36. Emociones vacilantes

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—¿Se le ofrece algo de beber o comer, Alfa de Esben?— Ruzhi debia ser servicial a ese buen gobernante y que tanto ayudó a la manada, no por nada su colaboracion los llevó a la victoria.

Pero al omega le latía tanto el corazon, que su pecho solo parecía hacer un eco sonoro. Habia motivos de sobra para sentirse de ese modo, el Alfa era aun joven, de gran caracter y educacion, y sobre todo de un guapo aspecto que Ruzhi admitía.

La mirada curiosa y una extraña sensacion en el pecho, tambien sucedia en Haakon. Desde la primera vez que vió al omega, sintió curiosidad ante sus encantos, lo servicial al momento de cumplir su trabajo y claro tambien su belleza.

—Un té estaría bien... Disculpa mi atrevimiento, pero me gustaría saber tu nombre.

—Ru-Ruzhi, Alfa— Inclinó la cabeza al momento de presentarse.

—Lindo nombre. En mi tierra, esa palabra significa Oportunidad que llega— Haakon sonrió al ver el suave sonrojo del omega.

—No lo sabía, pero admito que suena interesante— Ruzhi notó que estaba traspasando los límites de cortesía ante un Alfa puro. —Le traeré su té en unos minutos.

Haakon observó al omega hasta que lo perdió de vista, sonrió ya que le habia gustado la personalidad y esa suavidad al momento de atenderlo.

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Dentro del palacio, todos trabajaban, debido a lo reciente, debían hacerlo. Era la hora de la comida, asi que las tropas instaladas que protegian y reparaban el muro y restauraban la entrada, ingresaron en busca de una porcion de alimento.

Kaira, se ofreció a brindar su ayuda, asi que en esos momentos se hallaba sirviendo los alimentos, y su alfa Jensen no estaba lejos, él era el encargado de ofrecer agua y algunas bebidas.

En las cocinas dentro del palacio, varios omegas aun preparaban los alimentos para dar abasto, pues ademas de atender a la familia de Van y sus invitados, sin olvidar a la gran guardia que los custodiaba, tambien debían atender a los heridos que seguian ahi.

Emile y algunos omegas mas, ayudaban dentro, incluso Mads estaba ahi y aunque este no supiera de cocina, estuvo ahi para ayudar en lo que hiciera falta. El omega peliblanco lo admitía, Mads parecia estar mas conciente de todo el trabajo que quedaba por hacer.

—Necesitamos mas trigo— Una de las cocineras hizo notar aquello.

—Yo voy por ella— Se ofreció Mads antes que cualquiera.

Emile se vió extrañado de estar presenciando la repentina redencion del omega.

—Bien. Ve a la bodega que improvisamos, hay una puerta cerrada del otro frente del palacio, ten la llave. Verás unos costales pequeños de color amarillo, trae los que puedas y ten cuidado— Le encargó la cocinera.

Mads solo asintió y salió en busca de ellos.

Al cabo de un rato, Emile terminó la masa que estuvo preparando y se la encargó a una de las empleadas.

—Voy a ayudar a Mads— Informó antes de salir.

En la parte externa de la cocina, viejas e incluso algunas omegas muy jovencitas tenian la labor de lavar grandes cantidades de loza que seguian llegando. Emile pasó cerca y fue hacia la bodega.

—No déjalo, yo llevaré esto— Risto cargó en hombros cuatro costales.

—Pero, seguro estas ocupado— Mads cerraba la bodega.

—Esto no me demorara, ademas siempre has tenido las manos delicadas y dudo que puedas con todo esto— Soltó con una suave risilla. —Por cierto, me sorprendió verte trabajando tan arduamente para ayudar como los demas.

Destinado al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora