XII TESTIMONIO

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XII

TESTIMONIO

La Posada "cuatro caminos" se ha convertido en un lugar desolado. Sólo aquel anciano, la mucama, Thomas y Diana habitaban aquella casa. Dos semanas han pasado desde aquel acontecimiento del revólver maldito estremeció las paredes de aquel lugar. La hermana de Eda, aunque prometió demoler la casa, no se había acercado nuevamente a ese lugar y les permitió a ambos, quedarse un tiempo.

Thomas, en un arranque de miedo y desesperación, ocultó el revólver en unas sábanas y lo enterró en el patio trasero. El espectro de Victoria no se había manifestado desde aquella advertencia que le hizo, de que algo, falta por descubrir para que se aclare el misterio.

Desde los sucesos trágicos, solía dormir en un viejo sofá, siempre vigilante de sus alrededores, dejándole la cama sólo para Diana. Una noche, Thomas estaba teniendo una terrible pesadilla. Estaba reviviendo aquella noche de su juventud, en la cual dejó de ser el mismo. Se veía a sí mismo montado en el auto, todo hasta que el espectro de esa mujer se le metió dentro del cuerpo, y de sus ojos...

Se despertó de golpe.

- Dios mío, ¿será que puedo dormir?

Entonces pudo ver un tenue ectoplasma formándose enfrente de su cama, y salió de la habitación. Una visita a plena madrugada.

Se levantó en silencio para no despertar a Diana. La única luz encendida era el bombillo de la cocina, que daba con el patio. La sombra se movió lentamente hacia el piso de arriba. Thomas no había subido esas escaleras desde que la mujer murió, sin embargo, no pudo evitar perseguir al espectro. Al subir no encontró nada, sin embargo la ventana más alta de la casa estaba abierta.

Poco a poco se iba acercando, mientras el frío se hacía más intenso. Al acercarse a la ventana, vio algo en el patio, no muy agradable, justo sobre el lugar donde enterró el revólver. Una silueta de una mujer estaba parada de espalda, e inmóvil.

- No te lo vas a llevar, eso te lo aseguro.

Thomas bajó corriendo las escaleras y de inmediato se fue hasta el patio, donde la mujer seguía de espalda.

- haz que deje de matar...haz que se detenga...

Al voltearse, tenía el revólver en la mano, acto seguido le apuntó con el arma, pero se acercó y se la entregó en su mano. Al levantar la mirada, había desaparecido, y sus manos estaban llenas de sangre.

- ¡¡¡¡¡Maldición!!!!! ¿Qué es todo esto?

Entró corriendo a la sala, y se encontró con tres cadáveres en el mismo estado que fue hallado su esposa: Diana, la mucama, y el anciano, yacían sin vida, inundando de rojo la sala.

- Dios mío, ¿qué hice? Me estoy volviendo loco.

Una voz lo llamaba: Thomas, Thomas...

- ¡Thomas! ¡Despierta!

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡no!!!!!!!!

- Son las ocho de la mañana, hombre. Eduardo tiene media hora esperándote ya no hayo qué decirle.

Al quitarse las sábanas, notó que en su mano izquierda se hallaba, nada más y nada menos que el revólver.

- ¿Qué hace Eduardo acá, no te dijo?

- No sé, yo no tengo confianza con ese tipo para andar de entrometida en sus asuntos. Trae, como siempre, su portafolio, esta vez más lleno de lo normal.

El Revólver Fantasma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora