CAPÍTULO DIECISEIS P1

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NICOLAS

Tengo un hijo. Soy padre.

25 años antes.

—¿Papá vendrá hoy mamá? —era la misma pregunta que le hacía a mi madre noche tras noche, por fuera parece una simple pregunta pero para un niño atemorizado de cuatro años era la entrada al mismo infierno, la respuesta de mi madre era casi siempre la misma

—No lo sé...

Eso también era cierto, nunca había una seguridad de que él apareciera tras esa puerta o de quizá no lo hiciera, era un juego al azar para el que siempre debía estar preparado, la noche llegaba y el calvario en mi corazón se hacía presente, mamá hacía todo lo que estaba en sus manos para distraerme, entretenerme o simplemente por calmarme y por ocultar que lo sucedido no me afectara.

Actualidad.

Detrás de cualquier adulto que hoy veas caminando en la calle te puedo asegurar que hay una historia cubriendo su niñez y tal como ellos yo también tengo una historia que muy pocos saben.

Mi madre creció sola pero bajo la protección de mi abuelo que desconsolado por el abandono de la mujer que amo busco refugio en el dinero y en los bienes materiales, su hija se volvió el centro de su vida pero también un puñal clavándose cada vez más profundo en su corazón a causa de lo idéntica que era a su madre, desde pequeña mi madre se juró ser diferente y darle a sus hijos una vida distinta, esperaba como todos formar una familia, tener una vida pacífica y cuando el momento de ser madre llegara sería el más feliz de su vida, pero eso jamás paso, porque ella se enteró de su embarazo en la cumbre más alta de carrera.

Estaba sola porque mi padre no quiso hacerse cargo.

Decepción, furia, tristeza, dolor y confusión cubrieron su vida cuando las dos rayas rosadas aparecieron en la prueba de embarazo.

¿Qué haría ahora? ¿Qué sería de su vida? ¿De su futuro?.

Tomó una decisión.

El mundo le dio la espalda pero ella decidió darle la espalda al mundo y alzar la cabeza por él bebe que día tras día crecía en su vientre.

Se alejo de todo y de todos por su bien y por mí que llegue al mundo una tarde fría de Noviembre en Rostov Rusia.

Saco fuerzas de donde alguna vez tuvo miedo, se armó de valor e hizo todo lo posible por cuidarme, amarme incondicionalmente y guíame en esta travesía que llamamos vida. Ahora éramos ella y yo contra el mundo, algunos meses después de que llegue al mundo mi abuelo nos encontró y se unió a nuestra pequeña familia, fue un complemento de protección y guía en los momentos más oscuros, ahora éramos tres almas contra la tempestad del mundo.

Pero no todo lo bueno dura para siempre.

Tenía tres años cuando lo vi por primera vez, ojos azules idénticos a los míos, cara apagada y ojeras marcadas, cuerpo debilucho y labios secos, era idéntico a ver un muerto viviente. Esa noche ha sido de las más difíciles en mi vida, cuando ellos creían que estaba dormido los gritos y reproches resonaron por toda la casa, asustado por el ruido baje de la cama me asomé desde una esquina de la escalera, peleaban y se insultaban hasta que un golpe seco llego a mi oídos y vi caer a mi madre justo frente a mí, un hilo de sangre le escurría de la nariz y la boca, ese era solo el inicio de un sufrimiento que lleva años atormentándome.

Crecí y escape lejos de sus garras, me sentía libre en Estados Unidos y conocer a aquella castaña fue un respiro de aire fresco, con ella sentía más que una atracción sexual era una conexión de espíritu, fue el click en mi vida, me daba la esperanza necesaria para saber que las cosas que alguna vez marcaron mi pasado podrían dejar de atormentarme, estar con ella era la luz de esperanza que tanto tiempo llevaba buscando.

ÉXITO Y GLORIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora