CAPÍTULO CINCO

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ASTRID

De regreso al martirio estudiantil pero que bien me cayeron las pequeñas vacaciones navideñas. Desde muy temprano he estado de un lado a otro, con la entrega de tareas, proyectos y sobre todo acomodar mi horario, para el medio día apenas terminaba el primer día y sentía como si ya hubieran pasado cinco meses.

— Primero es el acelerador y después el cambio....

— No me presiones Nicolas, acabamos de regresar y ya estás tratando de meterme en un colapso mental...

Nota futura Astrid jamás dejes que te lleven a la fuerza a aprender a conducir.

— Ve el punto positivo si aprendes a manejar tus padres te compran un auto y podrás llegar más pronto a todos lados...

— Yo nací para ser la copiloto que da mal las direcciones y pone la música, no para conducir, ¿acaso no ves la diferencia? — me observa algo molesto negando con la cabeza — Bien, tu ganas lo vuelvo a intentar...

No sé en qué momento me pareció una buena idea que el pelinegro me enseñara a conducir, es cierto que en varias ocasiones le comente que estaba harta de usar el metro o tomar taxi pero jamás lo vi a él como la oportunidad perfecta para que tomara la iniciativa y quisiera enseñarme a conducir, conste que está en peligro la integridad de su jeep.

Habíamos esperado toda la tarde hasta casi las nueve donde la oscuridad nos cubrió para que el estacionamiento del supermercado se vaciara y yo pudiera aprender a mis anchas sin la necesidad de poner en peligro vidas humanas.

— Esta vez salió mejor, al menos ya no se te apagó a los cinco segundos el motor...

— Qué gran consuelo — volví a meter la llave pero esta vez un zangoloteo nos movió, por inercia yo frené en seco y como resultado los asientos se agitaron y rebotamos, por poco la cara del pelinegro se estampa en el parabrisas

— Ya estoy arrepentido de querer enseñarte....

— Yo te lo advertí

Dos horas más tarde seguía sin poder mover ni cinco metros la jeep, realmente eres pésima en esto Astrid.

— Ya basta de tanto golpe, cámbiate de lugar castaña, nos vamos...— obedecí sin rechistar porque si tiene razón, esto salió muy mal

— ¿Me dejarás que lo volvamos a intentar otro día? — pregunte algo temerosa

— Déjame pensarlo porque sin duda mis técnicas para que aprendas no están funcionando...

De camino a mi departamento no dejó de burlarse de mí sobre lo mal que salieron mis clases, en la entrada no pude resistirme y lo bese, hasta ese momento en que sus labios se pegaron a los míos comprendí lo mucho que lo había extrañado en Austin.

— Buenas noches Nicolas...

— Descansa Castaña...

El trago de café resbaló por mi garganta, al menos esto puede mantenerme cuerda durante las siguientes dos horas que me faltan de sufrimiento, cuando al fin acabo la clase ya no tenía cabeza para nada, tome con pereza un taxi hasta mi departamento, que flojera caminar.

— Ya llegue — me tire en el sofá cayendo encima de una bolsa de papas fritas, la agarre y saque algunas metiéndomelas a la boca — !Valentina!

— No grites, si escucho — apareció con la toalla enredada en la cabeza

— ¿Vas a salir? — me sonrió con malicia y asintió — ¿Puedo saber a dónde tan arreglada cobriza?

— Al Hills, un chico de mi clase me invitó — sonreí con burla y ella negó

ÉXITO Y GLORIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora