XXVII PREPARADOS PARA MORIR

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XXVII

PREPARADOS PARA MORIR

Un barco de guerra, de gran tamaño, se aproxima a la costa. Se hace más grande conforme se acerca a la misma, los ojos de Thomas no pueden creerlo y Diana observa serena, con los binoculares, al ver la nave acorazada acercarse, en respuesta a su petición. Se acercaba nada más y nada menos que una nave de Patrulleros de Infantería Marina,

Vosper 37m/ Clase Constitución, PC 13 Independencia.

- Tienes que estar loca. Ellos... ¿Vienen por nosotros? –Exclamó Thomas con gran asombro.

- Al lugar donde vamos no podemos ir desarmados, ni solos. Seremos carne molida en minutos si vamos nosotros solos.

- A ver, que lo de ser hija de un general retirado es cierto entonces.

- No exactamente. Eso no es todo, en realidad tengo muchos contactos allí dentro. Espero no te vayas a enojar, ni vayas a pensar mal de mí en los próximos días. Todos tenemos un pasado.

Juntos, acudieron al encuentro. De la plataforma bajaron unos 15 soldados, y un Capitán de Navío, lo sé porque conté las barras en sus charreteras. El capitán era de corta edad para el rango que tenía.

- Hola pequeña. Casi no te reconozco, ¿de verdad eres tú?

- ¿Pequeña? -dijo Thomas frunciendo el ceño-

- Tú debes ser ese despreciable sujeto del que hablaban en las noticias. Es una barbarie lo que hiciste. No entiendo cómo estás respirando el aire en libertad, después de lo que hiciste debiste haberte muerto en la cárcel.

- Carlos, por favor ya para, este hombre es inocente.

- No tienen ni un gramo de inocencia para mí, ¿sabes? Sé lo que hizo a todas esas personas, y a su misma esposa, imagina, no entiendo cómo pudiste fijarte en este monstruo.

Thomas pierde la paciencia y se le acerca despacio, le pone la mano en el pecho y lo levanta apretando del uniforme, con gran rabia.

- Vuelve a hablar de mi esposa y te haré tragar las barras de tu uniforme una por una, imbécil.

- Los dos, ¡Basta!. ¡Thomas, él es de los nuestros, cálmate!.

- Que cierre éste el hocico, entonces.

Los soldados que acompañaban a Carlos rodearon a Thomas y lo sujetaron entre 3, mientras dos de ellos con un par de macanas comenzaron a golpearlo hasta que cayó en el suelo. Todos, menos uno de ellos, que se quedó a bordo en la plataforma.

- Por Dios, Carlos, no te llamé para que nos hagas daño. Parece que no has cambiado nada, en tu forma de resolver las cosas.

- Lo siento Cariño. Pero si no me necesitas, entonces ¿para qué llamaste?. Tenía esperanzas de que me llamaras para retomar algunas cosas, sabes, escuchar que me llamas desde Puerto Cabello, me dio esperanzas.

Este tipo es una escoria, no debe tener ni donde caerse muerto.

Carlos ordenó a los soldados parar la tunda.

- Oído, descansen, ¡AR! Todos atrás de mí.

Con aires de desprecio se acercó a Thomas nuevamente y lo levantó del suelo. Lo miró a los ojos, le dio la espalda y lo miraba de reojo.

- Eres culpable hasta que Diana y su investigación demuestren lo contrario. Hasta ese entonces, en lo que a mí respecta, eres un asesino. Cariño, el barco zarpa en dos días para lo que me has pedido. Siento mucho que las cosas sean así. Tú me conoces, cuando se trata de defender lo mío, voy con todo.

El Revólver Fantasma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora