Parte 24

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Tomás Dupain caminaba de un lado a otro desesperado. Sus hijas... Sus preciadas hijas, habían desaparecido, en el lugar donde se suponen que las cuidarian.

Kara estaba echa un mar de lágrimas, se sentía culpable. Si ella hubiera echo algo, o insistido más, nada de eso estaría pasando.

Sus niñas estarían con ellas, y no desaparecidas, con probabilidad de muerte. Nunca había odiado tanto a Tomas, como lo hacía en ese momento. Confío en el, y el resultado fue la desaparición de sus hijas.

Tenía ganas de matarlo. Lo miro con odio.

Gabriel Agreste odiaba visitar el mundo humano. Pero esta vez lo hizo con una buena razón. Tenía la obligación de informarles a los padres de las chicas, que estás habían desaparecido... Al igual que su único hijo, y su sobrino.

Estaba desconsolado, pero no descansaría hasta encontrarlos a todos.

Cuando se enteró del ataque al internado, los Fathom y los Agreste reunieron fuerzas y lograron llegar hasta el internado. Muchos jóvenes Lobos murieron durante el ataque, y hubo familias desconsolada y fracturadas. Jurando venganza.

Hubo un traidor. Sólo un Lobo conocía como romper el sello que protegía la entrada. Por culpa de ese Lobo, ahora su hijo, su sobrino y las hijas de su mejor amigo, estaban desaparecidos.

Pero no daría su brazo a torcer. Los encontraría así tuviera que entrar el mismo al territorio de los vampiros.

Todo era culpa del príncipe de las tinieblas y la oscuridad.

— ¡Calmate, mujer!

— ¡Esto es tu maldita culpa! No se como lo vas a hacer, pero quiero a mis hijas de vuelta... ¡Las tienes que encontrar!

— Calmese, señora... Cheng. Al igual que sus hijas, mi propio hijo está perdido. No descansaré hasta encontrarlos a todos.

La mujer miró al mayor con rabia contenida, y se acercó a él.

— ¡Se supone que usted debio cuidarlas!

— ¡Kara! —Tomas se apresuró y tomó a la mujer por la muñeca. —¡Ya Calmate!

— Haré todo lo posible por qué sus hijas regresen a salvo. —Dijo Gabriel, sin cambiar su expresión tranquila.

— Nunca debi permitir que se las llevará... ¡Tienen que encontrará las!.... —Miro esta vez a Tomás. —Y regresarlas a su hogar, a donde pertenecen. No quiero que estén en ese internado. Ya no..¡Deben estar conmigo!

— ¡Ellas pertenecen a mi mundo! —Reclamó Tomás.

— ¡No! Eso lo decidiste tu,cuando descubriste que sus Lobas dormían. No fue justo para ellas que tomarás esa decisión por ellas... ¡Bridgette y Marinette merecen el derecho de decidir!

— ¡Son mis hijas! ¡Tienen que estar donde pertenecen!

Gabriel sentía que sobraba en aquella discusión.

— ¡Tambien son mis niñas! ¡Y yo quiero que se queden esta vez conmigo!

— ¿¡Y a ti que te da derecho a decidir sobre ellas!? ¡Ni si quiera eres su madre! —Kara golpeó la mejilla de Tomás con la palma de su mano. Sus mejilla se tornó de un color rojizo, pero rápidamente, sus poderes regeneradores actuaron y la marca del golpe desapareció.

Como si nunca fuera pasado.

— Sabine estaría muy decepcionada de ti. —Dijo la mujer pelinegra. Y se marchó, dejando a ambos hombres desconcertados.

Tomás se quedó mirando a un punto fijo, recordando a su dulce amada. Aquella que había perdido, cruelmente.

Su Lobo tomó el control, y apretó los puños.

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