El presente

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Hay cicatrices que nadie puede ver.

Hay heridas que no sangran.

Hay lagrimas que no mojan

Y gritos que no hacen ruido.



P.O.V Juliana Valdés

Hacía mucho calor. El suelo estaba duro y la incómoda posición en la cual había mantenido mi cuerpo en las últimas horas había ocasionado que tuviese dolores por todos lados. La celda era oscura y mugrienta. Lamenté haber elegido uno de los últimos tuxedos que había adquirido para ir al intercambio con los rusos.

Podía escuchar el agua que golpeaba el suelo debido a una filtración en el lado contrario de la celda. Se escuchaban pasos de vez en cuando y voces desconocidas. Apoyé mi frente en mis rodillas y abracé mis piernas. Me sentía más sola que nunca.

Pensamiento tras pensamiento atravesaban como destellos de un rayo por mi cabeza. No podía si quiera llegar a describir el enojo, la decepción y el dolor que había sentido al descubrir que nuevamente le había entregado el corazón a una persona que no lo merecía. Quería gritar, golpear, llorar y volver a gritar...pero los gritos no salían, mis manos estaban raspadas luego de hacer sido arrojada al suelo y las lágrimas no se asomaban.

Lo único que era capaz de hacer era desear que en cualquier momento las imágenes se desvaneciesen, y todo se volviese oscuro. Deseaba abrir mis ojos y sentir unos brazos alrededor de mi cuerpo, una respiración en mi nuca. Parpadear hasta ser consciente de que estaba despertándome y todo no había sido otra cosa que una horrible pesadilla.

Solo deseaba que Valentina me rodease con sus brazos. Que ella besase mi cuello y murmurase un buenos días. Deseaba que su mano se escurriese entre mis piernas y que con voz ronca me dijese que deseaba tenerme en ese preciso momento. Que se hiciese espacio entre mis piernas bajo el pantalón y a base de orgasmos me hiciese olvidar todo.

La realidad era otra. Abría y cerraba mis ojos y seguía en el mismo lugar, en la misma celda caliente y en la misma posición. La carga de la verdad me hundía desde los hombros, destruía cada rayo de esperanza. Me sentía herida, herida de una forma tan profunda y personal que no había sangre. Herida de tal forma que no quedarían cicatrices en el cuerpo, pero si en mi interior.

La herida estaba abierta y sangrante. A cada pensamiento y recuerdo un pedazo de mi corazón y mente se quebraba. La decepción, la culpa, el coraje. La traición dolía y me llenaba de pensamientos oscuros.

Mi corazón había sido roto tantas veces que el dolor de sentirlo quebrarse nuevamente duró poco.

Fue horrible. Los disparos, los gritos, los insultos...la mirada de Valentina llena de culpa. Por un momento todo tuvo sentido: sus palabras, sus lágrimas. Su insistencia al decir que me traicionaría. La maldita solo me había follado una y otra vez mientras planeaba mandarme al jodido hoyo.

Jamás podría olvidarlo, o perdonarla. Solo quería olvidar. Olvidar que le había dicho te amo, que incluso había pensado en cambiar mi vida para estar con ella.

Me abracé a mí misma de forma protectora. No había nadie que me consolase en esos momentos. Estaba tan asustada y preocupada. Podía superar el miedo que los barrotes me producían, el deseo de golpear las paredes y pedir que me sacasen. Pero no podía soportar la preocupación. Mi familia también estaba tras las rejas, en algún lugar de esta prisión.

-Juls...

Esa voz. No quería levantar el rostro, no quería verla. Todo el amor que había sentido se había transformado en ira, en dolor... decepción. Ella insistió volviendo a llamar. Llamó una y dos veces más hasta que tuve que levantar el rostro.

Mimetismo (Juliantina AU)- AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora