Parte 39

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El corazón de la joven loba latía frenético, mientras corría por el oscuro bosque.

El rastro del olor la había guiado por un sendero, algo alejado de donde el hechizero la había traído. Mechones de su cabello azabache se pegaban a su frente por el sudor. Jadeo por falta de aire, y se detuvo. Ellos estaban más cerca de lo que imaginaba.

Sólo tenía que seguir su rastro, y al fin los hallaría.

Colt le había dado la estricta tarea de encontrar a su hijo, y como la hija del beta de la manada, y le tenía que obedecer, así no le agradara del todo su futuro líder. Ella era hija única, ya que los Betas, no eran muy fértiles, pero era el orgullo de su padre, a pesar de ser una Omega.

Su olfato era uno de los mejores, y sus sentidos más sensibles de lo que cualquier Omega. Kagami Tsurugi, era digna de admirar. La mejor Omega que el actual líder pudo elegir para engendrar a los cachorros de Félix.

Kagami, desde cachorra, había crecido con la idea de que ella sería Luna de Red Moon. Claro, que eso no lo supo Félix, hasta hace poco.

Esa idea que había sido destrozada, por la llegada de la verdadera próxima Luna.

— ¿La amas? —Le había preguntado aquel día, al Alfa de ojos Esmeraldas, que lo había visitado.

El rubio, la miró, inexpresivo. No había nada en su rostro que delatara lo que pasaba por su mente. No fue una respuesta concreta para Kagami. Ella quería saber, merecía saber. Cruzó los brazos, de forma intimidante y achicó los ojos, haciendo que el rubio arqueara una ceja.

— La miras de la misma forma, que quisiera que me miraras a mi. —Dijo, un poco dolida, pero Serena. —No puedes decir que no lo amas. Se que la marcaras, se que ella será la próxima Luna de Red Moon. —Siguio diciendo ante la atenta mirada del rubio. —Ya no me escogerás, lo sé, pero quisiera... Que fueras tú mismo el que me lo dijera. —Fue muy directa en lo que quería.

El rubio ni si quiera se movió. Ella sabía que la estaba estudiando, detallando, pensando... Como si fuera una especie de bicho raro.

Sus padres, habían acordado eso desde hace mucho y el rubio había aceptado hace poco tiempo, por presión de su propio padre. En ese tiempo, a el solo le interesaba quien podía abrirle las piernas y garantizarle un heredero. Claro que a ella le dolía cada vez que el rubio se apareaba con otras chicas, pero era algo que no podia evitar del todo, ya que... Después de todo, ella no era su alma predestinada.

— Si. La amo. —Respondió el rubio después de un momento. Una pequeña sonrisa ladeada se formó en su rostro. —Y la voy a marcar hoy mismo. Ella será la futura madre de mi cachorro. Lo siento... Kagami, pero de igual forma, jamás hubiera podido amarte. —Al igual que ella, el había sido sincero... Y directo. Dolorosamente directo.

Ella si había llegado a apreciarlo, y a pesar de todo, ella tenía la esperanza de que algún día el llegará a amarla, pero sabía que los sentimientos no se podían obligar, y el había echo su elección. Así lo decidió su Diosa.

Después de todo, ella había sido escogida por Colt, y no por Félix. Quizas tampoco era de su gusto.

Sólo quedaba desearle felicidad, y buena fortuna. Asi su corazón se estuviera quebrando por dentro.

— Felicidades. —No pensaba mostrar su dolor, así que puso su mejor expresión inexpresiba e indiferente. —Les deseo lo mejor, Alfa. Espero que ella lo acepte.

— Por supuesto que lo hara.

— ¿Los has encontrado? —El joven azabache interrumpió sus pensamientos.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2023 ⏰

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