Reinicio Fallido

Capítulo 42 | El precio de la ingenuidad

『Dimensión B-0』

Lunes 8 de Octubre del 2019— 16:45.

Las lágrimas que él demarraba eran pocas.

Lo natural sería que la desesperación lo acabase, los sentimientos derrocarían a la razón y dejándose llevar por lo que creía correcto, correría hacia ellos. No obstante, quieto en la mitad de los cuartos quemados; su cuerpo lleno de heridas y quemaduras no aguantaría más tiempo sobre el suelo. Tratando de siquiera, hacer algún gemido de dolor, notó que su garganta se encontraba seca y repleto de ácidos que hace poco vomitó.

Para cuando se limitó a observar a sus alrededores, se percató que uno de sus ojos lo veía con un rojo tan común que inundó su pupila. A pesar de eso, con su único ojo saludable, levantó su cabeza y miró a sus alrededores. La oscuridad que alguna vez tuvo ese cuarto ahora fue llenada con las flamas que crecían rápidamente, la cama ya había sido consumida, los armarios, el escritorio, los cuadros y las prendas de ropa que se hallaban en el suelo; el único que aun no fue quemado era él.

Aunque parcialmente, ya presentaba quemaduras de hasta 3er grado.

El espejo que se ubicaba a pocos metros de su lugar reflejaba lo que era, teniendo toda la piel derretida, sangre cayendo de varias partes de su cuerpo y con una gran lesión en una de sus piernas. Incluso con tales heridas dentro de sí aun permanecía el sentimiento de querer seguir viviendo, de no perder nada, de tener aun la posibilidad de que los eventos no ocurriesen nuevamente.

—....Iuh...

La vida pasó por un instante frente a sus ojos, aquel peculiar mito resultó ser verídico, la muerte buscaba el alma de la persona en cuestión. Desde su nacimiento, pasando por su infancia, llegando a su juventud y por último en el caliente suelo que ardía su cuerpo.

A pesar de eso, el único sentimiento que traspasó la melancolía de morir era el odio.

El ardiente deseo de matar, la furia que circulaba por sus venas, el llamado de hacer pagar por todo lo que había pasado. No existía duda alguna, incluso en ese estado, sus dedos, pies y hasta sus extremidades se movían de manera inconsciente para poder realizar su objetivo. No le importaba la cantidad de veces que repetía el día, tampoco le interesaba sobre lo que le pasaría a los demás, su『meta』era algo simple, vengarse de la persona que llegó a quitarle todo lo que tenía. No era solo eso, las ideas que se adentraban a su mente eran más oscuras de lo que pensó inicialmente.

Su deseo eran hacerlo retorcerlo de dolor, quitarle sus ojos, nariz, cocerle su boca, despedazar cada una de sus extremidades, las suplicas que escucharía poco le importaba; hasta la propia identidad de esa persona le resultaba irrelevante. Si no hubiera sido por las acciones de esa persona él no hubiera llegado a tales extremos.

Matar, el deseo de matar era algo que fluía y se mezclaba con su propio ser.

Era por ello que en ese instante, su atención que fue desviada por esa sed de sangre se disipó radicalmente. Su nariz en medio del incendio llegó a oler algo que lo congeló, su propia locura había ido demasiado lejos cuando entendió la razón por la que todo sucedía.

La realidad nuevamente jugó con la lucidez de『Dylan』.

Sus ojos giraron en la habitación mirando fijamente cada cosa, nada era lo que en ese momento le parecía. No existía rastro de fuego, las flamas no eran más que una densa niebla que se adentró al cuarto, la cama era una mesa llena de sangre, el armario era un escritorio lleno de medicamentos y pastillas tiradas por doquier; mientras que el conjunto de ropas no eran más que pedazos de ropa llena de sangre.