XXXI - LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL

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XXXI

La luz al final del túnel

El Tsunami maligno, desatado por la bestia titánica en su último aliento, arrasó con el archipiélago de Islas cercanas al Golfo de Venezuela. Una tragedia de grandes dimensiones.

Después de la hora fatal, un equipo de Infantería de Marina, dos embarcaciones de guardacostas y una importante comisión de investigaciones, dirigida por el Comisario Graterol, se dirigieron a la zona del desastre a levantar el operativo de recuperación del cuerpo.

Los islotes de Zapara y la Isla de Toas, cercanos al castillo, fueron arrasadas por completo, los pocos sobrevivientes que habían escapado a la tormenta de muerte, fueron llevados en calidad de damnificados a varios refugios en toda Venezuela. Lo triste es, que por haber intentado evitar más muertes, fue causado un desastre natural y humano muchísimo mayor. Las imágenes satelitales hablan por sí solas: la forma del mapa, la geografía ha cambiado drásticamente, subiendo el nivel del mar en toda la zona y dejando el área como "zona de catástrofe". Los helicópteros que avizoran desde el aire, no consiguieron restos del islote de Zapara, y el istmo de San Carlos fue hundido bajo las aguas.

Semanas han pasado, y Diana decidió no moverse más, de la costa de Puerto Cabello, de la casa que compró a orillas de la playa. Cabe mencionar que el paradero de algunos de los presentes el día de la tragedia, aún es incierto. Incluido Thomas, cuyo cuerpo nunca pudo ser recuperado de las aguas.

El teléfono de Diana sonaba constantemente, recibiendo llamadas telefónicas de todas partes, pero ella desde hace tiempo se ha resignado a hablar con nadie, más allá de su círculo estrecho. Había renunciado a cualquier contacto con el mundo exterior, sumida en un profundo duelo. Intrépida Yack siempre estaba cerca de ella, pero respetaba su espacio, y su tristeza. Diana se cubría con una capa negra que la cubría de pies a cabeza, adornada con un parche rojo que cubría su ojo izquierdo.

- Ese aparato no para de sonar. Creo que ya es hora de que hables, tú tienes toda la verdad en tus manos.

- Ya no sirve de nada, Yackeline. El hombre está muerto, toda una vida se verá reducida a una mera nota de prensa de 2 minutos. Es obvio que lo que yo buscaba con este reportaje ya no se podrá lograr.

Para los medios, Thomas fue el asesino y no va a dejar de serlo. Están demasiado ocupados con el desastre que dejó el Tsunami, no hubo testigos más que nosotros en ese lugar.

- ¡O sea, que te rendiste!

- ¡¿Me rendí?! Tu sentido del humor amaneció extraño esta mañana. No seas ridícula... después de lo que pasamos, rendirme no está entre mis opciones.

El teléfono sonó una vez más. Esta vez Diana lo tomó, era el Comisario Graterol.

- ¿Hola?

- Hola Diana, por favor no cuelgues la llamada.

- Tienes un minuto para explicarme de qué se trata.

- Siento mucho lo de Thomas. Me informaron que eran muy cercanos.

- No es tu problema.

- El caso es que había información muy importante del caso en ese maletín. Hay nombres, fotos, testigos. Es imposible que Thomas haya acabado con tantas personas, estamos hablando de casos en serie. Algunas muertes ocurrieron cuando estábamos absolutamente seguros de que Thomas estaba con nosotros. El arma está implicada.

- Escuche, Comisario: logré ver la asquerosa cara de la persona que utilizó el arma con fines horribles para su propia agenda del terror. Se perfectamente quien era, no es humano precisamente, y no me lo va a entender aunque se lo explique.

El Revólver Fantasma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora