Tailandia

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POV LISA

Los días habían pasado, durante todo este tiempo no he sabido nada de Jennie y tampoco he hablado con ella, ni quisiera quise hacerlo, ella por algún motivo no me buscó y yo tampoco lo haría.

Luego de conversar mucho con mis padres y mi hermana tomé la decisión de ir a estudiar a otro país y a pesar de que me costó convencerlos, finalmente entendieron y aceptaron.

Así que ahora estaba empacando todas mis cosas.

La última noche que estuve en ese lugar, conversé con Yuna, le pedí disculpas por mi injustificable comportamiento y ella aceptó perdonarme, no creo haber logrado formar una amistad con ella, porque de verdad le gustaba, me pidió tiempo y si en algún momento nos volvemos a encontrar haríamos borrón y cuenta nueva, o bueno, eso fue lo que me prometió.

Con Rosé esa vez hablamos de muchas cosas, le confesé todo lo que sentía por Jennie, con la condición de que ese tema jamás se volvería a tocar. No es que me guste mucho la idea de aceptar que amo a Jennie y que mi amor nunca será correspondido, además, necesitaba olvidarla y si una persona me la recuerda constantemente, no me ayudaría en absolutamente nada. Obviamente no le conté todos los detalles, pues estaba consciente de que es algo de Jennie y mío nada más.

- Hey... - Habló la pelinegra tirándose en mi cama, encima de las ropas que estaban esparcidas.

- Oye, no me ayudes tanto. – Me quejé.

- No quiero que te vayas. – Dijo con tristeza.

- Debo hacerlo Rosie. – Me sentía la peor hermana del mundo, porque a pesar de saber que, ella no estaba en su mejor momento, sentía que la estoy abandonado, pero yo también necesitaba tiempo para mí, no me sentía bien y no era la mejor compañía.

- Pero Lisa, justo en estos momentos... juro que trato de entenderlo, pero maldita sea, yo te necesito. – Espetó a punto de llorar.

Me acerqué rápidamente a ella y la envolví en un fuerte abrazo, ella tenía toda la razón y me sentía la peor hermana del mundo.

- Rosie ven conmigo, vámonos, nos hará bien. – Propuse con la esperanza de que esta vez sí acepté.

- No puedo Lisa, simplemente no quiero alejarme de Jisoo, y aunque ahora mismo ella no quiera saber nada de mí, yo lucharé por ella. – Afirmó.

- Y haces bien. – Comenté.

- ¿Y tú porque no haces lo mismo? Puedes luchar por ella. – Sugirió.

- No, no puedo, es suficiente Rosie, ella nunca me va a corresponder, además es diferente, tú y Jisoo al menos ya tienen una historia, en cambio, Jennie y yo... ni siquiera tenemos eso, de hecho, no tenemos nada. – Aseguré soltando el aire que había retenido.

- Lo tienen, sí que lo tienen. – Concluyó.

- No, y ya no quiero hablar de ella, fui muy clara al contártelo todo Chae, por favor respeta mi decisión y mis sentimientos. – Ella asintió avergonzada, pues me había prometido hacerlo.

- Ok, lo siento, solo no quería que te fueras, me vas a hacer mucha falta. – Me abrazó nuevamente.

- Y tú a mi... prometo hablarte siempre, y por favor no le digas nada sobre mí a... ya sabes quién. – Dije refiriéndome obviamente a Jennie y ella asintió rápidamente.

Tanto mi hermana, como mis padres, me acompañaron al aeropuerto, gracias a los contactos que tenían, lograron agilizar todos los tramites de traslado, por lo que no me preocupaba mucho con el tema de los papeles o de la nueva universidad.

Mis familiares que vivían en Tailandia hicieron de igual forma su parte y solucionaron todo por mí, así que a mí solo me quedaba empacar mis cosas, mantenerme lista, tranquila y serena, o algo así.

Quedamos en que la comunicación entre todos nosotros sería constante, pero, así como le pedí a Rosé discreción con respecto a Jennie, también les pedí lo mismo a mis padres, ellos obviamente no están enterados de la verdad, incluso les pareció raro ya que Jennie era mi mejor amiga, y por derecho debía de enterarse de mi repentino viaje y cambio de universidad, pero les prohibí rotundamente que le dijeran una palabra al respecto, además de que nadie podría saber de mi paradero, excepto ellos.

Con respecto a Jisoo, pensaba buscarla después de un tiempo, no somos las mejores amigas, pero ella me cae muy bien y la aprecio. Gracias a ella mi hermana había encontrado el amor y aunque ahora no estén en los mejores términos, sigo teniendo la esperanza de que algún día vuelvan, así que obviamente me encantaría mantener contacto con mi cuñada, y estar al pendiente de que si vuelven o no.

- Te vamos a extrañar mucho, hija. – Dijo mi madre al borde del llanto.

- Yo también mamá.

- Que alguien me recuerde por favor, porque le estoy dejando ir a mi pequeña a otro país. – Habló mi padre severamente.

- ¡Papá! - Giré los ojos. – Ya no soy una pequeña.

- Ves, te lo dije, eres nuestra pequeña. – Apoyó mi hermana.

- Rosé ¡Basta! – Reproché y ella se encogió de hombros.

- Aunque no lo quieras, lo eres, siempre lo serás. – Mi madre comentó y volvió a abrazarme, esta vez mucho más fuerte, sentía mi pulmón apretujarse.

- M-mamá no pue-puedo respirar. – Dije con dificultad, ella reaccionó y me fue soltando de apoco.

- Ya me tengo que ir. – Informé luego de unos minutos, en sus rostros podía divisar mucha tristeza y apuesto que el mío estaba peor, pero no había vuelta atrás.

- Prometes volver pronto. – Suplicó Rosé.

- Prometo volver cuando sea necesario. – Aclaré, pues mi tiempo no era definido todavía, todo se lo dejaba al destino.

Me subí al avión, el pecho me apretaba, y a momentos sentía que me iba a quedar sin aire. Nunca en mi vida había tomado este tipo de decisiones, todo era tan drástico y era la primera vez que me alejaría de mis padres y mi hermana, pero muy en el fondo lo sentí necesario.

Además, no iría a un lugar que no conozca, iría al país en donde nací y viví una parte de mi vida, estarían mis tíos y primos, que más podría pedir.

- Pero no estará ella. – Mi subconsciente enamorado hablaba, pero no le iba a escuchar, no lo haré, no quiero.

- Eres una cobarde. – Tal vez sí, pero también me amo a mi misma y sí seguía tras ella, no iba a quedar nada de mí.

- Entonces nunca la amaste. – La amo... ¡maldita sea! La amo más que a mi vida, pero ella no es para mí.

- Prefieres dejarla con otra, antes que luchar por ella. - ¡Basta! Ya basta, ella nunca estuvo conmigo, ella no es para mí.

Llevé desesperada mis manos a mi cabeza, estaba nerviosa, y mi pulso palpitaba demasiado rápido, y las punzadas no cesaban, masajeé mi sien, tratando de alivianar el dolor.

- Señorita ¿se encuentra bien? – Una de las chicas encargadas me habló, logrando llamar mi atención.

Yo asentí y ella sin objeción se dedicó nuevamente a su trabajo.

Voy a estar bien, todo va a estar bien, tengo que estar bien.

(_______)

Gracias a todas las personas, que le están dando una oportunidad a otra de mis historias. Por favor, no olviden votar y comentar... L@s quiero. 🥰❣

La amo a ella, Lisa - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora