—Se le acusa de los cargos de robo con violencia, estafa, tráfico de sustancias ilegales, omisión identitaria documental, encubrimiento, enaltecimiento del terrorismo en territorio ajeno, homicidio doloso por defensa propia y existencia en mestizaje por delito ajeno. ¿Cómo se declara el acusado?
Miré al sujeto que me observaba desde el trono. Tenía los ojos más dorados que había visto nunca; tanto, que parecían sumarse a la luz de los candelabros de las paredes y los portalámparas de techo, como si fuesen dos pequeños focos más. Resaltaban con más fuerza en aquella piel oscura y apagada, y con las ropas grisáceas envolviéndola en mitad de la sala oscura en la que nos encontrábamos. Diría que era una mujer, pero lo cierto es que tenía una apariencia bastante andrógina, de pómulos marcados, ojos rasgados, nariz afilada y altura considerable.
No sé cuánto tiempo había pasado desde que me sacaron de la Tierra. Puede que semanas. Cuando llegué a Ofiuco me dejaron dormir durante lo que me parecieron días y días. Fui atendido por médicos en más de una ocasión. Las curas me resultaron asombrosamente rápidas y eficaces, aun a pesar de lo abrumado que me encontraba. Los juicios comenzaron en cuanto me recuperé.
Tragué saliva. Llevaba cadenas atadas a los tobillos y a las muñecas que me mantenían anclado al suelo, y un zólov exclusivo para que no pudiese usar mis poderes de ninguna forma, aparte del zólov que protegía la sala al completo. En el cuello llevaba otro grillete que no tenía cadenas atadas a ningún lugar. No sabía para qué servía, pero me dolían el cuello, las cervicales y los hombros por el peso.
Detrás de mí y a mis costados había decenas de gente sombra que no sabía el papel que representaban ahí. La mujer que me había atendido cuando fui a pedir ayuda, a entregar a Uf-Tá, resultó ser un alto cargo del servicio militar interdimensional y me acompañó como testigo durante el juicio.
Antes del mío, tuve que presenciar las condenas a prisión de Lórman, Pesbas, Drac y el resto de los hombres de Régar. Todos me lanzaron miradas acusatorias, cargadas de un odio incluso mayor que el que me habían dedicado desde que tengo uso de razón. Yo había evitado mirarlos, pero resultó imposible cuando algunos de ellos quisieron lanzárseme al cuello.
Lórman fue el que más cerca estuvo de alcanzarme.
Dejaron mi juicio para el final por la complicación de los cargos que se me imputaban.
Nunca encontraron a Pyrus.
—Culpable, señoría —sentencié.
Escuché cuchicheos. El sujeto me analizó algunos segundos más, y después bajó la mirada, con la espalda completamente erguida y sin mover la cabeza. Luego hizo algo con las manos de dedos largos sobre la mesa. No pude ver el qué. Todo el juicio se celebró en ofiuco y, aunque tuvieron la consideración de traer a un traductor, lo cierto es que entendí la mayor parte sin necesidad de ayuda. Estudiar sus leyes durante tantos meses me había acostumbrado a la jerga jurídica.
El sujeto me devolvió la mirada de nuevo.
—¿Jura, pues, por la Sombra, y bajo las miradas de Pha y Zí, que custodian sus palabras, afirmadas en la tierra entre Dim-Ba y Da-Ba, que todo por lo que se le acusa supone ser cierto y que, por lo tanto, acepta el destino que desde la Justicia se le impone como castigo por los males que cometió?
Intercambié una mirada con Tigasde, a unos metros en mi diagonal izquierda. Sus ojos color miel me resultaron tranquilizadores, dentro de lo posible. Ya no llevaba la ropa y la capa negras que nos exigía Régar, sino el uniforme verde oscuro que llevaban varios de los soldados y agentes que custodiaban el lugar.
En ese mismo juicio descubrí que era un agente encubierto, para sorpresa de nadie.
Lórman y los otros nunca lo sabrían porque nunca saldrían de la cárcel a tiempo para comprobar que Tigasde estuviese preso igual que ellos. En mi caso habían interpretado que yo había colaborado de buena fe con Tigasde para atrapar a Régar y a su panda, por lo que dieron por hecho que ya debía de conocer su identidad. Todo mentiras por parte de Tigasde, por supuesto, ya que en realidad había sido él quien había colaborado de buena fe conmigo sin decirme quién era. Lo hizo para que mi condena no fuera tan grande, y no puedo estarle más agradecido por ello.
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Digimon Adventure: Proyecto Mestizo
FanficAños 2005 y 2022. Me llamo Jake Dagger, soy mestizo, y me encomendaron la misión de secuestrar a Takeru Takaishi, el portador del emblema de la Esperanza. Me gustaría decir que soy capaz de salvarlo, pero ni siquiera me veo capaz de salvarme a mí mi...