Serenata

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Se respiraba una inusual calma en la ciudad: no se escuchaban perros ladrando, vecinos discutiendo o borrachos felices cantando al son de una canción. Spamton dormía plácidamente en su nueva cama con un colchón extra suave y la cabeza hundida en una almohada de plumas. Nunca en toda su vida había dormido tan bien, muy seguramente se encontraba teniendo un sueño de lo más agradable. Estaba tan dormido que no escuchó el sonido. En primera instancia se le hubiese escapado a cualquiera, pero poco a poco fue haciéndose más y más fuerte.

Una vibración. Concretamente, el sonido que emite una cuerda cuando vibra. Invisibles en aquel mundo, una a una las cuerdas comenzaron a cobrar vida; todas al unísono entonando su grito de guerra.

Dormido —o inconsciente—, Spamton comenzó a levitar, o así lo parecía ante nadie que pudiese ver los hilos negros que le sujetaban. Estando en pijama, salió del edificio y flotó hasta llegar a la esquina, uno de sus brazos se estiró de golpe para pedir un taxi. Al subir a la unidad, el taxista preguntó a dónde iba.

"[[LLÉVEME A ALTERVISIÓN]]" respondió con una voz mecánica y sin vida. El taxista dejó de sentir pavor al ver que pagaba por adelantado; para cuando llegaron al lugar y lo vio bajar sin esperar a que le regresase el cambio comenzó a creer que el suceso no había sido escabroso en lo absoluto.

Spamton continuó con su espectral marcha hacia el edificio. Extrañamente, ninguna de las cámaras de vigilancia de la entrada parecía estar funcionando y la puerta principal se encontraba abierta. Como si lo estuviesen esperando de antemano.

Finalmente llegó hasta su lugar y encendió su equipo. De un momento a otro, su cuerpo comenzó a sacudirse, cada vez de forma más violenta. Como intentando luchar contra las cuerdas, sus manos intentaron sujetar su cabeza, pero rápidamente fueron jaladas por los hilos para que permanecieran en su lugar. Y tan rápido como aquella horrorosa escena había comenzado, se detuvo. Quien le manipulaba parecía haber encontrado lo que estaba buscando.

Estando todavía en trance, Spamton expandió su cabeza como lo hacía regularmente para generar copias. Cada uno de los pequeños Spamton descendieron cual si fuesen movidos por una única cuerda atada a sus espaldas, con sus manos y piernas colgando en el aire. Fueron un total de veinte que tomaron el control de la máquina.

Comenzaron a mandar correos.

Cada copia mandó el mismo mensaje a tantos remitentes como la máquina tenía capacidad. Todos y cada uno de ellos a correos de lumínicos obtenidos de bases de datos de dudosa procedencia en la parte oscura del internet. Cuando las veinte copias terminaron su labor, hicieron "puff" y Spamton volvió a repetir el ciclo hasta una tercera vez. Tras eso, su cuerpo quedó colgando, presa del cansancio que le generaba crear tantas copias.

Al terminar, las cuerdas jalaron a Spamton hasta la salida. Sin embargo, el equipo había quedado encendido. Y en el monitor, podía verse una de las copias del correo:

EL FIN SE ACERCA, HIJO DE LA DESESPERACIÓN

ÉL NO TE VA A VENIR A SALVAR

CUANDO LA OSCURIDAD CONSUMA TU ALMA

LEVANTA TUS ESCUÁLIDOS PUÑOS COMO ANTENAS AL CIELO

Y EMPUÑA TU DOLOR HASTA PARTIR LA TIERRA

SOLO HASTA ESE ENTONCES...

...

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Deltarune: Hilo negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora