45. Omega emperador

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Ibi retornó a su nueva casa, con grandes cestas llenos de distintos tipos de hierbas y plantas medicinales. Ya que tenía la autorizacion del Alfa para abrir un negocio, asi lo haría desde ese día.

Tras acomodar todo lo que ofrecería al público, finalmente abrió sus puertas y esperó animado a que todo marchara bien.

Algunas personas ya empezaban a detenerse afuera y mirar lo que ofrecía, aunque ninguno preguntó ni compró nada.

Dalih tambien se detuvo ahi, viendo con extrañeza que el dueño del negocio era nada menos el hechicero jovenzuelo que lo atrapó y que hasta el momento su magia invalidaba a la suya gracias al collar que llevaba puesto. Ambos se vieron en desaire, pues los hechiceros pocas veces convivían en un mismo sitio.

—Revierte este hechizo, mocoso. Y enfréntate a mi como se debe— Soltó Dalih.

Ibi le sonrió mientras se acercaba a él.

—Solo hay un lobo al que le debo obediencia, asi que no insistas, que sin su orden no te liberaré ese hechizo jamas.

Ibi no mentía en esa afirmacion y aunque todos e incluso Dalih creyeran que se refería al Alfa de la manada, realmente la orden la acataría a peticion de Sten.

—Mocoso malcriado.

—¿Qué pasa aquí?

Ambos hechiceros voltearon a ver a Soren. Ibi rápidamente inclinó la cabeza en saludo y Dalih solo retomó una pose altiva.

—Finalmente abriste tu tienda, Ibi. Creo que serás el mejor herbolarista para la manada— Felicitó Soren y luego ingresó a curiosear.

Soren miró los frascos que contenian algunos remedios para los malestares de lobos mas frecuentes.

—Oh, esto me vendría genial. ¿Realmente funciona?— Soren levantó un pequeño frasco que era para contrarrestar las migrañas.

—Es muy efectiva, se lo aseguro. Solo eche dos gotas a una infusion de té de valeriana, bébalo y vaya a dormir por un rato, verá que despues despertará sin malestares— A prisa Ibi le explicó.

Dalih los siguió, aunque bufando por la explicacion, él conocia la composicion de ese remedio. Pero Ibi no le agradaba.

—¿Dos gotas mezclado con valeriana? Debes estar bromeando— Dalih trató de hacerle quedar en mal. —No hace falta un té de valeriana, basta con que se lo tome en agua y ya.

—Estas equivocado, eso solo hará que el malestar se vaya temporalmente, pero si la toma en una infusion y duerme, será mucho mejor— Ibi se halló discutiendo con el omega rubio y de apariencia juvenil.

Soren se vió en medio de esa riña y sintió ganas de reir, de gracia, de felicidad y alivio. Dalih se estaba integrando poco a poco y eso era lo que deseaba mas que nada.

—Basta. Me llevo este remedio— Soren le pagó al muchacho que seguía haciendole malas caras al omega rubio.

—Dalih, acompáñame por favor, me gustaría compañia— Le pidió despues.

Dalih deseaba mandarlo al diablo, pero sus pies ya se movían y lo seguían. Avanzaron una calle hasta llegar a un carruaje donde una joven cuidaba a Mable.

Soren tomó en brazos al pequeño y dió la orden para que los esperaran en cierto lugar.

—¿Quieres sujetarlo?

Antes de que pudiera negarse, Soren le dejó al niño en brazos.

—¿Ahora robas al cachorro de tu hijo?

—No. Vani y Elis tomaron la costumbre de llevar juntos a sus hijos a la academia, en tanto yo me hago cargo de Mable— Explicó.

—Mable— Dalih sonrió unos segundos al oir el nombre del pequeño que tenia en brazos.

Destinado al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora