Parte 20

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Aquel líquido espeso, se encontraba en aquella copa de cristal. El aroma indiscutible, hizo que la chica arrugara la nariz.

Sangre fresca.

Era el alimento de aquellas criaturas de la noche. Aquellos seres eran el mayor enemigo de su especie, sin embargo, ella se encontraba allí, buscando ayuda a su problema. Si el líder de su manada se enterase de su traición, la echaría y la haría vivir en exilio por el resto de su vida.

¿Valia la pena aquel riesgo? Por supuesto. Todo lo hacia por amor.

El rostro de aquel ser, no podía distinguirse en la oscuridad, solo se miraban aquellos encantadores y maliciosos ojos azules, que no le habían quitado la mirada desde que ella llegó. Una sonrisa malvada se dibujó en los labios de aquella creatura. Desde allí, podía escuchar como la sangre de la chica era bombeada hasta llegar hasta su corazón.

Movio la Copa, balanceando el líquido rojizo que había en su interior. Relamió sus labios al notar un ápice de miedo en los ojos de la pequeña chica.

— Puedes... —Susurro. —Dejar de hacer eso.. —Pidió.

El chico, hizo una mueca.

— En realidad... —Su voz áspera, parecía divertida. —No.

La chica no se movió, aunque sus piernas querian correr.

— No más juegos. ¿Me ayudarás o no?

El joven se inclinó, mostrando medio rostro hacia la luz. Sus facciones eran perfectas, y delicadas, como si los mismos angeles se fueran esforzado en crear cada parte de su piel. Bebió lo que contenía en la Copa, y la chica no pudo ocultar su asco.

Era un ser repugnante.

— ¿Que ganaria yo? —Cuestionó.

— Se que sientes algún tipo de atracción por la sangre de las híbridas. —La chica mostró una sonrisa pagada de si. —Si me ayudas, podrás tenerlas. Los dos saldríamos ganando.

El joven la miró, como si le importara poco sus palabras... Y asi era.

— ¿Que te hace pensar que deseo matar a dos seres insignificantes?

— Son una especie única. Mitad humanas y mitad licántropos. Su sangre es exótica y valiosa, será un bocadillo perfecto para ti, mi señor... El príncipe de la noche se merece lo mejor, ¿No?

El joven sonrió.

— Si ese fuera el caso, no necesitaría a un simple perro insignificante para conseguir mis objetivos. Puedo tener a ambas chicas para mi, sin tu miserable presencia.

— Le papillon, es un internado bien vigilado. Nunca tendrías oportunidad, si lo intentas solo. Los Alfas protegen a sus Lunas, Adrien y Félix son muy fuertes. Te derrotarían fácilmente.

Los ojos del joven se tornaron rojizos. El era mejor que cualquiera de esos perros salnosos. El era un príncipe, y ellos eran nada.

— Nadie puede conmigo.

— Oh, lo se mi señor. Créame que mi único objetivo es servir a tan majestuoso ser. —Hizo una delicada reverencia. —Estoy harta de pertenecer a una manada en la cual soy casi inexistente, permitan ayudarlo, por favor.

Al príncipe le gustó su comportamiento. Aunque, no creía en ella. Si fue capaz de traicionar a su manada, ¿Quien le garantizaba que no traicionaria a los suyos también?

— De acuerdo. Marinette y Bridgette serán mías. Su sangre será servida entre los míos, y tu, mi pequeña, tendrás todos lo que desees a cambio de tu lealtad.

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