La puerta

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Aparcó derrapando y llevándose un par de conos por delante. Comenzó a golpear frenéticamente el volante, insultó a diestra y siniestra y se colocó las manos en el rostro.

—¡Mierda, mierda y una putísima mierda!

Había manejado a 150km/h por toda la ciudad, pasándose todos los altos de los semáforos y alertando a todos los Ambyu-Lance, causando un caos total. ¡Y encima en plena noche buena! ¿Por qué había hecho tal salvajada?

Porque podía. Y nadie tenía el poder de impedírselo.

Aun así...

¿Por qué me siento tan jodidamente vacío?

Miró con cierta curiosidad malsana el cenicero de su flamante Cungadero, estaba tan necesitado de sentir emociones que pensó que seria buena idea acercar su larga nariz...

Para el momento que Swatch había arribado para hacer sus funciones como valet parking escuchó un estruendo dentro del auto. Abrió la puerta y...

—¡Ah, ah! ¡Duele, duele!

—Señor Spamton, ¿está bie-?

—¡Ni una palabra de esto, pajarito!

Se bajó con la nariz completamente en llamas y los ojos llorosos. Encima, apenas pudo dar un par de pasos por la alfombra roja que adornaba la entrada a la mansión antes de tropezar estrepitosa y dolorosamente.

—Si requiere ayuda...

—Estoy bien... ¡estoy... BIEN!

Llevaba semanas intentando caminar con unas enormes plataformas ocultas bajo el pantalón. Un pez gordo no podía ser un enano que no llegaba al metro y medio en medio de figuras que casi le doblaban en tamaño. Se arrastró como pudo por el lobby y subió a tropezones por las escaleras hasta llegar a su habitación. Cerró la puerta.

Swatch por su parte regresó a atender el café. Para ser día festivo se encontraba casi vacío, después de todo hasta los empresarios más fríos y despiadados solían pasar la fecha en familia (así esa familia fuese un gato regordete).

—¡Swatch! ¡¿A dónde ha ido ese... ese mequetrefe?!

O quizás no.

—Ah... ¿qué sucedió ahora?

—¿Es que no te enteras? Tengo a todos los Ambyu-Lance de la ciudad solicitando una explicación del por qué uno de nuestros huéspedes ha causado semejante CAOS en la ciudad. ¡En cuanto le ponga el látigo encima ya sabrá lo que es respetar el ORDEN!

—Hablaré con él.

—Ptf. No creas que no me he dado cuenta que eres demasiado permisivo con él. Claro, como tú no tienes que limpiar sus desastres fuera de la mansión...

Hubo un silencio incómodo mientras la música lounge del lugar seguía su curso. Sin cambiar su expresión, Swatch tomó un par de botellas y comenzó a servir.

—Lo siento. Ha sido una semana complicada —musitó la felina.

El mayordomo le sirvió una copa de "lo de siempre" y "como siempre", Tasque la tomó de un solo sorbo.

El ave continuaba con sus tareas de barista, desatender sus obligaciones no era tema a discutir.

—¿Puedo hacerte una pregunta extraña?

—Adelante.

—Si no tuviésemos nuestras respectivas labores, ¿a qué te dedicarías?

Tasque echó una risa como pocas veces en la vida, el ave lejos de ofenderse se tomó el gesto de buena manera.

Deltarune: Hilo negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora