💀Epílogo💀

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1 año después

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1 año después...

Viktor Zalatoris acababa de devorar a un humano.

Esta vez sí era en sentido literal. Seguía siendo un vampiro después de todo, uno que necesitaba sangre si no quería morir de inanición. ¿Era una mala costumbre? Sí, tal vez, pero siempre se aseguraba de no lastimar a sus víctimas porque despreciaba hacer honores al término de monstruo.

Su víctima de esa noche fue un chico que iba de camino a casa. Lo hipnotizó, mordió su muñeca, extrajo la sangre que necesitaba, le curó la herida y lo volvió a hipnotizar para que olvidara todo y continuara con su normalidad. Lo más que sentiría sería algo de fatiga, pero él, en cambio, se sentiría fuerte para llevar a cabo lo que tenía que hacer.

Acababa de arribar a un pequeño pueblo cerca de Londres llamado Neinorth. Era el mismo sitio en dónde vivió sus últimos años como humano... y en dónde fue asesinado y convertido en un vampiro.

Pero más allá de eso, era también el mismo lugar en donde Matthias Harker nació, se crió y murió. Era el pueblo del que el brujo quiso escapar, pero en el fondo, Viktor sabía que añoraba la paz de los campos abiertos y el aire fresco.

Neinorth no estaba cómo lo recordaba; después de casi ciento sesenta años, había dejado atrás su ambiente rural para convertirse en un pintoresco pueblo turístico con curiosas casas antiguas y pequeñas cafeterías en cada esquina. Al menos los campos seguían ahí y también los restos calcinados del granero en donde murieron tantos inocentes acusados de brujería. Ahora era una mórbida atracción.

«Quema de brujas de 1861». Se leía en un desgastado cartel frente a los restos de la estructura.

Viktor solo pudo entonar los ojos y chasquear la lengua de manera desaprobatoria antes de meterse entre los escombros de dicha estructura, ignorando los ojos curiosos y confusos de los pocos humanos que pasaban por ahí a tan altas horas de la noche.

Se arrodilló en el centro de lo que solía ser ese granero, recordando el olor de la sangre, el calor de las llamas, los gritos de agonía y desesperación, y los rugidos de la aberrante muchedumbre afuera que rogaba que Dios castigara la herejía. Memoraba también a Matthias, el verdadero Matthias que perdió ese día y fue el gatillo para iniciar una nueva vida como alguien completamente diferente, alguien que, a la larga, se volvería la mejor versión de sí mismo.

Viktor salió de entre los escombros y se encaminó a través de los campos abiertos. Del bolsillo del abrigo negro que portaba, sacó la daga que contenía el alma de Matthias y la vio a la luz, con la luna cuarto creciente reflejándose en su afilada hoja. Se fijó en la gema, todavía conteniendo aquella alma roja, y esbozó una suave sonrisa.

—¿Listo para conocer la verdadera libertad, Matthias? —inquirió, arrodillándose en el pasto para tomar una roca y, de un solo golpe, quebrar la gema en la daga.

Vampire AnomalyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora