El pez gordo de Cyber City. Parte 2.

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Llegó con solo una maleta en la mano, su traje puesto y las gafas oscuras sobre su cabeza. Decidió tirar lo poco que tenía, incluyendo los muebles heredados por su difunta madre. Spamton sentía que todo lo relacionado a su vieja vida debía ir a donde pertenecía: a la basura. Entró de manera triunfal siendo recibido por los Swatchlings, aves de forma muy similar a Swatch con trajes de colores, encargados de atender a todos los comensales del lugar.

—Sea bienvenido, señor Spamton.

—Permítame cargar su maletín, señor Spamton.

—Déjenos guiarle a su habitación, señor Spamton.

Al cerrar la puerta y asegurarse que nadie más le veía, se lanzó de golpe contra la cama, rebotando un par de segundos. Jamás había sentido tanta suavidad, era un pedacito de cielo sólo para él. ¡Oh, y las sábanas eran de seda! Ya había firmado un par de contratos y pronto podría amueblar la habitación con todas las cosas que siempre soñó: tendría una tina de hidromasaje, una televisión enorme y una alacena llena de chocolates finos.

Notó que en la habitación había un viejo teléfono de disco negro. Extrañamente igual al que tenía en casa. Tomó el auricular e hizo lo que cualquier persona con acceso telefónico haría:

—Hola. Quiero una pizza con todo bien grande. Mándela a la mansión de la Reina y póngala a cuenta de Spamton G. Spamton.

Al colgar el teléfono volvió a sonar, contestó pensando que era la pizzería, pero...

—¡Hey! ¡¿Qué tal va todo, tiburón?!

—¡Tenna! ¿Cómo sabías que...?

—¡Hombre! Si ya TODOS  ̶ ̶l̶o̶s̶ ̶l̶e̶c̶t̶o̶r̶e̶s̶ en la ciudad saben que te acabas de mudar a la mansión real. Oye, ¿por qué no me cuentas cómo es el lugar? Muy lujoso y elegante, supongo. ¿Has visto algo que te llame la atención?

—Apenas acabo de llegar a mi habitación, pero ya muero por probar algo del ultra exclusivo Color Café.

—Oh, entonces no te interrumpo más, que de seguro tienes mucho por hacer. No dudes en hacerme saber cómo te va, después de todo... ¡Soy tu mejor amigo, Tenna!

—¡Por supuesto que eres mi mejor amigo! Y el único que necesito... —expresó con cierta amargura, todavía dolido por lo que ocurrió con los Addison.

Tras colgar el teléfono no se lo pensó dos veces para correr a conocer la cafetería tras la invitación de su dueño a comer un platillo por cuenta de la casa. El lugar era aún mejor que en sus fantasías: Estaba bañado en colores brillantes y pastel tal cual el nombre indicaba, los aromas le llenaban el estómago con solo aspirarlos y todo alrededor gritaba elegancia y buen gusto. Apenas poner un pie dentro los Swatchlings le hicieron sentir como de la realeza; Swatch, en cambio, como un elegido por los dioses.

La gran ave le sirvió de forma personal el platillo especial de la casa: "Código Espagetti" acompañado de "Jugo Meseril". Con solo el primer bocado se sintió revitalizado y lleno de vida, con las fuerzas de vender el mundo entero si le fuera posible. Sin importarle el costo iría a desayunar, comer y cenar al Color Café por el resto de sus días, se dijo a sí mismo.

Los peces gordos no iban a sitios baratos.

Pasó el resto del día paseándose por la mansión; le resultaba mucho más grande por dentro que por fuera, de alguna manera. Al anochecer justo al llegar a su habitación el teléfono comenzó a sonar. Se quitó su espectacular saco rojo y tomó el auricular dando por hecho que se trataba de Tenna.

Por un segundo sintió que la temperatura de la habitación bajó de golpe y las luces tenues que iluminaban el cuarto se volvieron difusas, sintiéndose envuelto en una oscuridad profunda, mucho más profunda que la de su mundo. Lo aterrador ni siquiera era eso, sino el sonido que venía del teléfono, un sonido de estática. Si el ruido fuese basura sería como si a Spamton le hubiesen arrojado un contenedor encima. Antes de poder colgar finalmente escuchó una voz del otro lado llamándolo por su nombre.

Deltarune: Hilo negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora