CAPÍTULO IX

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JACKSON

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JACKSON

Voy subiendo por el ascensor, viendo de refilón la bolsa de Apple que cargo.

Me convencí de que para estar conmigo, ella debe ser y lucir lo mejor de este mundo, por lo tanto no puedo permitirme que la pillen con un cacharro cómo teléfono o peor, sin uno encima.

De mala gana me miro en el espejo.

Ofuscación y cara de culo me devuelve el vidrio.

«No te niegues las verdades» dice el reflejo.

«La quieres controlar, quieres saber qué es lo que hace a toda hora, quieres llamarla cuando te plazca y que ella te responda. Quieres bobearle cómo pendejo alzado y caliente. Quieres enviarle taradeces y quieres prenderla por videollamada cada vez que te toque tenerla lejos»

El elevador llega al último piso y al salir atiendo mi celular, que ha empezado a vibrar en el bolsillo de mi abrigo.

—¿Tienes novedades?

—¿Qué hiciste para que retirara la demanda?

Esbozo una maquiavélica sonrisa. Miranda accedió y esa es la mejor noticia de todas.

—Hice lo que toda mujer enamorada quiere que un hombre haga. La llevé a cenar, le compré un bonito collar, le prometí el cielo completo y me la cogí en mi despacho.

—No sabría si felicitarte o preocuparme —insiste el director de mi bufete legal—. ¿La llevaste a cenar? ¿Y tu prometida?

—Coincidimos tarde y fuimos a un sitio muy alejado del bullicio —me rasco la barbilla y suelto un bufido—. Mi prometida no está al tanto de mi desliz así que te conviene ser discreto a la hora de proceder.

—La contra demanda la comenzaremos el lunes.

—El lunes voy a estar en Manhattan.

—¿Regresarás a Nueva York?

—Sí.

Me acerco a las escaleras, apretando el barandal de hierro con fuerza.

—¿Y la boda?

—Nos vamos a casar allá y en Manhattan nos instalaremos. No quiero estar en Chicago y tampoco quiero a mi mujer en esta perra ciudad.

—Podremos coordinar para reunirnos entonces. Avísame cuando te liberes del trabajo y te esperaré en mi despacho.

Hago sonar mi nuca, descontracturando hasta mis emociones—. Rob, no voy a volver esto un escándalo mediático. Sólo quiero que la hija de puta esa me pida públicamente disculpas, que admita que todo fue un invento suyo y que buscaba dañar mi reputación por despecho. Quiero que confiese que solicitó un pago de quinientos mil por su silencio y que asuma sus culpas en vez de tirar mierda en las mías.

—Eso va a estar bien difícil Jackson. Miranda está asesorada por un buen abogado.

—Lo sé; pero también sé que tú eres más que bueno así que doy fe de que vas a arruinar a esa perra para que ella y las otras desagradecidas entiendan que ir en mi contra es perder.

AVARICIA © Pecados Capitales I +21 EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora