CAPÍTULO CUATRO

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ASTRID

Era tercera vez en el día que la concentración se me esfuma como una nube de humo, esos ojos y esa sonrisa se han apoderado de mis ideas en los últimos tres días después de ese primer beso, mi consuelo es que lo veré esta tarde cuando termine sus prácticas y yo mis clases, lamentablemente serán los últimos encuentros porque nos dejaremos de ver por tres semanas a causa de las vacaciones de navidad.

Que rápido se ha ido el tiempo, muy pronto estaré de regreso con mi madre y su manía por el orden, mi padre y sus múltiples facetas entre orgulloso y terco y claro la crema y nata es que toda la familia se reúna para cenar.

— ¿No piensas llevarlo a tu casa en Navidad? — volteo en dirección de Valentina y le giró los ojos fastidiada — Estoy segura que a tu padre le gustaría conocerlo...

— Si claro, capaz lo recibe con una flecha en la cabeza y ¿sabes porque?, el señor acaba de descubrir una nueva pasión por el tiro con arco, no gracias quiero que el pelinegro me dure...

— Es bueno saberlo porque créeme no pienso ir a ningún lado — su manía por aparecer de la nada me está consumiendo los nervios, inesperadamente me abraza por detrás, pega su mentón a mi cuello — ¿Estás lista? — su aliento me eriza los vellos, asiento y recoge mis cosas que están sobre la mesa

— Regreso en la tarde... — Valentina levanta un pulgar y sonríe de lado a lado

— Ustedes son realmente adorables — el pelinegro suelta una carcajada y entrelaza nuestras manos para salir de la cafetería

Nos montamos en la jeep y poco a poco nos alejamos del bullicio universitario, las dudas comenzaron a hacerme mella — ¿Que harás en Navidad? — instantáneamente sus dedos tomaron con más fuerza en el volante

— Iré a mi casa — fue bastante tajante en su respuesta — ¿Y tú?

— Lo pasaré con mi familia....

— ¿De dónde eres Astrid? — me observo de reojo a la que yo sonreí

— Soy una mezcla internacional — soltó una pequeña carcajada que aligero el ambiente — Mi madre es española pero cuando mis abuelos la adoptaron se vino a vivir aquí a San Francisco, mi padre por el contrario es estadounidense pero mi abuela es Venezolana, al final de todo yo y mis hermanos nacimos en aquí en San Francisco pero todos viven en Texas...

— ¿Tu madre estudió aquí? — pregunto con algo de gracia en su voz

— No. Ella lo hizo en España pero fue mi padre quien sí estuvo en Stanford...

Quizá no sea un buen detalle que mencione quienes son en realidad porque con frecuencia la gente se aleja o solo busca más cercanía para aprovecharse.

— Si no es indiscreción Nicolas ¿tus padres son rusos? — asintió con lentitud pero no dijo una sola palabra, entiendo que no quiera abrirse a la primera porque yo tampoco lo haría con desconocidos. — ¿A dónde vamos? — opte por la vía segura que es cambiar de tema

— Al mejor restaurante de comida mexicana qué vas a probar en tu vida...

El ruso tenía razón, es la mejor comida mexicana que he probado, nunca he estado en México pero dudo que exista una que pueda superar lo que estoy probando, los tacos son famosos en muchas partes del mundo pero como los latinos ninguno, realmente estábamos hambrientos que nos acabamos más o menos unos veinte, salimos muy satisfechos y pesados de ese local de comida.

La noche nos fue cubriendo y poco a poco las luminarias en la calle se fueron encendiendo, Nicolas me dejó frente a la entrada del complejo de departamentos.

ÉXITO Y GLORIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora