Nuestro -Felices para Siempre-

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P.O.V Juliana Valdés

Había despertado en medio de la noche. Escurriéndome de la cama hacia el baño estiré mi cuerpo. Inmediatamente extrañé el calor que desprendía el cuerpo de la castaña y la suavidad de las sábanas. Había sido un día intenso y largo. Demasiado largo si pedían mi opinión. Al acabar de utilizar el baño, lavé mis manos y sujeté mi cabello en un moño bajo antes de encaminarme de vuelta a la recámara. Miles de pensamientos vagando por mi cabeza a medida que recorría con confianza el apartamento.

Los últimos días habían sido complicados. Estaba confinada a la nueva mansión Valdés, junto a mi familia. Luego del ataque a mi madre, donde casi pierde su vida, algo había cambiado en mi forma de pensar. Me percaté de que no todo podía hacerse a mi manera. Entendí que no teníamos el mismo poder de años atrás, no podía enfrentarme a Emma ni intentar jugar con ella.

Valentina había tenido razón todo ese tiempo. Me costó admitirlo, pero no me habían quedado más alternativas. Había sido terca, intentando jugar mis cartas utilizando los viejos trucos de la familia. Emma no había estado jugando en ningún momento.

El sentimiento de impotencia que había sacudido mi cuerpo al ver a mi madre en una camilla, indefensa y al borde de la muerte me acompañó durante varias noches. Debería estar acostumbrada a perder, no había hecho otra cosa en los últimos años. Pero no estaba lista para ello. No para verla morir a ella. No para que su ropa ensangrentada y rostro carente de su usual malicia fuese la última imagen que quedase grabada en los recuerdos de esa mujer fuerte y decidida. Sentí miedo y desesperación. Por un momento, me sentí perdida y sola...pero entonces...ella estaba ahí.

Valentina Carvajal.

La misma mujer que me decidí a odiar. La mujer que me había lastimado y traicionado. La que había suplicado por mi perdón y pedido una segunda oportunidad. Desde que apareció en mi vida, primero en la oficina y luego cuando descubrí que era Postrecito, no había hecho más que apartarla y sentirme enojada siempre que le veía. Bajo la fachada que mostraba, sabía que ella aún preservaba un lugar importante en mi corazón. No quería quererla, no quería perdonarla, pero esa noche, cuando me sentía perdida...ella se convirtió en un refugio.

Valentina Carvajal pasó a ser mi héroe. Porque en medio de mi dolor, de mi miedo, permaneció a mi lado, sujetándome, apoyándome. No se desesperó ni me abandonó aun después de todas las veces que le pedí que me dejase...ella siguió estando ahí; cuidándome a su manera, velando por el bien de mi familia. Desde esa noche empecé a perdonarle. Descubrí que no era imposible para mi verla a los ojos y no recordar los errores del pasado. Ella había fallado, pero también yo lo había hecho en algunos momentos de mi vida. Sin saberlo, le había pedido ir en contra de su moral, y ella había decido no hacerlo. No podía culparla por ello. Demostraba que era una mujer de palabra y creencias firmes.

Mi madre iba mejorando con lentitud. A un ritmo tan lento que incluso ella comenzaba a desesperar. Jacobo estaba haciéndose cargo de la empresa desde la mansión. Elizabeth me acompañaba en el cuidado de mi madre. Entre ambas intentábamos distraerla. Aun así, había días en los cuales amanecía con un humor horrible. Intentaba salir a hacer ejercicio aun cuando el médico le prohibió hacer eso por un tiempo. Su herida era resiente y los puntos de sutura todavía estaban frescos. Lupita Valdés era una mujer testaruda, estuve a punto de sujetarle con esposas a la cama.

Valentina se comenzó a comportar de forma extraña de la nada. Usualmente me llamaba, acabábamos la noche conversando de nada en particular. Su voz me brindaba esa calma que necesitaba para poder dormir. Ella era un oasis en medio de la crisis de mi vida. En medio de una casa llena de oficiales y un patio repleto de sensores de seguridad. Conversar con ella me daba esa sensación de normalidad que tanto ansiaba. Pero de la noche a la mañana había dejado de llamarme. Incluso me escribía muy poco. Inicié la conversación una que otra vez, pero pronto noté que no deseaba hablar conmigo.

Mimetismo (Juliantina AU)- AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora