Las visiones

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Tras el tirón de pelo que le metió a su hermana, Sanzu se relajó y suspiró. Miró como a Senju se le salían unas pocas lágrimas tras el tirón, pero se rió. Le pareció raro de su parte, pero miró a otro lado antes de que ella le pusiese un brazo, cogiéndole el hombro.
Senju: Bien hecho, hermanito. Pero, tengo que recordarte que... ¡Yo tengo más fuerza!
Se le subió sobre la espalda como un mono a un árbol, agarrándose por el cuello de Sanzu, el cual hizo un esfuerzo enorme por echarla de allí. La lanzó a un lado y él también se cayó de la cama hasta el suelo. Tras eso, Senju ya le dejó en paz para poder reírse, abriendo los brazos. En cambio, a Sanzu no le hizo ni pizca de gracia y le gritó. Pero, antes de que dijese una palabra, se quedó pensativo. Se dio la vuelta para sentarse mejor en el suelo y hablar.
Sanzu: Esto me recuerda a todas esas veces que me he pegado contra ti...
Senju: ¿Ganaste alguna, ya que estamos?
Sanzu: ¡Pues, para tu información, idiota, yo...! Yo... No.
Senju: Já, ya lo sabía. Me lo estaba diciendo.
Sanzu: ¿Quién? ¿Otro de tus amigos imaginarios?
Senju: Yo no le veo tan imaginario. También lo puedes ver tu, si quieres. ¿Tú quieres?
Miró hacia su lado, hablando directamente con esa parte del cuarto en donde, obviamente, no había nadie. Sanzu se quedó aún más pensativo tras eso qué había dicho. ¿Él también podía verlo? ¿Y eso como? Negó para adentro, eran imaginaciones de Senju, no había duda. Ella siguió hablando.
Senju: No creo que pase nada por volver a contactar, ¿no crees? Además, tú también quieres hablar con él, ¿no?
Sanzu: ¡Deja de hablar sola! ¡Me pones nervioso!
Senju le miró fijamente con sorpresa. Volvió su vista hacia su lado y negó, aun hablando.
Senju: Sí, es que, como ya sabrás, si no te ve, tampoco puede hablar contigo.
Sanzu: ¡Qué pares te digo, idiota...!
Senju: A ver, pero también le gustaría volver a hablar contigo. En mi opinión, es lo que más desea.
Sanzu: ¡¿Volver?! ¡¿De qué hablas?!
Se tapó los oídos para no escucharla y cerró los ojos para no ver su locura. Eso, hasta que Senju le retiró las manos con suavidad y se las bajó. Le obligó a abrir los ojos para mirarla. Apretó los dientes, pero Senju se mostraba inocente.
Senju: Vale, no hablaré con ellos si es lo que quieres.
Sanzu: ¿Puedes remediarlo ahora?
Senju: Ahora y siempre. Aunque, ten en cuenta, sí que le apetece verte, eh.
Sanzu: Deja el tema ya, idiota...
Senju: Pero, espera. Déjame decirle una cosa más...
Se quedó callado. Senju se bajó de la cama, caminó hasta la ventana y preguntó algo que Sanzu pudo oír perfectamente. Y esa frase hizo que se congelase durante un momento.
Senju: Pero, ¿no falta alguien aquí...? Ah, ha seguido a los otros tres, eh...

Los pasillos del hostal eran largos, nada que ver con los de la casa de Mikey y demás. Por eso, cada vez que se recorrían un pasillo, era como si hubiesen corrido toda una vuelta a una pista de atletismo.  Pero, Mikey y Draken no se cansaban de perseguir a la gente. Era cierto que habían visto una silueta negra, más bien, una sombra, que les espíaba con una pupila de color morada y muy bonita y que les seguía paso por paso, al parecer. Querían saber quien era aquella sombra y la única forma de conseguirlo era atrapándola primero para interrogar más tarde. La persecución se la tomaron lo más enserio posible. Uno corría detrás del otro y, a veces, se intercambiaban los puestos o bien adelantado en el caso de Draken, o bien saltando sobre su amigo en el caso de Mikey. El problema no era ese, sino que los pasillos, aunque acabasen, nunca tenían salida. Llevaban un rato sin ver a nadie, ni siquiera a Takemichi y eso qué iba detrás de ellos. Pensaban que habrían recorrido ya unos cincuenta pasillos o así, y la sombra había desaparecido hacía un rato. Aún así, tenían la sensación de que algo o alguien les miraba, espíaba o perseguía. Al cruzar una esquina, volvieron a comprobar en el laberinto en el que estaban.
Draken: Para, Mikey... Me da a mi que no seguimos en el mismo piso, ¿no?
Mikey: ¡Eso es imposible...! ¡No hemos visto ninguna escalera ni ascensores...! Aunque, ya les valdría poner un ascensor, eh.
Draken: ¡Pero esto es aún más imposible! Estamos dando vueltas, es un cuadrado el piso y estamos pasando por el mismo pasillo todo el rato. No he vuelto a ver a Takemichi ni nuestro cuarto desde que hemos empezado a perseguir a la sombra. ¿Y si nos damos la vuelta?
Después de haber corrido tanto, Mikey también estaba hecho polvo. Asintió y se dieron la vuelta. Tenían más de cincuenta pasillos iguales por delante... Se suponía. Pero, cuando dieron el primer paso hacia atrás, una voz distorsionada habló, dirigiéndose a ellos.
《¿Ya os vais...? ¿Y me dejáis a mi otra vez solo...?》
Draken: Tsk... ¡¿Quién habla?!
Mikey: ¿De dónde ha venido...? ¡Si es un vecino nuestro, necesitamos ayuda, que nos hemos perdido!
《Gírate, Mikey.》
No solo Mikey, ambos se giraron. Allí, detrás de ellos, la silueta negra volvía a esconderse tras un trozo de pared, dejando a la vista el pelo corto y suelto y el ojo tan grande con su pupila morada. Los dos al verla, pusieron poses de competitividad, sobretodo Mikey, que hinchó los pulmones y los mofletes en forma de indignación.
Mikey: ¿Cómo sabes mi nombre?
《¿Por qué no voy a saberlo?》
Mikey: Pues porque yo no me sé el tuyo.
Draken: ¿Eres un fantasma?
No contestó, solo dejó a la vista una grandísima sonrisa blanca en su rostro oscuro. Lo tomaron por un sí, pero esperaban su siguiente paso.
Draken: ¿De dónde vienes? ¿Qué quieres de nosotros?
《No.》
Draken: ¿No qué?
《No me estáis preguntando lo que deberíais de preguntar, por lo que no os voy a responder.》
Draken: ¿Por qué podemos verte?
《Nop.》
Mikey: ¿Conoces a Takemichi? ¿Dónde está?
《¡Píí! Pregunta errónea.》
Los dos se miraron un poco confundidos. Si el fantasma iba por esas, no les interesaba. Se dieron la vuelta, pero siguieron hablando, esta vez en bajo.
Draken: Este está loco.
Mikey: Me recuerda mucho a Izana, no sé como lo ves.
Draken: ¿Por el sarcasmo? Es posible, pero ese no es Izana. Izana ya está muerto.
《Yo también lo estoy, eh, idiotas.》
Los dos se giraron congelados. La sombra estaba justo detrás de ellos mirando a otro lado, pero rascándose la oreja. Draken se echó hacia atrás y Mikey se cayó del susto. Le miraron como sonreía y empezó a caminar hacia ellos, empezando por Mikey.
《Vuestra forma de daros cuenta que alguien os seguía es de lo más retorcido posible. Esa es la respuesta a la pregunta. ¿Cuál es la pregunta?》
Draken: ¿Qué es esto? ¿Un juego de adivinanzas?
《¡Píí! ¡Respuesta errónea!》
Draken: Yo paso.
Mikey: ¿Por qué te has fijado en nosotros?
《Madre mía, menos mal que a alguien se le ocurren buenas ideas... ¡Sí, respuesta correcta! Ahora, me voy. ¡Nos vemos, Mikey!》
Chasqueó los dedos. Mágicamente y al segundo, desapareció. No sólo él, todo el espacio donde estaban desapareció. Se encontraron justamente en el mismo pasillo de antes, solo que ese no era el problema. Sino que, para su sorpresa, al parecer se habían dado contra un carrito de la limpieza y se habían dado un golpe fuerte en la cabeza hasta el desmayo. En cuando se levantaron, se miraron el uno al otro.
Mikey: ¿Tú también...?
Draken: ¡Sí, había un fantasma que parecía una sombra!
Takemichi: ¡¿Estáis bien?!
Al girarse una vez más, vieron a su lado a Takemichi con cara de preocupación. Les dio un abrazo fuerte a los dos. Pero ellos estaban en otro mundo. Se miraron sorprendidos. ¿No había sido... Real?
Takemichi: Salisteís corriendo y, al cruzar la esquina, se oyó un golpe. Al ir, comprobé con mis ojos que os habíais dado contra un carrito de la limpieza. Hemos estado intentando reanimaros, pero no ha sido hasta ahora. ¡Menos mal...!
Mikey: Ah, pues nosotros...
Draken le tapó la boca justo a tiempo. Negó con la cabeza. Se levantaron decididos a volver al cuarto con Senju, Sanzu y Emma. Pero, antes de eso, al cruzar la esquina, le dijeron a Takemichi que siguiese recto.
Takemichi: Pero no os desmayeis, eh.
Mikey: ¡Qué no! ¡Ale, fuera!
Se fue sin ganas. En cuanto vieron que ya no les miraba, se agacharon para hablar.
Mikey: ¡A ver! Yo estaba contigo. Y he visto a una sombra. He estado dando vueltas por los pasillos hasta que hemos hablado con ella.
Draken: ¡Todo lo que has dicho lo iba a decir yo! Nosotros no nos hemos desmayado y hemos tenido el mismo sueño. ¡Simplemente, es imposible!
《Y lo es.》
Pegaron un grito, no lo evitaron. Tras ellos, en la otra parte de la esquina, la misma voz distorsionada hablaba con ellos. Les pidió no darse la vuelta, pero era él, seguro.
《Pido perdón, no he podido comunicarme con vosotros hasta ahora. Puede, y es más que posible, que no os crean. Pero, yo estoy por aquí siempre rondando, en la primera planta, por si queréis contactar.》
Mikey: Pero tu...
《Sin preguntas, tsk. Nos vemos.》
No giraron la esquina, pero sabían de sobra que se había marchado ya. Fueron en silencio, pensando en lo que acababa de pasar, hasta su habitación. Emma les saludó alegre mientras los otros dos, los hermanos, se pegaban por quién sería el peón verde en el parchís. Suspiraron.
Takemichi: De verdad, no sabéis la que me han liado estos...
Los otros sonrieron, pensando en lo mal que tenía que haberlo pasado su amigo viendo que se habían desmayado los dos y que no se despertaban.
Senju: Tsk... ¡Gané! ¡Yo soy la ficha verde!

Viaje fantasmal (Senju 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora