La prueba arriesgada

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El frío había vuelto a hacer de las suyas por la noche, pero esta vez habían encendido la chimenea. Aún así, no todos habían dormido mal por eso. Senju se había quedado despierta hablando y eso ya daba mal rollo de por sí, junto con el frío. Emma en cambio, se había estado mirando los dedos negros hasta dormir. Tenía una sensación como que le estaban quemando la piel. No se le quitaba ni con agua y tampoco se podía arranacar como si fuese una mascarilla. Mikey y Takemichi miraban raro a Senju, pero cada uno se había quedado pensando en su problema. Sanzu fue el que peor lo pasó, sin duda. Según él, estar en el cuarto lo mareaba. Mikey sabía porqué le pasaba eso. Como podía ver a los fantasmas que estaban allí, tenía un tipo de presión que no le dejaba tranquilo. Si entraba aunque fuese uno más, le empezaba a doler la cabeza, por lo que Izana, tras dejarle en su cuarto después del paseo, se había esfumado. Al día siguiente, Mikey, junto a él, bajaron bostezando a ver a Draken. Cuando descorrió las cortinas, no fueron capaces de verle. No estaba allí.
Sanzu: ¿Seguro que no te has equivocado, tonto...?
Mikey: No, estaba aquí ayer... ¿Por qué no está...?
Sanzu: A mi ni me preguntes... No le vi ayer, ni le veo ahora.
Asintió, dándole una patada por detrás a la silla. Mikey se acercó a varios médicos a preguntar, pero nadie fue capaz de decir donde estaba Draken. Se mordió los labios cuando le echaron de la sala médica por pesado.
Sanzu: A lo mejor, le han dado el alta y se ha ido sin nosotros.
Mikey: No, eso no es posible. ¡Yo dependo demasiado de Ken-Chin para que me abandonde aquí! Vamos con Emma.
Sanzu: Agh... ¿Y si lo han trasladado...?
Mikey: No estaba tan mal, ¿no? ¡Pues ya está! Dejamos el tema.
Sanzu: Ajá, pues vale...
Al subir al cuarto, tampoco fueron capaces de encontrar a Emma. Los dos suspiraron por la vuelta eterna que se estaban dando. Finalmente, Sanzu propuso salir fuera y ya volverían a probar más tarde. Aceptó sin muchas ganas. Los dos salieron al frío tiritando. Una vez ayudó a Sanzu a pasar fuera, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Algo allí fallaba... Y lo supo bien del todo cuando alguien le tocó el hombro. Al girarse, comprobó que se trataba de Takemichi. Pero, detrás de él, había alguien más que hizo que a Mikey le brillasen los ojos.
Mikey: ¡Ah, pensábamos que te había pasado algo, idiota...! ¡¿Por qué no avisas?!
Lo dijo mientras se le abrazaba y le pegaba puñetazos flojos en el pecho. Al otro lado, Draken le sonrió mientras le devolvía el abrazo. Takemichi le dio la vuelta a la silla para que Sanzu también le pudiese ver, pero no le interesaba en absoluto.
Draken: ¿Cómo me va a pasar algo? ¡El idiota eres tú!
Mikey: ¿Cuándo has salido...?
Draken: Hará una hora o así. Pero, cuidado... No hagas tanta fuerza, que me tiras...
Claro, el problema venía a partir de ahí. Su pie no estaba recuperado, llevaba una especie de bota para proteger. Si hacía un poco más de fuerza, podía terminar tirándole hacia atrás. Una vez terminó su cariñoso abrazo, le pegó un puñetazo en la tripa que Draken resistió por poco.
Mikey: ¡No me vuelvas a asustar así jamás, idiota!
Draken: Lo intentaré... Y eso que lo he hecho sin querer...
Takemichi: ¿Y bien? ¿Cuál es nuestro plan de hoy?
Sanzu: Algo que no puedo hacer, seguro.
Takemichi: Voy a buscar a las chicas.
Asintieron. En cuanto les dejó solos, Draken le cogió del hombro hasta sentarse en una de las escaleras. Luego, como si fuese una broma, se le acercó a la oreja para susurrarle.
Draken: ¿Qué ha pasado desde que no estoy...? Takemichi tampoco actúa normal...
Mikey: Tengo tantísimo que contarte que no sé si voy a tener tiempo para todo. Empezando por la sombra...
Pero, un recuerdo le cruzó la mente, y luego una idea. ¿Y si Draken se lo contaba a Senju? La probabilidad estaba bajo cero, pero por si acaso, respetaría el deseo de Izana, por lo que empezó por la investigación de Takemichi y Emma finalmente. Draken se mordió los labios al escuchar lo que habían visto y encontrado.
Draken: Eso quiere decir que Senju...
Mikey: Sigue en contacto... O algo así, no me enteré bien del todo.
Sanzu: ¿De qué habláis? Yo también quiero saber.
Mikey: Chismoso.
Sanzu: ¡¿Cómo?!
Se levantó de la silla y se sentó a su lado con cara de asco. Esperó a que siguiesen hablando. Bueno, no pasaba nada, esto ya lo sabía, ¿no?
Sanzu: Pues la verdad, tengo un poco borrosa la memoria en un punto... No me acuerdo porqué...
Draken: Takemichi me ha contado que no has pasado muy bien la noche. Será por eso, ¿no?
Mientras hablaban, Mikey, que estaba en el medio, se echó hacia atrás. No se acordaba porque Izana le había metido un puñetazo. Si llegaba a acordarse de la última conversación, no sólo estaría en un lío con Sanzu, sino también con Draken. Por lo que, decidió hacer lo mejor, ¡callárselo!
Sanzu: No, no es por eso... Aunque, Mikey, ¡el cuarto está endemoniado del todo, maldita sea! ¡No me han dejado dormir porque me arrancaban el parche todo el rato! Y como es de pegarse...
Draken: Ostras, ¿y ese parche?
Mientras se lo contaba, Mikey estaba tratando de hacer que la conversación entre esos dos se rompiese. Si Sanzu empezaba a hablar hasta acordarse... ¡No lo quería ni pensar! Pero, su salvación llegó antes de que él hiciese un movimiento. Takemichi llegó junto a las dos chicas en ese momento.
Emma: ¡Draken... Estás bien...!
Draken: Madre mía, ¿por qué todos pensáis que me he muerto...! ¡Solo me torcí el tobillo! Todo está bien...
Sonrieron. De nuevo estaban los seis. Senju traía un folleto en la mano y se disponía a hablar de él en cuanto los otros se quedasen callados.
Senju: Ellos habían dicho que la tercera idea era hacer una excursión... Pero si Draken no puede andar...
Draken: ¡Qué sí puedo andar...! ¡¿Pero por qué me ponéis a mi como el débil?!
Sanzu: Yo no. Me cansa ya andar por el pasillo de casa...
Senju: Tu no estás invitado.
Sanzu: ¿Cómo...? ¿Yo no... Lo estoy...?
Sus ojos mostraron duda, pero Senju sonrió. Le miró las piernas y le hizo una pose con la cabeza, añadiendo el detalle de los ojos críticos.
Senju: Si no caminas bien, no puedes venir.
Sanzu: ¡Pues sí que voy, idiota...! Me da completmanete igual lo que digas de si puedo o no. Yo hago lo que quiero y punto.
Senju: ¿Ah, sí? ¡Ellos dicen que si vienes vas a sufrir!
Sanzu: Pues sufro porque prefiero hacerlo antes que hacerte caso. ¿Cuándo nos vamos?
Lo dijo mientras se iba de allí con cara de competencia. Senju se puso roja del enfado y le respondió de tal forma que dejó salir toda su ira.
Senju: ¡Pues vale! ¡Haz lo que te dé la gana!
Ella también se fue. Los otros cuatro se habían quedado toda la conversación completamente parados, escuchando cada palabra y su tono. Se habían quedado más que sorprendidos. Senju se dio cuenta y volvió corriendo.
Senju: Perdón, perdón... Gracias por recordármelo... Tenéis que llevar los bastones para caminar, ya que vamos a ir por un lugar que resbala un poco, ¿entendido?
Asiniteron. Todos fueron hacia arriba, menos Senju que puso la excusa de que iba a preguntar en la recepción. Takemichi y Emma se miraron con incredulidad. Luego, se adelantaron para hablar.
Emma: No vi nada ayer, ha ocultado todo...
Takemichi: No me digas... ¿Lo haremos otra vez hoy?
Emma: Lo intentaremos, ¿vale? Si no llegamos muy tarde y Senju se distrae con algo, cambiaremos puestos.
Una vez arriba, se cogieron todo lo necesario. Cuando Emma se quitó el guante, se dio cuenta de que el color negro se había extendido hasta la muñeca. Se quedó horrorizada, pero decidió no contarlo a nadie o sabrían lo que había hecho. A Takemichi se lo tenía pensado comentar para que no tuviese el mismo error que ella, pero sería más tarde. Senju apareció allí a los pocos minutos. Ni se miró con su hermano y se preparó.
Veinte minutos después, los seis estaban frente a un bosque lleno de árboles, todos cubiertos de hojas para aburrir. Estaban solos, no había ni un alma por allí. Era todo una cuesta hacia arriba, el problema eran los árboles. Senju aseguraba que arriba había una buena montaña en la que había buenas vistas. Ese era su reto, llegar hasta ahí. Era algo así como una prueba para valientes y fuertes. Suspiraron. No habían tardado mucho en llegar, tal vez, cinco minutos desde el hostal, pero Sanzu se agarró al primer árbol, dejándose caer y respirando hondo. Senju le dedicó una sonrisa burlona.
Senju: Todavía estás a tiempo de darte la vuelta, hermanito... No hemos caminado ni veinte metros y ya no puedes seguir.
Sanzu: No, yo no me rindo... Y menos si me lo dices tú.
Takemichi: ¿Estás seguro, Sanzu? Si no puedes continuar...
Senju: Pues le dejamos atrás. Vamos, que si no nos movemos ahora, luego hará más frío para hacerlo.
Asintieron. Mikey le puso una mano a Sanzu y se levantó apoyándose del árbol. No estaba seguro de si sería capaz de llegar a lo más alto, pero de una cosa si lo estaba; haría que Senju se tragase sus palabras. Con un poco de ayuda y la sujeción de los árboles, podía subir sin muchas dificultades... ¿No?
Senju: Saltad.
Draken: ¿Qué saltemos...?
Senju: ¡Saltad!
Cuando le hicieron caso, una roca cayó bajo sus pies. Tras eso, la miraron congelados. Seguía usando sus poderes para saber que era lo que iba a pasar, pero ese no era el problema.
Senju: No, nadie ha dicho que vaya a matar a nadie aquí... No, si uso mis poderes, claro que podría, pero es un reto, ya sabes y me entiendes...
Takemichi: Otra vez hablando sola...
Senju: Estoy con mis amigos imaginarios, idiota.
Cuando lo dijo y se giró, sus ojos tenían un brillo especial. Aparte de tener uno verde y el otro azul, mostraron un poco de naranja en un momento. Y, al segundo, una rama cayó de uno de los árboles. Takemichi saltó hacia atrás, pero le llegó a pillar el pie. Por suerte, como era nieve, pudo sacarlo sin necesidad de hacerse daño. Miró a Senju congelado y aterrado. Sus ojos ahora volvían a ser del mismo color, sin el naranja. Levantó la mano, haciendo una leve sonrisa.
Senju: De ahora en adelante, el primero que me desobedezca, sufrirá las consecuencias.
Takemichi: Yo no... No te he desobedecdio...
Senju: Lo sé, pero has llamado imaginarios a mis amigos y eso es una falta de respeto tanto a mi como para ellos.
Takemichi: Los has llamados tú...
Todos miraron abajo, preguntándose como había llegado a tal situación. Senju daba miedo y, al parecer, quería acabar con ellos. Pero, ella sonrió.
Senju: No lo hago aposta, chicos. Lo hago para que no os hagan daño ellos. Sobretodo a ti, Sanzu.
Sanzu: ¿Yo por qué...?
No dijo más, comenzó a andar usando los bastones. Los otros se miraron unos a otros. ¿Cómo iban a sobrevivir a esto? Senju lo controlaba todo, no había forma de salvarse... Sanzu apretó los dientes.
Sanzu: ¡Mentirosa, no hay nadie contigo...! ¡Yo también puedo ver a los fantasmas, idiota!
Senju: Mira detrás de ti y comprueba si miento.
Tragó saliva. Al girarse, pudo ver muchas sombras con muchos ojos, todos mirándole. Se quedó congelado. Senju, que vio su reacción, sonrió.
Senju: ¿Miento?
Sanzu: No, señora...
Senju: Vale, pues quítate de ahí. Si te pones cerca de los árboles, te caerán ramas.
Sanzu: ¿Ramas...?
Al mirar arriba justo, le cayó una rama de las grandes en la cara. Se le quedaron los ojos en blanco al caer sobre la nieve. Todos se quedaron sorprendidos y fueron corriendo a socorrerle mientras Senju hablaba.
Senju: Ha respondido bien y ya os ve, ¿no podrías ser un poco más amable con él...? ¿No? Vale, pues...
Ignorando su conversación con el árbol, le quitaron la rama de encima de la cara. Se le había quedado toda la parte de la nariz roja y ensangrentada, pero por lo demás, nada grave. Empezó a temblar mientras se secaba la sangre con los guantes.
Emma: ¿Te escuece...?
Sanzu: Me duele muchísimo... Tsk. ¡Senju, maldita...!
Senju: Si me sigues hablando mal, harán que llores. ¿Una rama no es suficiente...?
Sanzu: ¡Pues claro que es suficiente...!
Senju: No te decía a ti.
Le volvieron a poner de pie mientras se quitaba la sangre de la nariz. Se agarró a uno de los bastones para caminar. Senju había seguido recto y les costó volver a coger su ritmo. Todos la miraban ahora serios. ¿Qué haría ahora...?
Senju: ¿Os estáis divirtiendo?
Todos: No...
Senju: ¿Ah, no? ¿Por qué...?
Sanzu: ¡Una rama me ha caído a la cara como si fuese un trozo de metal, maldita sea!
Senju: Te lo merecías... Aparta.
Sanzu: ¿Qué aparte?
Como ya se sabía el truco, no se movió. Justo delante de él, cayó otra rama del mismo tamaño que la de antes. Senju se sorprendió. Se acercó con cara de pocos amigos hasta ponerse a su altura.
Senju: Si te crees tan listo, esquiva esto, dice.
Se apartó para dejar ver una bola de nieve bajando por la cuesta. Mikey le apartó a un lado y se libró fácilmente. Le sonrió.
Sanzu: Pues no ha sido tan difícil, ¿no crees?
Senju: Sigue intentándolo, dice. No les provoques, Sanzu, de verdad. No sabes de lo que son capaces de hacer.
Sanzu: ¿Quiénes? ¿Tus amigos imaginarios?
Senju: No, tus enemigos...
La miró sin entender, pero asintió. ¿Tenía enemigos? ¿Desde cuándo? Senju le puso una mano en el pecho y le miró fijamente.
Senju: No vayas tan de sobrado, idiota.
Arrastró su mano hasta tirarle al suelo. Apretó los dientes mientras ella seguía adelante. Los otros le volvieron a subir y le miraron, asintiendo.
Draken: Creo que tiene razón, no vayas de sobrado.
Sanzu: Lo intentaré entonces.
Senju: ¡Agachaos!
Todos: ¿Qué nos agachemos?
Hicieron caso, justo antes de que un tronco enorme con pinchos pasase de un lado a otro a la altura de sus cabezas. Se quedaron congelados, ¿qué más? Pasaron a gatas ya que no se detenía. Senju les esperaba para seguir. Hacía tanto frío que habían empezado a echar vaho. Senju no llevaba mucho más de un chaleco y la sudadera. Los otros iban congelados, tiritando y ya no sólo del frío.
Takemichi: Estoy seguro que todo esto no es de este bosque en realidad.
Senju: No, lo han puesto ellos... Mikey, salta.
Obedeció, antes de que una rama le cayese encima de la cabeza. No fue tan grande como la de Sanzu, pero le dio de lleno en la cabeza. Se cayó a la nieve aguantando el dolor.
Senju: ¡Oye, eso es trampas...! No, pues claro que puedo ayudarles, ellos no ven las trampas...
Mikey: ¡Au...! ¡Mi cabeza...!
Sanzu: Cabezón.
Mikey: ¡Qué te calles, idiota! ¡Me ha dado muy fuerte, tsk!
Senju: Mikey, los dramas. Estas son las fáciles...
Emma: ¿Entonces qué? ¿En el resto habrá fuego o qué?
Senju: No, solo en esta.
Todos miraron como Senju se daba la vuelta para mirarles. Miraron de lado a lado, ¿de dónde venía la amenaza? Todo eran hojas, ramas y nieve. A menos que...
Sanzu: ¡Saltad!
Le hicieron caso antes de que un hacha impregnada en fuego les pasase por las piernas. Todos pegaron un grito al ver como pasaba por sus pies de un lado al otro. Miraron a Sanzu al caer. Apretó los dientes cogiéndose una pierna.
Draken: ¿Cómo demonios, Sanzu...?
Takemichi: ¡Agáchate!
Obedeció. Otro hacha pasó casi peinándoles. Ahora vieron a Takemichi con otros ojos. Pero, ahí no acabó la cosa.
Emma: ¡Corred, corred, corred!
Obedeciendo, cada uno a un lado. Un hacha gigantesca cayó sobre su posición inicial. El fuego, al entrar en contacto con la nieve, hizo un tipo de explosión. Cada uno salió volando hacia su respectivo lado. Senju sonrió mientras empezaba a aplaudir.
Senju: Muy bien, habéis superado la prueba...
Takemichi: ¿Prueba...?
Senju: Sí, solo os estaba poniendo a prueba. Vamos arriba.
Se miraron unos a otros. ¿Cómo que una prueba? ¡Casi morían! Se levantaron con dudas, bueno, no todos.
Sanzu: ¡Renuncio...! ¡No puedo seguir...!
Sí, Sanzu estaba mordiéndose el labio de abajo mientras se cogía las piernas. Los otros le miraron por encima, Senju con una sonrisa.
Senju: Venga, Sanzu. Ya queda poquito para llegar.
Sanzu: No puedo seguir... ¡No puedo directamente! ¡Ay, como me duelen las piernas...!
Todos vieron la escena tan dramática que estaba montando. Llorando y gritando, se cogía de las piernas, aunque parecía bastante falso, aún así. Claro, había saltado, corrido y agachado, tenía que tenerlas reventadas, de todos modos. Sintieron lástima por él, menos Senju.
Senju: ¡Dramas! Venga, te ayudo a subir, que queda poco, de verdad...
Sanzu: ¿Hay más pruebas estúpidas...?
Senju: No, prometido... Hoy. Vamos.

Viaje fantasmal (Senju 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora