CAPÍTULO VEINTE

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NICOLAS

Cuatro días antes.

El frío arrasador golpeo mi cara al cruzar las puertas de la estación de trenes en Rostov, tres horas de camino desde Moscú hasta aquí, debo conseguir cuanto antes un automóvil o un taxi si quiero llegar a tiempo para la cirugía de mi abuelo.

Al menos los buenos contactos de Marco sirvieron para algo y conseguí un medio de transporte, las calles estaban inundadas de gente y de automovilistas nerviosos y estresados por llegar a sus destinos como yo.

La cúpula del centro hospitalario se fue asomando en la distancia, baje a prisa y cruce el recibidor donde ya me esperaba mi madre, siempre impecable y de un temple duro.

—Madre—la abrace y ella correspondió el saludo, bese su mejilla y sin decir una palabra subimos al elevador para llegar a la sala de espera, aun cuando lo intente ya no pude ver a mi abuelo antes de su cirugía—¿Creías que no llegarías a tiempo?—se acercó a mí y me entregó un vaso de café, odio la cafeína pero el jet lag está haciendo efecto, solo por eso lo beberé

—Marco me llamó a las dos de la mañana y me dijo que te consiguió un boleto a tiempo...

—Si, fue de imprevisto y muy cansado pero todo bien, a mi abuelo ya no pude verlo pero ¿revisaste todo?—de parte de mi madre me gane una mirada cautelosa y con media sonrisa negó lentamente

—Siempre tan preocupado, pero todo saldrá bien Alex...

Nos acomodamos sobre los enormes sofás a esperar para que la cirugía se llevará a cabo, las horas comenzaron a correr y aproveche para ponerme al corriente con mi lectura y algunas investigaciones personales sobre la crianza infantil, ¿cómo termine metido en todo esto?, hace dos meses no tenía ni la menor idea de que era padre, ahora asisto a terapia para sanar y poder ser un ejemplo para el pero vaya que ha sido un maldito dolor de culo sacar mis temores y pasado, Nuran ha sido paciente pero creo que al que le más le está costando es a mí, implica madurar, crecer y ahora perdonar, han sido etapas que me están marcando para siempre.

Incontables veces he estado cerca de Noah y jamás me di cuenta, admito que si algo no he olvidado son sus preciosos ojos azul cristalino sumamente idénticos a los míos pero de ahí en adelante no hubiera sido capaz de imaginarlo, tengo tantas dudas, tantas cosas que quiero aprender, quiero conocerlo, ser su amigo, darle lo que yo en su momento no tuve. ¿Cómo es posible que sienta un cariño tan grande por alguien a quien no conozco?

Instinto de padre supongo.

Mi cabeza no ha dejado de darle vuelta al asunto, la castaña fue bastante franca cuando me lo confeso y al momento me descolocó pero tampoco fue un golpe tan inesperado, es como si dentro de mi tuviera el presentimiento que mi reencuentro con la castaña no sería de en vano, algo más había ahí y tarde o temprano lo iba a descubrir ahora que lo sé ha sido una bonita sorpresa. 

Un ligero detalle por el momento es que todo ha sido muy privado, solo mi equipo lo sabe pero nadie de mi familia están enterados.

—Madre...—da media vuelta alejando su vista del ventanal y observándome—Siéntate porque tengo algo que decirte...

Será difícil que lo asimile pero es el momento

—¿Todo bien?—conozco esa mirada de confía en mí que todo estará bien

—Si, pero hay una ligera confesión que necesito hacerte...

—¿De qué se trata?

—Hace unos años cuando estuve en Stanford conocí a alguien de la cual yo tuve que separarme de una forma dolorosa por no decir que la abandoné...—jugueteo con mis manos por el nerviosismo pero ella me observa con el ceño fruncido, es extraño por qué a ella jamás le he contado de mis aventuras en Estado Unidos además odia que lastime sentimientos ajenos—El caso es que nos reencontramos hace unos meses en Londres y....—me siento como si estuviera confesando una travesura—Me entere que soy padre...

ÉXITO Y GLORIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora