Mis vacaciones, como las había llamado Régar, no duraron más de seis días. Pronto volvieron a llamarme para llevar a cabo otras misiones que no tenían nada que ver con Takaishi. Se guardaban con tanto ahínco lo que quisiera que le estuvieran haciendo que me pregunté si sospechaban que les estaba preparando una emboscada. Durante un tiempo fui más miedoso que cauteloso.
Con mi vuelta al trabajo pude enterarme de otras cosas, esta vez sobre los niños elegidos. Hasta donde pude averiguar, ellos conocían una dimensión en la que habitaban los digimon, unas criaturas digitales, y estas criaturas los habían acompañado durante un par de viajes que hicieron en 1999 y en 2002 a esa misma dimensión, el Mundo Digital o Digimundo. Las dos veces que habían ido habían sido llamados por alguien que necesitaba de su ayuda, y para ello se les había asignado un digimon como compañero a cada niño.
No sabía exactamente cuál era el papel que representaba cada uno en sus relaciones ni cuál era el motivo de que unos humanos hubieran viajado alguna vez a otra dimensión si no poseían la capacidad para teletransportarse, pero en ese momento me importó más bien poco. Lo que más me importaba de todo aquello era la posibilidad de que esos elegidos se hubiesen puesto en contacto con sus compañeros digimon, o incluso que hubiesen viajado a esa dimensión para buscar a Takaishi. Nunca llegué a saber si lo hicieron o no.
Si yo estuviera en su lugar, seguramente hubiese ido al Digimundo nada más enterarme de su desaparición, sobre todo teniendo en cuenta que lo hizo sin dejar rastro y tras demostrar actitudes que no parecían encajar del todo con su personalidad. Además, los doce elegidos parecían estar muy unidos, por lo que suponía que los once que quedaron se volcarían en buscarlo.
Por otra parte, que Ari no estuviese del todo involucrada con ellos no me convenía. Si dejaba que escuchara de vez en cuando algo relacionado con Takaishi, y que le resultara tan sumamente extraño como para no poder hablarlo abiertamente con nadie, creí que conseguiría que, de entonces a un año, Ari estuviese lo suficientemente pendiente del tema sobre su amigo como para que quisiera involucrarse y ver con sus propios ojos lo que ocurría con él, a pesar de que yo mismo había intentado evitar que fuera con Takaishi a casa de Yagami y de que ella se involucraba sin que yo interviniese.
Por eso, y también porque pasé esos dos meses sin volver a ver a Takaishi, tomé la determinación de recurrir a Pyrus.
—Si Régar no te ha dado uno por algo será —gruñó.
—Si Régar no me ha dado uno es porque no hay suficientes y yo tengo otras cosas de las que ocuparme.
—Pues ocúpate de tus asuntos.
—Dámelo si no quieres convertirte en uno de mis asuntos.
Y cuando creí que intentaría pegarme, me dio el aparato para manipular a los humanos a regañadientes.
—Te lo devolveré en un rato —aseguré—. Solo quiero divertirme con él.
Sabía que los riesgos que estaba corriendo eran muchos y elevados, pero no quise quedarme con las ganas de intentarlo por todos los medios. Seguí a Ari hasta un parque después del instituto y usé el aparato para dejar que escuchara más voces.
Un mes después volví a pedirle el artefacto a Pyrus. Sabía que era el cumpleaños de Takaishi y que sus amigos estarían pendientes del tema, incluida Ari. A pesar de lo delicado de aquel día, dadas las circunstancias, me acerqué hasta su casa y, oculto entre los edificios, le compartí las voces de nuevo.
Creo que funcionó.
Después de eso, las cosas con la banda de Régar empezaron a complicarse.
Sombra&Luz
Vuelvo a publicar cada viernes.
Estos capítulos de hoy son cortos, pero el de la semana que viene es larguito.
Espero que se encuentren bien.
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Digimon Adventure: Proyecto Mestizo
FanfictionAños 2005 y 2022. Me llamo Jake Dagger, soy mestizo, y me encomendaron la misión de secuestrar a Takeru Takaishi, el portador del emblema de la Esperanza. Me gustaría decir que soy capaz de salvarlo, pero ni siquiera me veo capaz de salvarme a mí mi...