Capítulo 36

36 9 7
                                    

Llegados a este punto, Régar había empezado a requerir de otro lugar en el que pudiésemos detenernos a observar a los elegidos.

Por un lado, el castillo era nuestro lugar seguro, el sitio al que acudíamos para tramar los planes, cuando todo lo demás terminaba o cuando necesitábamos estar al margen de lo que estábamos haciendo fuera. Por otro lado, Whisimbell, el mundo en el que se encontraba la sala de las pantallas en la que habíamos dejado a Takaishi y a la que acababan de llegar Ari, Gatomon y Hikari Yagami, se había convertido en nuestro escenario, en el lugar en donde ejecutábamos el trabajo. Por eso Régar necesitaba otro sitio; un lugar en el que poder parar a observar a los niños elegidos.

Bajo sus órdenes unas horas antes, Uf-Tá había logrado darle ese nuevo lugar que, hasta donde tenía entendido, no pertenecía a Whisimbell. El motivo era que Régar, y todos los sombra, sabían algo que yo, en realidad, no alcanzaba a entender del todo por aquel entonces, y es todo lo que podía implicar y hasta qué límites abarcaba ese mundo, si es que se puede considerar que Whisimbell tiene límites.

Esta nueva zona era límpida y blanca como la luz más pura. Igual que el lugar en el que Yamato Ishida tuvo que quedarse, no parecía tener materia ni estaba provista de objetos ni de nada que se interpusiera en aquel absoluto. Aunque, al contrario que la primera, era todo luz.

Una especie de holopantalla era lo que nos permitía observar lo que estaba ocurriendo en la sala en ese momento. La digimon gata había desaparecido, y LadyDevimon se estaba enfrentando, en su lugar, a un ángel que también tenía un cuerpo curvilíneo y piernas infinitas. Poco después descubriría que era la digievolución de Gatomon, Angewomon. En ese momento no vi nada más que alas, piel blanca y pelo rubio.

Aparté la mirada de ellas. Hikari Yagami se encontraba a unos pocos metros, aprisionando entre sus manos un aparato rosa que mantenía en su pecho. Ari era la que veía más cerca. Estaba en el extremo más alejado de la puerta, que había desaparecido, y le gritaba cosas a Takaishi que supuse que eran con la intención de hacerlo reaccionar. El problema era que Takaishi parecía enajenado, fuera del mundo y de sí mismo.

Miré a mi alrededor. Régar observaba a través de las pantallas, en silencio, mientras Pesbas trasteaba con Drac y Lórman un poco más atrás. Pyrus estaba a mi derecha, también atento a la batalla, y Tigasde a mi izquierda. Me aseguré de que nadie podía verme antes de extender una mano hacia el bolsillo del pantalón de Pyrus. Se sobresaltó, me miró arisco y tuvo que morderse la lengua mientras me sostenía la mirada y yo cogía el aparato para metérmelo en mi propio bolsillo. Estaba furioso, probablemente harto de que lo usara a mi antojo sin pedirle ningún tipo de permiso. Y, aunque eso podría haber sido motivo para plantearme el pedirle una disculpa, yo también estaba harto de que me usaran y de que Pyrus, en especial, me tratase como un ser inferior solo por ser un mestizo. Así que sonreí y le guiñé un ojo. Luego devolví la mirada a la pantalla, sin detenerme a interpretar cómo cambiaba su expresión.

Ari continuaba gritándole a su amigo, cada vez más desesperada. Sabía que Régar estaba esperando el momento en el que La Profecía se activase y le diese un margen para lograr que Takaishi se convirtiera en el monstruo en el que había puesto todas sus esperanzas. No obstante, aunque yo sabía que La Profecía que él tenía era falsa, no podía permitir que Takaishi se convirtiera en ese monstruo.

Trasteé con el aparato que le había quitado a Pyrus, aún en mi bolsillo, y me metí en la mente de Ari. Entonces le hice creer que La Profecía, la mentira que se había inventado Prus en su lecho de muerte, estaba tallada en la roca justo al lado de Takaishi.

No me quedé a comprobar si la leía ni cuál era la reacción de mi jefe al verlo. Sorteé a Pyrus a duras penas, para dejarme ver frente a todos los sombra, a propósito, y después doblé las rodillas y me dejé caer como si no me quedaran fuerzas. Solo Tigasde estiró un brazo para que no me desplomara. Régar se dio la vuelta, se acercó a nosotros y llevó una de sus manazas a mi frente.

Digimon Adventure: Proyecto MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora