CAPÍTULO TREINTA

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ASTRID

Las facciones del pelinegro estaban hechas un desorden, parecía haber visto un fantasma, en gesto de apoyo entrelacé mi brazo con el suyo dando un apretón, eso pareció sacarlo de su trance y regresar de golpe a la realidad.

—¡Lárgate!—ordeno pero alzando más la voz, el tal Izan compartió una mirada de reojo con alguien a su espalda, el otro sujeto se acercó y lo pude detallar mejor, por dios yo lo conozco, era el mismo al que unas hora antes le tire la bolsa del supermercado—¡Lárguense!—esta vez Nicolás hablo en plural

—No lo creo, primo...—siseo el dichoso primo

—No era pregunta Hugo, lárgate y llévate a...—el pelinegro pareció pensar un adjetivo—Esta escoria...—en un hábil movimiento bajo mi mano de su codo a entrelazar nuestros dedos, los dejamos ahí plantados para meternos entre el bullicio de la gente del salón, prácticamente me jalo por todos lados hasta detenernos con Ivana, Susan y Noah estaba sobre las piernas de Samuel

—Izan está aquí...—con solo esa frase los tres pares de ojos adoptaron gestos de molestia, enojo o preocupación, muchas emociones negativas en un solo instante, Noah bajó de las piernas de Samuel que masculló un par de palabrotas en ruso, tomé en brazos a mi hijo y Nicolas jalo a Ivana apartándola un poco y diciéndole algo al oído

—Será mejor salir de aquí Astrid...—Susan me arrastro más hacia una de las salidas y en un parpadeo perdí de vista a Nicolas con Ivana

—Espera Susan, ¿a dónde vamos?..—la pelinegra siguió arrastrándonos por los pasillos del jardín—Susan...

—Suban...—sonó la alarma de una camioneta y abrió la puerta del copiloto, Noah estaba ya algo soñoliento así que lo acomode en los asientos traseros, de reojo detalle la mansión pero la pelinegra me empujo y tuve que subir a la camioneta, me abroche el cinturón y ella encendió la camioneta saliendo a toda prisa

—¡¿Ya me dirás a dónde carajos vamos?!

—A un lugar seguro...—masculló algunas palabras y siguió manejando como loca, en unos cinco minutos cruzamos el centro pero rumbo contrario de donde habíamos estado—Tranquila, todo estará bien...

Esto no tiene nada de bueno.

Al menos me dejé el abrigo puesto y en uno de los bolsillos venía mi celular, seguimos la carretera por algunos kilómetros hasta una entrada muy similar a la antigua mansión.

—Señora, bienvenida...—más mastodontes idénticos a los de la antigua mansión custodiaban todo el lugar, abrieron los portones dándome espacio para ver otra mansión igual de fastuosa que la anterior, Susan se detuvo en la entrada, ella bajó de la camioneta y por inercia hice lo mismo, abrí la puerta trasera para tomar a Noah pero el mastodonte de la entrada se acercó—Déjeme ayudarla señora...—estaba rehusante a hacerlo pero se veía buena persona

La mansión por dentro estaba casi en penumbras pero a decir verdad se notaba que casi nadie la usaba, el mastodonte subió las escaleras y yo lo seguí, abrió una de las habitaciones y dejó a Noah sobre la cama.

—Astrid es para ti...—Susan apareció y me extendió el teléfono

—¿Diga?

—Astrid...—era la voz del pelinegro

—¿Que mierda ha sido todo esto Nicolas?—escuche un suspiro pesado del otro lado

—Izan, es un hombre peligroso no podía exponer a Noah, que lo viera o que se le acercara, llegó en un par de horas y te lo explico, todos tiene órdenes de cuidarlos...—y así sin más termino la llamada

ÉXITO Y GLORIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora