💖CAPITULO 11💖

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El dedo índice de Volkov dibujaba líneas en la espalda desnuda de Horacio, ambos estaban aún en la cama a pesar de ser algo tarde ya que ese dia comenzaban el turno de noche. El ruso se apoyaba con su codo sobre el colchón, permanecía de lado con su mano sujetando su cabeza y sus ojos grises observando cada detalle del rostro de su amado.

La luz que entraba por la ventana iluminaba la figura del cadete, algunos lunares decoraban esa suave piel color caramelo, los dedos del mayor los repasaban uno a uno haciendo figuras mientras que su mente se inundaba de preguntas acerca del futuro que les esperaba, un futuro que el peliplata solo visionaba junto a Horacio.

Ese chico había cambiado completamente su vida, la había llenado de luz y de nuevas sensaciones nunca antes experimentadas por aquel serio ruso que ahora tenía sonrisas para regalarle a su sol. Sus comisuras se levantaron al observar cómo la nariz del rubio se arrugaba, se le hacía tierno cada gesto del cadete.

-Buenos dias,- susurró al ver los bicolores buscando sus grises.

-Buenas, ¿qué haces?,- preguntó tapando su rostro con su mano algo avergonzado al ver al mayor mirándole atentamente.

-Nada, estaba aquí disfrutando las vistas,- se acercó y comenzó a dejar suaves besos por la espalda morena.

Los suspiros no tardaron en aparecer, Horacio no imaginó nunca tener tal despertar, ese hombre al que creyó algo frio era un torbellino de mimos y caricias hacia su persona, jamás pensó tener al ruso dándole tales atenciones en todos los sentidos.

-¿Tienes hambre?,- preguntó cerca de su oido.

-La verdad es que si...- se giró colocándose boca arriba, tirando del cuerpo de Volkov hasta que estuvo completamente sobre el suyo.

Se abrazaron por largos minutos en los que los besos no faltaron, la nariz del peliplata acarició la contraria, sus frentes se juntaron, sus corazones sincronizados y ellos perdidos en el romanticismo del momento con sus cuerpos bañados por los tintes naranjas que dejaba el soleado dia.

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-Buenas super,- Horacio saludó a su jefe el cual se encontraba en recepción, estaba visiblemente ansioso por hablar con el cadete para averiguar si había sacado algo de información sobre Collins.

-¿Qué tal chicos?,- el ruso lo miró de reojo, su cara lo decía todo,- veo que habeis hablado acerca del encargo que le hice a Horacio, vamos a mi despacho anda,- los invitó a ambos.

-No gracias, esos temas no me interesan lo más mínimo, a mi déjame fuera de esto,- Volkov fichó su entrada y se dispuso a salir a patrullar,- cuando estés listo avísame por radio y te recojo,- acarició disimuladamente la mano tatuada del joven antes de salir hacia el garaje.

-¿Qué coño le pasa a este?.-

-No está de acuerdo con lo que me has pedido, es entendible que no quiera saber mas.-

-Va a ser mi comisario en unos dias, debería informarse de cada cosa que pase aquí pero...él verá, vamos,- comenzó a caminar escaleras arriba hasta llegar a su despacho seguido por el de cresta.

Conway tomó asiento en su butaca, miró al cadete retirando sus gafas de sol de su rostro, masajeó el puente de su nariz tomándose unos segundos en los que Horacio le miraba esperando por ver qué quería saber exactamente.

-¿Y bien?,- se echó hacia atrás encendiendo un cigarro,- ¿has quedado con el colillas?.-

-Si, estuve cenando con él.-

-¿Creés que me interesa el menú o algo de eso?, habla,- su voz sonaba irritante.

-No pude sacarle apenas nada, sabía que tú me mandarías,- escueta contestación que hizo que el mayor se levantara abruptamente y caminara en círculos.

SE ALQUILA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora