XXIX ESPEJISMOS

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XXIX

ESPEJISMOS


Un gran gruñido bestial se escuchó en el horizonte, mientras la embarcación fantasma era hecha pedazos. Pasaron horas y todos quedaron, a la deriva en las costas de San Carlos.


No se sabe quiénes, y si acaso alguno, habrá sobrevivido tras el naufragio causado por la tormenta roja que engulló las embarcaciones.

En las áridas costas de la isla no se sabe nada del paradero de Thomas y compañía. Los acorazados fueron hundidos y reducidos a meros escombros, nada ha quedado de ellos tras ser engullidos por la tormenta roja con rostro malévolo, que devoró ambas embarcaciones lanzando a sus tripulantes al mar. La primera en despertar fue Intrépida Yack, en un rincón apartado de la costa, con su uniforme semi rasgado, aunque aún conservaba su fiel rifle a sus espaldas.

"Cielos, eso fue intenso. ¿Dónde estarán los demás? ¡¡¡Diana, resiste!!!!" - exclamó Yackeline gritando al viento.

Al tratar de levantarse, notó una viga atravesada en su muslo, lo que le impidió apoyar su pierna izquierda.

"Mierda, esto va a costar un mundo. ¡Tú puedes, Yackeline Santos! Una estúpida vara en mi pierna no me detendrá"

Yackeline se incorporó de pie, extrayendo con fuerza y gran dolor, la viga de madera de su muslo. Mirando su brújula, comenzó a caminar en dirección al Faro Península.

En otra parte del archipiélago, desde la cual el Faro Península se ve a lo lejos, Zinerva despierta sin el revólver de las tinieblas en sus manos. Un par de mujeres de largo cabello y vestiduras verde esmeralda, se le acercan para ayudar a levantarla. Una de ellas, le habló en una voz familiar:

- "Mujer, déjanos que te ayudemos. Ven con nosotras, tenemos agua potable y comida. ¿Eres parte del naufragio?"

Zinerva no asintió con la cabeza, aunque se sintió aliviada de recibir ayuda.

- Tengo otros menesteres, jovencitas. Gracias, pero no puedo quedarme. - dijo Zinerva con un semblante triste, y enojado al mismo tiempo.

- Ella está con nosotros, supo de tu naufragio y ha venido a buscarte. ¿la quieres ver?

Las jóvenes lograron persuadir a Zinerva y accedió a ir a regañadientes.

Al pie del faro península, Thomas acababa de despertar, todavía aletargado por el aparatoso accidente tormentoso. Al despertarse, miró la vieja nota con las coordenadas escritas en el mapa que le dio Diana antes de zarpar.

Debo hallar la forma de llevar a Zinerva a la piedra angular del Castillo. Es directamente allí a donde apuntan las coordenadas. Este y sólo este es el lugar donde debe realizarse el conjuro.

Mientras deambulaba por la ciudad, Thomas pudo notar que estaba completamente vacía. No había una sola alma en el lugar. "Esto tiene que ser obra de Máscara. Ese infeliz ha sacrificado toda la ciudad para alimentar esta tempestad de muerte".

Thomas escuchó una voz familiar. Victoria estaba a su lado. Su apariencia era nuevamente la de una inocente joven.

- Es bueno que estés acá. Pero tengo malas noticias, no tengo el revólver en mis manos. ¿Qué le ocurrió a tus alas?

Victoria contestó, en tono pesimista y algo dubitativa:

- No puedo usar mi forma divina en medio de toda esta mortandad, llamaría mucho la atención y ellos no saben que estoy aquí. Su maldad es poderosa, pero en ningún modo son omnipresentes. Pero igual puedo protegerte. Debemos encontrar el cuerpo de Zinerva primero. No hacemos nada yendo allá sin el revólver.

El Revólver Fantasma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora