Tu también, Sanzu.
Los dos levantaron la vista sin haber resuelto el problema de la silla. La montaña helada era enorme, sin exagerar. Tenía mucha, mucha nieve y mucha, mucha gente. Había varios focos que alumbraban las pistas que estaban siendo utilizadas. Sí, había pistas para esquiar. Muchas y cada una más larga y alta que la anterior, sin contar que también era grande. Había un tipo de teleférico con sillas, mejor dicho, telesillas. Con eso ayudaban a los esquiadores a subir a lo más alto. Estaba construido de metal, de hecho. A uno de los lados había muchas casas con muchos colores navideños, humo y sensación de calor adentro. Seguramente, hostales. Nevaba mucho pero apenas se veía por la oscuridad y la cantidad de nieve alrededor, además de lo rápido que caía. Todos se quedaron sorprendidos, pero para bien ya que sonrieron.
Mikey: ¡Es genial...! ¡Vamos a hacer un muñeco de nieve!
Takemichi: ¡Sí, sí! ¡Allí hay más nieve, Mikey! ¡Vamos...!
Emma: ¡Alto, vosotros dos...! Senju es la guía, nosotros la seguimos.
Los ánimos se convirtieron en suspiros de los dos y se giraron a la más pequeña de todos. Sus ojos y su pelo estaban llenos de nieve, pero no se notaba puesto que era muy blanca, de pelo y de piel. Hizo una leve sonrisa y comenzó a caminar hacia los hostales, tirando de la manga de Mikey.
Senju: Primero dejamos las mochilas, luego ya jugamos todos juntos con la nieve.
Sanzu: ¡Paso! ¡Me estoy helando!
Senju: Vale, te puedes quedar, quejica...
Los hostales no estaban muy lejos. No tardaron en llegar nada. Había una sala de recepción, un sillón y una chimenea. Sobretodo la chimenea llamó la atención.
Sanzu: ¡Ah, sí...! ¡Calorcito por fin!
Emma: No te lo niego. ¡Ay, el calorcito...!
Bueno, sin meternos en los detalles, increíble y sorprendentemente había una habitación reservada a su nombre. El problema no era ese, sino que el nombre era de...
Draken: ¿Cómo...? ¿Mitsuya...?
Mikey: ¡Aquí debe haber una equivocación...! ¡Mi amigo Mitsuya está...!
Draken: ¡Sh! No es necesario saberlo... A lo mejor, lo reservó antes de que le pasase eso.
Takemichi: ¿Hace tres meses?
Asintieron los dos. Pero luego subieron los hombros. Si ya estaban allí, con lo que habían tardado y costado, no se iban a ir por un nombre. Llamaron a Sanzu y a Emma y subieron todos. De nuevo, un problema vino repentinamente y que hizo que, no sólo Sanzu se enfadase, sino todos.
Sanzu: Enserio... ¡¿No hay ascensor?! ¡¿Cómo no hay ascensor si hay tres o cuatro plantas?!
Draken: A mi no me hace ni pizca de gracia... Oírte quejarte de todo va a ser más insoportable subiendo escaleras que subiendo por el ascensor.
Sanzu: ¡Mi problema no es el tuyo! Tu caminas bien...
Senju: Uno de ellos te puede coger, Sanzu. No pesas demasiado si...
Sanzu: Si me vas a hablar de tus amigos imaginarios me subo mejor andando...
Senju se quedó callada mientras Sanzu se levantaba de la silla y se apoyaba de una barandilla, dejando caer todo su peso sobre su brazo y ella. Subió un pie y luego el otro. Draken, Senju y Mikey se les adelantaron, poniendo la excusa de que iba demasiado lento.
Draken: Vamos subiendo y abriendo.
Takemichi: Jo, ya os vale. Pobrecito...
Emma: Yo también me quedo con él.
Senju: Nos vemos entonces, pringados.
Los tres subieron de dos en dos escalones hasta abandonarle. Senju ni esperó para abrir la puerta con una tarjeta que le habían dado. La habitación estaba dividida en dos camas, un ventanal grande y una chimenea al otro lado. Es cierto que había un armario o dos, pero más que armarios eran huecos en la pared para dejar la ropa. Lo que sí sorprendió fue que, en cada cama, había algo de mantas, botas, guantes y demás para no congelarse en la nieve. Sonrieron, sobretodo Mikey.
Mikey: ¡Es enorme!
Draken: ¡Sí! Pero, solo hay dos camas...
Senju: ¿Cómo dices...?
Draken: Que solo hay...
Senju: Tu no, Draken... Ah, ya veo... Oye, Draken. Dicen que saques la parte de abajo de la cama, hay algún que otro colchón.
Los dos chicos se miraron. Y, sorprendemente, sacaron un colchón de debajo de una de las camas. Miraron a Senju con los ojos abiertos como platos. ¿Cómo lo sabía...? ¿Se lo habían dicho? ¿Ya había entrado en el cuarto? La esquizofrenia no llegaba a adivinar ese tipo de cosas, entonces... ¿Cómo lo sabía?
Senju: Me lo han dicho ellos.
Draken: Bueno, sí. Esto... ¿Compartimos cama, Mikey?
Mikey: ¡De una! ¡Pelea de almohadas!
Sin dejar nada fuera de la cama y tirándolo todo, se subieron a jugar a pegarse con las almohadas de la misma cama. Senju se sentó a mirar mientras sonreía. Tenían cuidado de no tirar al otro pero querían darse fuerte mutuamente. Pero, al final, terminaron cayéndose sobre el colchón aún riéndose a más no poder. Mikey cayó sobre Draken mientras se seguían dando con las almohadas en las caras. Mikey le arrancó la suya y la lanzó fuera para quedarse él con la suya para pegar. Justamente, la almohada le dio de pleno a Sanzu en la cara, que había llegado justo en ese momento a la habitación. Takemichi y Emma le cogieron al vuelo mientras se reían por lo bajo por lo que acababa de pasar.
Sanzu: ¡Ah...! ¡Encima que soy capaz de subir... Y me lanzas una almohada...!
Ahí ya sí que los cinco se empezaron a reír sin parar. A Sanzu no le hizo nada, pero nada de gracia. Se levantó y se sentó en la primera cama que había con cara de enfado total. Justo echó la mano hacia atrás y tocó las mantas que había en la cama. Suspiró.
Sanzu: Ah, esto viene bien para mañana...
Mikey: Pensé que íbamos a ir a jugar con la nieva ahora.
Sanzu: Nah, yo me quedo. ¿No, Senju?
Digamos que, cuando la miró, ella pasó completamente del tema y puso un pulgar hacia arriba. Se quitó la sudadera y le robó a Mikey y a Draken una manta para ponérsela sobre su cuerpo, para luego cerrar los ojos.
Senju: Buenas noches.
Mikey: Pero, ¿y el muñeco...?
Takemichi: Eso, yo quería...
Senju: He dicho buenas noches y es buenas noches.
Se miraron. Mikey y Takemichi tenían una cara de sufrimiento absoluto, como si fuesen a llorar. Pero, si Senju decía de dormir, había que hacer caso para evitar problemas en su consciencia y físicamente. Emma sacó el otro colchón y los otros se echaron como pudieron en el resto de las camas. Sanzu miró con una mirada de sospecha a Senju antes de cerrar él los ojos.
Sanzu: Creo que se está volviendo más loca de lo que está, eh...
Draken: No eres el único que lo piensa.
Sanzu: ¡Esquizofreni...!
Antes de terminar la palabra, Draken le tapó la boca. Le miró serio y le puso una mano en la boca, haciéndole callar.
Draken: Buenas noches, Sanzu.
Sanzu: Que te den, idiota.

El frío cubría el cuerpo de todos con su manto. No habían dormido bien, mejor dicho, habían estado tiritando cada poco tiempo. Las mantas no servían y el edredón era demasiado poco. Senju sí pareció dormir algo ya que no estaba tan cansada como el resto al día siguiente. Ya estaban abajo en la cafetería con gorro, guantes y bufanda puestas, además de temblando del frío. Sanzu también llevaba una diminuta manta en las piernas para no quedarse frío. Mientras tomaban algo caliente en las tazas a modo desayuno, Senju fue diciendo su idea. Como no, incluyendo a sus amigos.
Senju: Se les ha ocurrido que hoy podemos jugar más con la nieve que provar los esquís y trineos para tener más diversión y hacer todo lo que podamos.
Sanzu: Yo quiero usar el trineo.
Mikey: ¡Conmigo!
Sanzu: Contigo.
Draken: Sí, yo también prefiero jugar hoy con el trineo, Senju.
Takemichi: ¡Y yo! Así podemos jugar todos.
Senju: Pues vale.
Miró hacia abajo, bajando toda la cabeza. Todos la miraron discretamente, esperando su siguiente movimiento. No dijo nada hasta que salieron por la puerta. No podían usar la silla, por lo que usaron el segundo método más fiable, el caballito. Siempre que no le doliesen las piernas y el otro no se quejase por su peso, iban bien. Mikey y Takemichi corrieron a coger un trineo mientras los otros cuatro les miraban, andando más lento tras ellos. Takemichi volvió con un trineo medianamente grande y azul con una cuerda larga y con Mikey detrás.
Draken: ¡Vamos a una montaña!
Emma: Prefiero usarlo primero en una cuesta no tan alta, por si falla, ya sabes.
Le dieron la razón. Fueron a una montaña que no tendría más de diez metros de altura. Por si fallaba, Mikey y Takemichi quisieron probar primero y Draken tiraría de la cuerda. Una vez se sentaron, los otros tres se quedaron mirando desde arriba y Draken cogió la cuerda. Se despidieron con una sonrisa.
Draken: Una... Dos... ¡Y tres!
Emma empujó y Draken tiró de la cuerda y el trineo bajó a velocidad máxima. Los dos que estaban montados sonrieron a más no poder mientras se agarraban. Mikey delante dirigía a donde quería ir y Takemichi sacó los brazos de la emoción.
Takemichi: ¡Qué velocidad!
Mikey: ¡Es genial!
Pero, la emoción duró poco. Se detuvo ya que era solo de diez metros. Los de arriba se alegraron de que llegasen asalvo abajo mientras ellos se desanimaban porque ya había terminado su emoción. Subieron corriendo.
Mikey: ¡Ha sido increíble! ¡Otra vez, otra vez...!
Draken: ¡Comparte, Mikey! Yo también me quiero montar.
Emma: Y yo.
Sanzu: Y yo, que se me está quedando el culo helado.
Senju: Información innecesaria, Sanzu.
Sanzu: Todo lo que yo diga es importante, oye.
Sanzu se montó delante en el trineo y Draken detrás. Las chicas irían siguientes. Pero, hablando de las chicas, Senju se reía sola a uno de los lados. Eso les horrorizó a los cinco, pero lo pasaron por alto. Mikey tiraría de la cuerda y Takemichi empujaría. Pero, antes de empezar, Senju se acercó a los dos que estaban montados y susurró.
Senju: Si no tienes cuidado dirigiendo, vas a salir volando, Sanzu.
Sanzu: ¿Tú qué quieres? ¿Me traes a este viaje para molestar y lo único que puedo hacer lo voy a hacer mal o qué?
Senju: Es mi advertencia, y la suya.
Señaló detrás. No había nadie allí. Sanzu suspiró y Draken le dio un gracias sin importancia. Se alejó de allí metiendo sus pies cada vez más profundos en la nieve para que sonasen sus pasos. Sin más que decir, los dos chicos que estaban fuera del trineo hicieron un movimiento para empezar su viaje. El trineo cedió y los dos cayeron por la cuesta de los diez metros. Sonrieron por la emoción y por el frío que les venía a la cara. Genial, ¿qué más? Pero, ese genial y la emoción duraron poco ya que, un pequeño bache hizo que el trineo se fuese girando poco por poco. Los dos abrieron los ojos intentando ver qué había pasado.
Draken: Le ha dado a una piedra, creo.
Sanzu: Pero, al trineo no le ha dado, ¿no? No se ha roto.
Negó, justo antes de darse contra un árbol salido de la nada. Por suerte, se dieron con la parte de atrás. Entonces, de él, cayó un montón de nieve encima de sus cabezas que hizo que se congelasen al segundo. Mikey, Takemichi y Emma bajaron corriendo a ver si se encontraban bien.
Draken: Sí, sí, estamos bien... No nos hemos hecho daño, ¿no, Sanzu?
Sanzu: ¿Dónde está la piedra? ¡Voy a tirarla por ahí!
Bajó un pie y se pudo levantar en la nieve. Le sujetaba suficientemente bien como para no necesitar la silla. Caminó hasta donde se habían dado para ver qué allí no había nada de nada. Ni piedra, ni roca, ni siquiera un socavón. Entonces, ¿con qué demonios se habían dado para terminar empotrados en el árbol? Los otros cuatro fueron corriendo antes de que se cayese para atrás, para la nieve. Se pusieron de cuclillas para hablar. Miraron de reojo para atrás, llamando la atención de Sanzu.
Takemichi: Mira Senju... Está hablando sola otra vez...
Emma: Cuando os habéis dado contra la piedra, su cara ha sido de susto total, pero no iba para vosotros, seguramente.
Se giraron. Senju hablaba como preocupada, pero a la vez se reía. Estaba completamente sola. Todos la miraron con cara entre sospecha y preocupación. ¿Qué demonios le pasaba a Senju...?

Viaje fantasmal (Senju 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora