VI UN ENCUENTRO INESPERADO

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VI

UN ENCUENTRO INESPERADO

Tras el infortunio que la rodeaba, Diana caminaba desesperanzada alejándose de la terminal. Mientras, Thomas y Eduardo aún discutían el misterio del revólver.

- Hablando ya francamente, viejo, ¿Cuál es tu hipótesis acerca de este asunto?

- No se... entre más lo pienso, más vueltas da mi cabeza y no llego a nada. Mis recuerdos de esa noche están borrosos... sólo recuerdo un baño de sangre.

- Yo sé que esto va a sonar un poco extraño, pero, para mí, hay una probabilidad ilógica, que dice que aunque tus huellas están en el gatillo, tiene que haber una tercera persona que fue la que en realidad cometió el homicidio.

- Mira, yo la verdad necesito tomarme unos días para reflexionar sobre muchas cosas. Si quieres quédate el expediente a ver que más descubres. Aunque, la verdad será difícil implicar a una tercera persona.

- Yo te juro que no estoy loco... eso te lo voy a probar. Vamos a darle una patada a toda esa gente que te metió en la cárcel.

Thomas se despidió de Eduardo y se montó en el mustang, rumbo a la nada, tan sólo para olvidar un poco el misterio que lo viene rodeando.

Se detuvo en el Parque La Esmeralda. Luego compró el periódico en un quiosco, junto a una caja de cigarrillos. Entonces empezó a leer las noticias, sentado en una banca.

- Este país no es el mismo de hace algunos años. Parece que leyera el diario de otra nación. Vaina, cómo ha cambiado todo.

Mientras, un joven se sienta a su lado sorpresivamente. Thomas evita mirarlo pero sabe de qué se trata.

- Si, viejo, este país ya no es el mismo. Juraría que la causa por la cual morí luchando, ya no existe. Ha sido sepultada...si usted hubiese visto la bravura con la que tantos jóvenes como yo derrotamos al enemigo, se te para el pelo. Los jóvenes de ahora... es otra cosa. Necesitan esa valentía de otrora, para levantarse ante todo, y exigir la libertad...

Y no sólo los jóvenes, en aquel entonces fuimos todos los que luchamos.

- ¿Hace cuánto luchaste por la libertad?

- Hace casi 200 años.

- ¿Por qué estás por aquí todavía?

- Hay gente empeñada en revivir nuestra memoria a cada rato, con fines políticos. Toman nuestra gesta como propia, y sólo engrandecen su propio ego. Es repugnante.

- ¿No puedes ir a descansar?

- Es difícil descansar mientras están tomando tu nombre a cada rato, y de paso ver que aquella libertad que logramos, se haya esfumado casi por completo, aunque nadie se da cuenta.

- Pero yo veo a la gente caminar y hacer sus cosas normalmente. Agites políticos los hay en todos lados, ¿qué te inquieta?

- Caminan, hacen compras, van de un lado a otro pero no son libres. Y no se dan cuenta.

Tras esas últimas palabras, el espectro se desvaneció.

Mientras, Diana verificaba las pocas cosas que le habían quedado en su bolso pequeño, después de sufrir el robo.

- Con esto no sobreviviré ni tres días en esta ciudad. Menos mal que me quedó la tarjeta del cajero. Sólo me queda mi portátil y mi vieja grabadora para continuar esta investigación, porque lo demás se lo llevaron. Y esto, que vale más que todo lo que traigo, vale oro – dice tomando en sus manos una pequeña bolsa de cuero.

El Revólver Fantasma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora