38. Disculpas & visita inesperada

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Arin avanzaba de la mano de Sten, con una sonrisa que no podia borrar. El lazo que lo unía a Sten se habia restablecido y hecho mas fuerte, tras la marca recibida.

Ahora que estaban de regreso en la manada, avanzaban juntos y con sus aromas bien impregnados del uno en otro.

—¿Y si buscamos una casa?— Sugirió Arin de repente.

Sten bajó la mirada hacia su omega, no creyó que quisiera mudarse tan rapido.

—Pensaba en buscar un lugar y construirlo yo mismo.

Arin negó.

—Tomaria tiempo, ademas te costaria mucho trabajo y el unico sitio donde podrias hacerlo seria en el extremo de la manada. Estoy seguro que a mis padres no les gustará...— Arin tenia prisa por asentarse en un lugar y salir de ambiente del palacio. Amaba a sus padres, pero necesitaban distancia para evitar que Sten sufra mas ataques verbales o comentarios negativos. —Caminemos un poco y busquemos.

—Bien. Busquemos, pero si ninguna nos convence, entonces construiré una casa— El alfa comprendia las intenciones de Arin y es que él tambien necesitaba sentirse a gusto en un hogar junto a su omega.

Dejaron a los caballos a un par de escoltas que transitaba por las calles y ellos avanzaron tomando el rumbo que Arin vió interesante.

—Desde niño paseaba por toda la manada y conozco los lugares donde es mas cómodo vivir— Comentaba Arin mientras se alejaban del centro de la manada.

Ninguno tenia en mente vivir en un lugar elegante y con poca privacidad, como los palacetes que estaban apostados desde los alrededores del palacio hasta el centro mismo de la manada. Por eso mismo ellos pasaron de largo por esas casas elegantes, como la de Risto o de Daven.

Arin guió a Sten por un sector algo alejado del centro. Allí, las casas sencillas y hogareñas tenian un color muy agradable y en conjuncion con envidiables jardines por la fertilidad de la tierra.

—Wow. Todas las casas tienen su estilo y color propio— Sten admiraba las casas pintadas en tonos suaves y cada una con jardines delanteros que eran bien atendidos.

Debido a que el lugar no era centrico, los niños jugaban en las calles y las personas transitaban en calma, y una que otra carreta avanzaba sin prisa ni gritos, como ocurria en la parte mas concurrida de la manada donde se debia tener cuidado para no ser arrollado por las muchas carretas, carrosas o caballos.

—Mira esa casa Sten.

Arin lo agitó del brazo, señalandole a la que le llamo la atencion.

Ambos de detuvieron frente a una casa pintada de un tono perla y de tejados rojizos. La casa no era demasiado grande pero tenia un piso extra, habia un jardin abandonado delante y con hierba creciendo.

—La casa se ve bien, aunque le hace falta atenderla y darle una capa de pintura— Comentó el alfa, interesandose cada vez mas.

—Eso mismo pensaba yo. Deberiamos ir a preguntar— Arin queria la casa, incluso ya se imaginaba decorada a su gusto y con un jardin que todos sus vecinos envidiarían. ¿El costo? No le importaba para nada. Era hijo de Fredrick Gregos y hermano del Alfa de la manada, influencias no le faltaban, ademas tenia una inmensa fortuna fruto de la herencia y legados de tíos, de sus abuelos y bisabuelos.

La pareja avanzó por el bonito camino empedrado liso hasta la puerta tallada. Sten tocó la puerta, aunque no fueron atendidos. Arin insistió y tambien golpeó con sus nudillos con mas insistencia que su alfa.

—Parece que no estan— Sten trató de hacerle entender a su omega ansioso.

La insistencia de los toquidos no era para ignorarse por sus vecinos. De la casa vecina del lado izquierdo salió una mujer, topandose asi con unos rostros conocidos.

Destinado al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora