Parte 34

262 34 20
                                    

Si Félix estaba arrepentido o no por no haber apoyado a su Luna, no lo demostraba. Y si Bridgette aun estaba molesta o herida por la profunda decepción que se llevó del chico que Amaba, tampoco lo demostraba.

Lila parecía asustada de todo a su alrededor. Se encogía por cualquier sonido, y se aferraba a Felix como si su vida dependiera de ello.

Félix se sentía incómodo, pero a decir verdad, solo la dejaba estar a su lado por simple lástima. Se culpaba en cierto modo por haberla utilizado para sus propósitos egoístas, y hasta cierto punto, se arrepentía de haber roto su corazón.

Hasta ahora ninguno de los presentes menciono la incómoda tención que había entre los seis chicos. Lila no dejaba de repetir que "ellos" los seguian y se aseguraba de mirar hacia atrás en cualquier momento. Estaba segura que en cualquier momento alguien saltaría y los atacaría, y la obligarían a volver al castillo, donde sería cruelmente torturada... Al menos eso es lo que ella decía.

Bridgette aún dudaba de su palabra. Y no eran simples celos. Su Loba también podía oler el peligro que enmandaba la castaña de su cuerpo. Al igual que Bridgette se mantenía alerta, y en cualquier momento que la castaña cometiera un error, ella saltaría y la destrozaría con sus propias garras. Disfrutaría sentir la sangre de su presa recorrer su cuerpo.

Ya era de noche, y su cuerpo sentía frío. ¡Pero se negaba a aceptar el calor de Félix luego de que esa Beta lo envolviera con su Asqueroso olor!

— ¡Auch! —Se quejó Marinette cuando una piedrita se incrustó en su pie.

— ¡Mi amor! —Adrien se apresuró en acunar su rostro entre sus manos. —¿Estas bien? ¿Te hiciste daño?

Los grandes ojos de Marinette brillaron, antes de que moviera su cabeza para negar.

— Estoy cansada.

Adrien sonrió con ternura y beso ambas mejillas de la chica antes de alejarse y gruñirle a Dianne.

— Mi princesa esta cansada. Esta noche acamparemos aquí.

— Pero mi cabaña está a unos cuantos kilómetros, si seguimos avanzando...

— ¡He dicho que mi princesa esta cansada! —Gruño y saco los colmillos.

Dianne no puedo evitar encogerse de la mirada aterradora que le dedicaba el Alfa.

— S-si, esta bien.

Adrien puso una sonrisa satisfecha, antes de regresar junto a Marinette, y ayudarla a sentarse en el tronco caído y seco de un árbol.

— Adrien, si necesitamos seguir...

— No, no te preocupes amor. —Sonrió, besando su frente. —Continuaremos nuestro camino mañana temprano.

— No quiero estorbar.

— Nunca serás un estorbo para mi, mi amor. —Acarició su mejilla. —Descansa. Iré a buscar leña mientras Félix te cuida. —El mencionado arqueo una ceja al escuchar que fue nombrado. —Te amo.

Marinette inclino su rostro, para sentir mejor su tacto.

— Yo te amo más, mi príncipe.

«Que asco.»Se quejó Félix en su mente.

Le daba náuseas tener que soportar los empalagosos de su primo y su Luna. Desde que empezaron a caminar, Adrien no había dejado de elogiar a Marinette, y esta no dejaba de acaricairlo, mimarlo y besarlo. Si alguien no detenia a ese par con sus cursilerías, Félix se arrancaría los ojos para no verlos, y los oidos para no escucharlos.

Esa pareja eran asquerososamente tiernos, y le molestaba.

— No te has ido, y ha te estoy extrañando. —Marinette hizo puchero. —¿De verdad tienes que irte?. Puedes mandar al sarnoso a buscar leña. —Miró de reojo a Félix con una sonrisa.

The Alpha MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora