#AVARICIA: Dícese del pecado de exceso ante el deseo de poseer bienes materiales y riquezas. Viciosos contaminados por tener grandes cantidades de objetos, influencias y o poder sin importar los medios por los cuales puedan obtenerlos.
Mila se crió...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Reto/actualización 500 comentarios 150 votos
JACKSON
—Si no sales te voy a romper las muñecas.
En vez de menguar la presión aumenta. La polaca juega con fuego. Está descontrolada, muerta de rabia, ira y veneno.
—En menos de lo que tratas yo te habré enterrado el cuchillo en la yugular.
El dolor empieza a incomodarme igual que su presencia.
La cabellera ondulada y azabache que cae en cascadas y roza mi nariz, su olor, el peso de su anatomía que en contraste con mi musculatura es nada y a la vez, delicioso.
Todo de esta sucia rata me está generando incomodidad.
Sé que no me va a matar. Tal vez esté loca pero ni tanto, aunque tienta a su suerte de la misma forma que tienta a mi sistema. Genera demasiado la muy roñosa y ella siempre fue consciente de eso.
Era plenamente consciente de que bajos los harapos y la sumisión había otra Novak. Una polaca andrajosa que hoy anda con ganas de hacerme frente.
—Me estás hartando perrita —la agarro de las muñecas, doblando la que sostiene el cuchillo—. ¡Me estás tocando los cojones de verdad!
El filo cae la empujo, quitándomela de encima. Pega en la cama pero se recompone con una agilidad brutal, viniendo al ataque nuevamente.
—¿Así que esto eres rata asquerosa? ¿Una gata que quiere arañar?
Bloqueo sus atinos por golpearme. Sabe pelear y aunque no quiero reconocerlo me sorprende. Lo noto por la manera que tiene de cerrar las manos y lanzar puñetazos coordinados.
—¡Este es mi lugar! —ruge furiosa—. ¡Mío y no te quiero en él!
Su inagotable energía no alcanza tope y sé que si no la freno, uno de los dos saldrá herido; muy herido y no seré yo.
—Estoy pagando por esto, mugrosa —limpio el hilo de sangre y me incorporo—, y entro y salgo cuando se me cante el culo.
Gritando como una fiera se me avienta y esta vez la recibo con atención, tomándola por el cuello y estampándola contra la pared más cercana.
—¡Vete! ¡Vete de este cuarto!
—¿Al proxeneta que te desvirgó con ocho años también le ordenabas que se fuera? —su rostro empieza a teñirse de rubor y entreabre los labios procurando recabar oxígeno—. ¿¡A ese te le revelabas asquerosa inmundicia!?
La aprieto, sofocándola mientras rasguña mis antebrazos. Los ojos se le llenan de lágrimas y patalea para zafar de mí y poder atacarme.
—Veníamos bien polaca de mierda. Veníamos bien, acatándome y bajando la puta cabeza. ¿Qué te pasó esta noche? ¿Se te subieron los humos de la riqueza a los sesos? —aflojo porque su llanto me obligan a aflojar. Si no suavizo el agarre y me dejo llevar por las nocivas emociones acabaré estrangulándola y aún no es el momento. Necesito de la pordiosera para salir de mis líos—. Te acostumbras rápido a los berretines de princesa, callejera.
