MILA
Sus manos van a mis hombros, prensando la escasa carne que hay en ellos como si sus dedos fuesen tenazas.
La sangre se agolpa en mis pies y el dolor de los calambres estrujan mis tendones, mi estómago y mi cuello.
No puedo hablar, por dentro tiemblo como vara y sé que mi piel se ha puesto tan blanca como la nieve misma.—¡Dame una perra respuesta! —el grito me hace entrecerrar los ojos y la agresiva forma que tiene de zamarrearme va embotándome poco a poco—. ¡¿Qué hacías ahí?! ¡Qué mierda hacías ahí! ¡Dímelo! ¡¿Quiénes eran esos tipos?!
Sus yemas se me entierran causando molestia pero el verdadero dolor se agolpa en mi pecho, justo en el esternón, irradiando por mis costillas, mi corazón y mi columna.
—Suéltame —pido en nerviosos parpadeos, notando la embriaguez que destilan sus ojos. Mirar tan brillante y enrojecido que fácilmente podría pasar como personaje en una película de suspenso y miedo.
—¡Entonces contesta! —la luz de los jardines le baña el rostro, ensombreciendo ángulos y pincelando al salvaje hombre de las cavernas con un toque bestial.
—Me estás lastimando —lo musito procurando no transmitir el escozor, ante la presión de sus dedos en mi piel.
Habrán más marcas a la mañana.
—¿Lastimando? —me sacude con tanta fuerza que la cabeza me da vueltas y temo; por primera vez le temo—. Quiero matarte. Me encantaría romperte en pedacitos como si fueses un puto snack —suelta mis hombros, enzañándose en mi rostro. Estruja mi contorno con tal sorna que sin importar el dolor que asoma con su agarre, la expresión diabólica que muestra es lo que verdaderamente asusta—. ¡¿Qué estabas haciendo con esos tipos?!
Su voz amenazante y hostil pega en mi mejilla y su complexión avasalla la mía con salvajismo, alejándome de la zona más iluminada, empujándome con ferocidad, furia y la promesa de un cruel exabrupto.
—Jackson —tomo aire, repitiéndome que no puedo echarme para atrás—, no hagas preguntas de las cuales podría no gustarte la respuesta.
Su cara se contrae en pura crispación y la expresión macabra que enseña eriza los vellos en mi piel sobre todo cuando enfila el puño a mi pómulo dispuesto a partírmelo de una piña.
—Ponme a prueba.
—Apenas esa mano golpee mi mejilla... —suspiro con dificultad— No volverás a verme nunca más.
—Ahora, mañana, pasado, ¿qué más da? —me sacude cada vez con mayor ahínco y en su expansiva ola de furia una lágrima se me escapa—. ¡No llores, maldita mentirosa! ¡No llores!
—Tienes dos opciones; te quedas con mil dudas o me revientas a piñazos, pero no te voy a decir nada —los dientes me duelen al apretarlos entre sí, y su bramido animal es un sonido amedrentador que me obliga a cerrar los ojos fervorosamente.
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AVARICIA © Pecados Capitales I +21 EN FÍSICO
General Fiction#AVARICIA: Dícese del pecado de exceso ante el deseo de poseer bienes materiales y riquezas. Viciosos contaminados por tener grandes cantidades de objetos, influencias y o poder sin importar los medios por los cuales puedan obtenerlos. Mila se crió...