XVIII LAS CENIZAS EN EL RINCÓN

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XVIII

LAS CENIZAS EN EL RINCÓN

Thomas enciende un cigarrillo sentado en una banca de la Plaza República. La soledad, como siempre, lo lleva a pensar más de la cuenta.

- "Las cosas han cambiado mucho desde que El Oscuro apareció por primera vez. Por fin, la causa de este maleficio que llevan mis ojos está descubierta. Me niego a creer que tanto infortunio que ha causado el revólver sea mi culpa: la muerte de Matos y Carrillo, el accidente de la posada, las muertes en serie, la muerte de mi amada Blanca. Todo es culpa de esa anciana desgraciada, que trajo ese maleficio del revólver de las tinieblas y extendió su maldad por todos lados. ¿De dónde habrá obtenido el revólver? No sé hasta dónde llegó su maldad, pero desde entonces se produjeron muertes espeluznantes, que la policía no supo explicar. Ese revólver asesinó gente en todo el territorio. De su última víctima, estoy seguro que jamás olvidaré su expresión.

Ojalá pudiera verte, y pedirte perdón por todo.

Aquellas palabras de esa mujer fantasma sellaron el resto de mi vida. Dudo poder llegar a algo parecido a la tranquilidad, sino me decido a sacar esta presencia de mis días... El revólver de las tinieblas me eligió para revertir su maleficio, porque no está hecha para servir a la muerte aniquilando almas humanas, entonces ¿para qué existe? ¿Por qué los espectros le temen tanto a este revólver?

Aún no tengo claro cómo revertir el maleficio, tengo que encontrar ese condenado libro. La anciana Teresa creyó que escondiendo el libro todo se acabaría. A todos les advirtió del maleficio que trajo el revólver, pero nadie le creyó. Todos han comenzado a morir desde entonces. Me hace pensar que es más la victimaria, que la víctima, a veces. Me temo por las vidas de Eduardo, y Diana.

Por mucho que me persiga, no me puede poner ni un dedo encima, por muchos espectros que mande a mi captura, los extinguiré uno a uno, mi vida no es de ninguno de ellos, es mía, y la viviré hasta que Dios quiera. Voy a conseguir el libro, en memoria de Matos, del sufrimiento de su familia, en memoria de mi mujer. Revertiré el maleficio del revólver, volveré al pueblo fantasma, aunque me cueste la vida, y acabaré con esto"

Diana estaba teniendo una conversación bastante tensa en su casa, con un viejo conocido.

- Diana, algo anda mal aquí. ¿En qué estás metida? Espero que ya hayas abandonado ese caso.

- Oye Paco, pues sí, por eso volví. Ya todo acabó, no me había dado cuenta que no valía la pena, que ese maldito caso no merece un reportaje.

- Esa ropa que está en el mueble... ¿de quién es?

- Es... de mi hermano.

- Pero dijiste que todos se habían ido de viaje. ¿Y entonces?

- Bueno, él la dejó ahí desde que se fue y nadie la ha recogido, eso es todo. Hilda, la señora que limpia la casa, no ha venido porque cree que siguen de viaje.

- No lo sé, Rick, pero no te creo. Mira, y no lo digo por mí, es que en estos días estaba hablando con Carlos, tu ex, y preguntó por ti. Le dije que andabas en otros asuntos, que no estabas aquí en Maracaibo.

Y quedé como un mentiroso, porque ya debe haber visto las noticias y la tragedia del puente.

- ¿Ese idiota aún pregunta por mí después de lo que me hizo?

- Bueno, yo no le quise dar tu número nuevo de teléfono.

- Ese tipo para mí ya no existe. Me había olvidado de él por completo. Cuando me fui de viaje, no pensé que volvería tan pronto. Espero que no se le ocurra aparecer de nuevo.

El Revólver Fantasma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora